Mont Ventoux, pasión y muerte en un mito del Tour de Francia
Francia/El último conquistador del Ventoux no es otro que Chris Froome, en 2013. Un recuerdo hacia Simpson al que un año antes se unió Bradley Wiggins con el triunfo final.
El Tour de Francia no llegará este año a la cima del Mont Ventoux en el día de la fiesta nacional del 14 de julio. El viento previsto de más de 100 kilómetros por hora obligaron a la organización a adelantar 6.000 metros la meta.
El "Gigante de Provenza", del que se dice por estas tierras que "no está loco el que sube sino el que vuelve", atesora en su ascenso múltiples historias legendarias, algunas curiosas, como el "baño" que sufrió el español Julio Jiménez en 1965, y otras trágicas, como la muerte del inglés Tom Simpson dos años después.
Jiménez, tres veces rey de la montaña en el Tour, rememora a sus 81 años su "casi" victoria en la cima lunar del coloso provenzal en 1965. Un acto vandálico de un espectador le arruinó la fiesta al abulense.
"Iba subiendo escapado y me alcanzó Poulidor. Mi director, Langarica, me dijo que le atacara, y en ese momento, a 100 metros de la pancarta de meta, salió un espectador de la cuneta y me tiró un cubo de agua fría en el estómago. Me descolocó por completo y el francés aprovechó para esprintar y ganar. Cogí un cabreo tremendo.", recuerda.
"El relojero de Ávila" tiene en su memoria el puerto que subirá este jueves el pelotón del Tour como "un puerto duro donde te falta el oxígeno, prácticamente seco, sin sombra, donde pega el sol de plano".
Dos años después, en 1967, Julio Jiménez fue segundo en el Tour, solo superado por el francés Roger Pingeon y además rey de la montaña con la camiseta de la selección nacional, si bien pertenecía al equipo Bic de Jacques Anquetil. Al español te tocó vivir de cerca la muerte del británico Tom Simpson.
Un 13 de julio, el ciclista abulense coronó en solitario la cima del Ventoux, pero la meta estaba en Carpentras. En el llano le capturó el grupo de perseguidores y el triunfo se lo llevó el holandés Jan Janssen.
Por detrás se había consumado la tragedia. Tom Simpson, nacido el el 30 de noviembre de 1937 en Haswall, dio su última pedalada en "el horno" del Ventoux, en cuya cuneta una escultura aún recuerda una muerte que heló la sangre del pelotón.
Algo tétrico rondaba por el ambiente aquel día. El sol abrasaba con una temperatura de 35 grados. El médico de la carrera, Pierre Dumas, vaticinó por la mañana que "con este calor puede haber muertos".
Julio Jiménez tuvo en meta una pena doble: perder la etapa y a un compañero y amigo.
"Hacía un calor horrible, pero nos quedamos todos helados. Había compartido escapadas con él y manteníamos una buena relación. Era campeón del mundo, una gran persona y un gran corredor. Le recuerdo como un tío majo, pero muy callado, muy inglés", rememora Jiménez, quien coincidió con Simpson en viajes y en varios criteriums.
Un día después, el pelotón del Tour de Francia rodó en marcha tranquila entre Carpentras y Sete y entró unido el equipo de Inglaterra, con el mejor gregario de Simpson al frente, Harry Hoban", quien luego se casó con la mujer del ciclista fallecido.
La teorías más verosímil sobre las causas de la muerte indica que Simpson se paró en un bar al pie del Ventoux, y allí cometió un error fatal. El forense dictaminó "una insuficiencia cardiaca" producida por el consumo de anfetaminas y alcohol. Incluso algunos ciclistas aseguraron que le vieron en la salida bebiendo brandy.
El director del Tour, Jacques Goddet, encontró anfetaminas en el bolsillo de su maillot, pero el "colapso cardíaco" fue la versión oficial. Un informe señalando al dopaje como culpable hubiera privado a su esposa de cobrar una buena cantidad de francos en concepto de seguro de vida.
Un testigo presencial de la muerte de Simson en carrera fue el francés Lucien Aimar.
"Se cayó una primera vez y su director le gritó para que se pusiera en pie. Se levantó y se puso a mi rueda, sin dar relevos. Le pasé mi bidón para que bebiera, pero lo rechazó y lo tiró sobre la carretera", señaló el exciclista galo.
Aimar le grito para subir el puerto juntos, "pero no me escuchaba". Entonces cayó una segunda vez. Tenía cara de cadáver y la gente le estaba rodeando".
Simpson ganó el Tour de Flandes en 1961, la Milán San Remo en 1964, el Campeonato Mundial y el Giro de Lombardía en 1965, la París Niza en 1967, y la última vez que levantó los brazos fue en la Vuelta a España de 1967, en la decimoquinta etapa disputada entre Vitoria y San Sebastián. En la quinta también se impuso en Madrid.
El recuerdo de Simpson forma parte de la historia del Tour de Francia. El personaje, la cruel muerte, el escenario, ayudan a engrandecer la épica de la mejor carrera del mundo por etapas.
El último conquistador del Ventoux no es otro que Chris Froome, en 2013. Un recuerdo hacia Simpson al que un año antes se unió Bradley Wiggins con el triunfo final.