México resiste las patadas de Paraguay y gana 1-0

México saca la victoria, 1-0. Pero el balance es incompleto. La libreta de conclusiones quedó casi en blanco. A la respetable Paraguay le atacó el Alzheimer futbolístico. Olvidó que hacer con el balón, y eligió el cavernícola método de dar patadas.

Y tras la fiesta y las nutridas deducciones que dejó Ecuador en el Memorial Coliseum, el martes por la noche en el Arrowhead Stadium, ante 38 mil 114 aficionados, los 90 minutos sólo dejaron una clara advertencia: esas libertades arbitrales, también serán cátedra en la Copa América. Las 34 faltas entre los dos equipos en el juego explican el juego recortado: una falta cada dos minutos y 40 segundos.

Cierto, conclusiones tendrá Miguel Herrera. Jonathan dos Santos pertenece a otro nivel, mientras que Juan Carlos Median confirma su utilidad en cualquier aventura de las copas en puerta, y que El Piojo tiene excesiva confianza en que Raúl Jiménez y Diego Reyes recuperen el ritmo y nivel que tuvieron en América.

El golazo de Eduardo Herrera, a los dos minutos, arredró más a Paraguay que se preocupó más por evitar un desastre que por atreverse a equilibrar las acciones.

¿Qué ha sido de aquella Paraguay que tuvo en Sudáfrica 2010 en un puño a España y sólo el arbitraje le impidió salir con una victoria? ¿Qué le han hecho directivos torpes con contrataciones amañadas de entrenadores? Y Ramón 'El Pelado' Díaz, deberá hacer un milagro, pero de esos que no entran en su esfera de probabilidades.

LEVANTAN VEDA...

El aterrador Paraguay del juego áereo, sucumbe en el juego aéreo. Centro a segundo poste del Negrito Medina. Villar duerme el sueño de los Justos, y Eduardo Herrera aparece en el área yendo donde la zaga paraguaya renuncia y empuja el balón. 1-0.

La ventaja es reflejo del juego. Paraguay no conecta. Pierde balones con facilidad. En la distracción evidente, Herrera roba un balón a Paulo da Silva y define ante el atónito Villar, pero el silbante guatemalteco Walter López, digno ejemplar del deplorable nivel del arbitraje de Concacaf, lo invalida.

A los 30, con toda su historia y sus errores, es relevado Villar por La Moña Silva, mientras Pablo Aguilar insiste en su labor depredadora, con más enjundia de ls que muestra con el América, en el que es líder de expulsiones y amonestaciones, y en esa labor lo acompaña Raúl Bobadilla.

Timorato, pusilánime, el árbitro chapín permite la indiscriminada cacería paraguaya. Seguramente ni Ndamukong Suh (Detroit,Miami) debe haber desparramado tanta premeditación, alevosía y ventaja con su depurado arte del terrorismo alguna vez en este templo de la NFL.

El primer tiempo concluye con pocas emociones, muchas patadas y poquísimo que proponer de Paraguay. Por eso, la reiteración de la memoria es válida: nada que ver con aquella albirroja que tuvo en un puño a España en Sudáfrica 2010.

REINCIDENCIA...

Segundo tiempo. México sigue intentando hacer futbol. Paraguay, evidentemente ya más a la espontaneidad lirica que a un recurso desde la banca, decide meter más fuerte la pierna, enconcharse más atrás y encomendarse a un latigazo de contragolpe.

Manejando el balón, los tiempos, y tratando de evitar una siniestra caricia de Paraguay, el Tri logra generar una aproximación a los 56, con pase del Negrito Medina, disparo de Jiménez y contrarremate de Herrera, que La Moña contiene sobre su izquierda.

Y con sus 58 minutos de este martes y los ocho segundos del sábado, Eduardo Herrera cierra el ciclo de la Fecha FIFA, dejando el frente a Chicharito Hernández, y manteniendo a Raúl Jiménez poco participativo, pero que agradece el gesto afectivo de Miguel Herrera.

Se pueden agregar intentos de Chicharito y de Gio, pretensiones de abrir más la cancha y dar el golpe de gracia, pero era evidente que ante la complicidad del silbante Walter López, y el canibalismo de Aguilar y compañía, el equipo mexicano decidió arriesgar menos y sobrevivir más.

La victoria y sacar el pellejo a salvo, fueron las notas festivas de la noche para el Tri.

Y al final del partido, la inconsciencia de los aficionados de saltar a la cancha, y la brutalidad policiaca para contenerlos.