Ricardinho, la inspiración y el talento que debe frenar Panamá
Ricardinho y Portugal juegan ante Panamá, este martes 13 de septiembre
Cada artista tiene su musa inspiradora, y la regla no escapa a los magos del balón que hacen del fútsal un espectáculo único. "¿Cuál es la mía? La primera fue internet, sobre todo YouTube", dice Ricardinho a FIFA.com y echa reírse con ganas.
Como serán las cosas que, ahora, es justamente allí donde aparecen esas jugadas y goles con las que el astro de la selección de Portugal asombra a propios y extraños de la especialidad, un repertorio que exhibirá en Colombia 2016, la tercera Copa Mundial de Fútsal de su carrera.
"También miro a algunos jugadores de fútbol, de baloncesto y de fútbol sala. Sobre todo a Falcão, que siempre ha sido un referente para mí", agrega el ala de 31 años recién cumplidos. "Ah, y a mis amigos que practican freestyle. ¡Hacen cosas increíbles!".
La exclamación es todo un elogio viniendo de Ricardinho, alguien capaz de hacer pases sin mirar, caños imposibles o un gol de antología como ante la anfitriona Serbia en el último Campeonato Europeo: 0-1 en el marcador y encerrado contra la izquierda, en el mismo movimiento hizo una finta, alzó el balón y lo pasó por un lado de su marcador; luego rodeó al rival, lo bajó con el pecho y anotó con un zurdazo.
¿Cómo reacciona cuando vuelve a ver sus golazos? "Me deja los pelos de punta, porque, primero, son cosas que no sé cuántas veces podré repetir", responde El Mágico. "Segundo, me flipa ver la cara de mis compañeros. Cuando anoté contra Serbia, todos tenían sus manos en la cabeza e incluso alguno no sabía si correr hacía a mí. ¡El único que lo festejaba era yo!".
Pero hay más. "Y tercero, es muy bonito sentir cómo un pabellón con 12.000 personas, que te pitan porque estás apeando a su equipo, pasa a aplaudirte. En fútbol sala, cuando la gente ve algo bonito lo reconoce. Y no hay mejor premio que el respeto de aquellos que pagan para ver eso".
El rival, él mismo y el equipo
Ricardinho aclara que sus acciones demuestran también cuánto valora al oponente y a sí mismo. "Para mí es importante probarlas en momentos difíciles. Es fácil cuando las cosas están bien o vas ganando. Las intento aún perdiendo para respetar a mi rival y porque es mi característica, creo que son el mejor recurso para ese instante. Me gusta jugar así".
Tanto que, confiesa, "a veces me sorprendo a sí mismo". Por eso acepta con hidalguía patadas o agarrones para detenerlo. "¡Nadie quiere quedar inmortalizado del otro lado en una finta, un caño o un sombrero. Me las aguanto, pero mi límite es el fair play", remarca jocosamente.
Lo mismo cuando le toca estar del otro lado. "Me gusta ver jugadores de esa calidad, y para ellos tiene otro valor hacer una linda jugada contra mí. Hasta me dan ganas de felicitarlos".
Por todo esto es considerado el sucesor de Falcão, una comparación que no esquiva. "¡Nunca he querido ser mejor que él! Si somos amigo y hasta llevo un tatuaje suyo en mi pantorrilla. Yo aspiro a dejar mi marca, hacer mi historia. Que al retirarme digan 'el fútbol sala es igual a Ricardinho'".
Ese mismo instinto de superación personal es el que pone al servicio del colectivo. "Yo deseo por sobre todo que mi selección gane. Aporto lo que puedo: goles, asistencias o que el rival me siga a mí y eso libere a un compañero", explica el luso, quién en Mundiales ha anotado 8 de sus 107 goles y jugado 9 de 133 encuentros con la selección.
¿Será por fin en Colombia?
Para Ricardinho, quien descartó definitivamente el fútbol de campo cinco años atrás "al darme cuenta de cuánto me había costado llegar hasta aquí en el fútsal", el equipo creció en lo mental. "Cambiamos ese chip que en la cabeza a veces se asustaba cuando oía lo bien que estaban Brasil, España, Italia o Rusia. Debemos demostrarnos que somos buenos a nosotros, no a los otros".
Así, muchos colocan a Portugal entre los candidatos al título en Colombia, igual que cuatro años atrás en Tailandia. "Candidatos son los que ya han ganado algo, y nosotros no hemos ganado nada", sentencia.
Ni siquiera los recientes éxitos portugueses en la Copa Mundial de Beach Soccer de la FIFA 2015 o la Eurocopa 2016 inmutan a Ricardinho. "Hablamos del tema y no queremos fallar, pero nuestro objetivo es meternos en semifinales. Ahí esaríamos más cerca de lograr algo".
Cómo si le faltara algo para estar bajo los reflectores, el debut será ante la selección anfitriona. "El rival más difícil que nos podía tocar por la afición y porque querrán demostrar que lo hecho cuatro años atrás no fue casualidad. Pero insisto con aquello de mirar hacia adentro y hacer lo nuestro".