"Cambiaría todo lo que gané por ganar algo con la Selección"

"Cambiaría todo lo que gané por ganar algo con la Selección"
"Cambiaría todo lo que gané por ganar algo con la Selección"
Goal
19 de junio 2015 - 14:55

Entrevista de Goal.com

Ángel Di María está sentado en un sillón, pero mueve las piernas como si estuviera corriendo. El movimiento es en sus gemelos que rebotan y rebotan, aunque eso no modifica ni su tono de voz ni la sonrisa tierna que lanza cuando habla de su hija.

No es un misterio de ahora. Cuando era un nene, su mamá consultó a un médico porque él no paraba de moverse. El tipo le recomendó que, bueno, lo mandara a hacer deporte. La historia, si se parpadea un poco, termina en la aceleración de rayo de un argentino que, en menos de un segundo, gana una final de la Champions League para Real Madrid. Pero ese es el relato que todos conocen de un pibe que, ni en la concentración de la Selección argentina ni en el vestuario que lo encuentre, se preocupa por hacer marketing de sí mismo .

-Fideo, aunque vaya a toda velocidad, nunca se olvida de los días en los que era un nene que vivía con carbón en las manos ayudando a su papá. En el brazo tienes un tatuaje que dice “nacer en la Perdriel fue y será lo mejor que me pasó en la vida”. Perdriel es la calle donde vos naciste en Rosario. ¿Qué aprendiste ahí? Uno siempre habla de las cosas importantes de la vida. Para mí, lo más importante y lo más lindo que me pasó es haber nacido ahí. Tener los amigos de toda la vida cuando yo era chiquito y tenerlos ahora que soy alguien en el fútbol. Primero, se aprende lo que es sacrificio, tratando de sacar las cosas adelante, ayudando a nuestros padres a poder conseguir para comer. Se aprende a luchar con el trabajo. De ahí, se empiezan a aprender valores. Por eso, yo cada vez que me pongo esta camiseta o cualquiera pienso en las cosas que pasé de chico.

-¿Cómo era esa vida de cuando eras chico? Era difícil. Mi papá trabajaba todo el día. Se levantaba a las cinco de la mañana y no paraba hasta las diez de la noche. Todos los días igual. Cuando él se iba a repartir carbón, nosotros, con mi mamá, le hacíamos las bolsitas para que, cuando volviera, pudiera cargar todo y llevarlo enseguida. Así no tenía que perder tiempo. Mis hermanas, cuando venían de la escuela, se ponían a ayudarnos a nosotros. Eran más chicas, pero ayudaban acomodando las bolsas.

¿Cada cuánto piensas en esa vida? Eso nunca se olvida. Cada vez que salgo a la cancha lo primero que se me viene a la cabeza es lo que hice cuando era chico. Pienso, también, en mi hija, en mi mujer, en mis viejos y en mis hermanas, que son los que estuvieron siempre, en las buenas y en las malas. También pienso en mis amigos de la Pedriel. No paso un día sin hablar con ellos y sin estar cagándome de risa con lo que dicen.

-¿Qué hubieras sido si no hubieses logrado ser jugador de fútbol? Difícil, pero hubiese seguido vendiendo carbón. Te digo eso porque el estudio no era lo mío y seguramente hubiera terminado laburando con mi papá.

-¿Cuánto queda de aquel pibito que armaba las bolsas de carbón? Yo trato de ser la misma persona de siempre. Trato de dejar todo adentro de la cancha para demostrar que vestir esta camiseta de la Selección es todo. Cada vez que vengo acá es como si fuera la primera vez. Creo que cada entrenador que pasó por acá debe pensar lo mismo porque sigo acá. Nunca cambié mi forma de ser ni mi personalidad.

-¿Es un esfuerzo eso? Porque los jugadores tienen estímulos por todos lados para dejar de ser quienes son. El que cambia es porque quiere. Yo jamás puedo cambiar y jamás podría cambiar porque la gente que tengo a mi lado es la misma. Mis amigos son los mismos y eso te obliga a saber que no te tenés que olvidar de donde saliste.

-Algunos han dicho alguna vez que sos el jugador del pueblo. Esas son cosas que se dicen. Yo, como te dije antes, trato de dar la vida por la camiseta que estoy vistiendo. Voy a pasar millones de años y jamás voy a poder agradecerle a la vida haber vestido la camiseta de la Selección. Esto es lo que siempre soñé. Por eso cada vez que estoy acá trato de dejar todo. Uno puede decir que estoy trabando con la cabeza y lo pueden llamar jugador del pueblo, pero no me importa. Esta camiseta es lo máximo que puede darte la vida.

-¿Qué es Argentina para vos? Argentina es todo. Poder estar en dos Mundiales, participar ahora en mi segunda Copa América, creo que es todo. Tengo mucha ilusión, de una vez por todas, de poder conseguir un título con la Selección mayor.

-La última vez que Argentina ganó un título fue en 2008, en los Juegos Olímpicos, con un gol tuyo. Sí, esas cosas las siguen pasando en la tele. Es algo que no me voy a olvidar nunca. Haber ido a esa Olimpiada, haberla ganado, haber hecho los amigos que hice, que en la gran mayoría son chicos que están en la Selección mayor, me dejó cosas maravillosas.

-¿Cuál recouerdas que fue tu momento más feliz en la Selección? El momento más feliz fue haber llegado a la final del mundo el año pasado en Brasil. Lo más lindo que me pudo pasar es eso. No se pudo ganar, se dejó todo en la cancha, pero hicimos historia. Volvimos a llegar a la final de un Mundial. Nosotros siempre decíamos que queríamos llegar a ser leyendas y no pudimos conseguirlo, pero todavía queda mucho tiempo. Vamos a tener una revancha.

-Pero no la pudiste jugar (tuvo un desgarro que lo dejó afuera a partir de los cuartos de final, ante Bélgica). Es algo difícil de explicar porque era algo muy lindo haber estado ahí y algo feo no haberla jugado. Traté de hacer todo lo posible para jugar. Era decisión del entrenador (Alejandro Sabella) elegir lo mejor para el equipo y lo mejor para todos. Decidió que jugara otro de los chicos y decidió muy bien. Hicimos un gran partido y no tuvimos suerte. Pero lo repito: hicimos historia, no pudimos llegar a ser leyendas, pero le dimos una gran alegría a los argentinos. Cambió muchísimo el Ángel Di María de antes del Mundial a después del Mundial porque no nos guardamos nada.

-¿Cambió tu relación con la gente? Creo que empezó a cambiar un poco cuando gané la Champions antes de ir al Mundial. Eso fue un plus que se juntó con lo que se hizo en el Mundial. Al haber dado todo por conseguir lo que queríamos, hizo que no sólo yo si no todos los chicos cambiáramos. Toda la Argentina estuvo feliz por nosotros.

-Da la sensación de que, después del Mundial, varió el vínculo de la gente con la Selección argentina, como si hubieran empezado a valorarlos más que antes. Valorar la valoraban siempre. La diferencia es que son muchos los años en que Argentina no ganaba un título y es normal que la gente se ponga un poco impaciente. Ellos querían que les regaláramos un título. Creo que, como dijiste, fue un cambio haber llegado a la final y darle a la Argentina esa situación que hace años no conseguía. Ahora la gente cree en nosotros, confía en nosotros, sabe lo que podemos llegar a dar. Vamos por la Copa América. Arrancamos muy bien contra Paraguay y contra Uruguay demostramos que podemos jugar y que podemos ser un equipo que puede plantarse.

-¿Hay cosas que no te gustan del fútbol? Creo que una de las cosas, que no solamente pasa en el fútbol si no que pasa con la gente famosa, es poder estar con tu hija tranquilo en un parque o disfrutar de cosas o de momentos que, a veces por el fútbol o porque la gente te viene a pedir foto o la gente te viene a pedir autógrafo, se pierden.

-Cuándo vas a Pedriel, ¿la gente te deja tranquilo? Últimamente, las cosas en Rosario cambiaron mucho. Está un poco complicada la situación después de lo que estuvo pasando en Argentina. No estuve yendo tanto para el barrio, sino que venían mis amigos para mi casa. Más por seguridad que por otras cosas.

-¿Cuánto cambió tu cabeza al ser padre? Mucho. Ser padre te hace estar más tranquilo. Te hace estar mucho más seguro y te hace dar cuenta de que no todo es una pelota, no todo es un torneo, ni todo es todo el tiempo el fútbol. Cuando ya sos papá, todo cambia. Mi hija tuvo que nacer cuando mi mujer llevaba sólo seis meses de embarazada y me di cuenta de que no hay nada peor que le pase algo a tu hijo. Después de eso, entendí que el fútbol es un trabajo y nada más.

-O sea que te cambió la dimensión de cuánto valor le dabas a esto. Sí, pero nunca va a cambiar el no querer ganar. El querer ganar siempre va a estar en la cabeza. El fastidio por perder también. Pero cuando a veces las cosas no salen bien, llegás a casa y te olvidás de todo. Te ponés a jugar con tu hijo o te dice "papá" y cambia el mundo.

-Ganaste muchas cosas en los clubes, ¿qué significaría ganar algo grande con la Selección? Cambiaría todo lo que gané por ganar algo con la Selección argentina. No va a haber algo más lindo. Estuvimos a un paso y sentimos que era nuestra. Todo lo que podés ganar en los clubes son cosas muy lindas, cosas espectaculares. Haber ganado la Champions fue lo mejor que me pasó en clubes, pero ganar con la Selección es otra cosa.

-¿Y eso por qué? Porque es tu país, porque sentís la camiseta, porque sentís un país detrás tuyo. Lo vivimos en Brasil y cada vez que íbamos a entrar en una cancha sabíamos que había cuarenta millones de argentinos detrás nuestro, que había millones de argentinos en Brasil durmiendo en la calle o en colectivos o en traffics . Salía por la noche a los balcones, antes de la final, y veía a gente tirada afuera del hotel, durmiendo o esperando al otro día y creo que son cosas que uno no puede compararlas con cosas de clubes.

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