¡Vayan solos, acompañados o alterados…, PERO VAYAN!
El fútbol panameño está de fiesta, y como en toda fiesta están los que van a disfrutar a bailar y a reír, y también los que vienen con violencia y locura en la cabeza. Pero en el fútbol todo esto vale, ya que es lo que le da el sabor a un partido de fútbol en la región latinoamericana.
Como todo buen crecimiento, el fútbol criollo tiene que adecuarse a las exigencias internacionales y lo mejor de todo es buscar llenar los estadios de quién sea y como sea. Eso motiva al jugador, al técnico, a las televisoras y por supuesto al fanático que está en esa grada con poca comodidad, pero que se vuelve placentera a la hora de escuchar un gol de su equipo.
Han pasado muchas cosas en las semifinales de la LPF, pero por qué renegar o reprochar a unos fanáticos que llegan para celebrar el triunfo o frustrarse por la pérdida de su equipo. Eso es algo natural del ser humano, claro, en exceso todo es dañino, pero si solo mostramos nuestras emociones a flote, eso demuestra que todavía somos humanos y sentimos.
Recuerdo que conversaba con un chileno y él me decía que las barras de Colo Colo y la “U” de Chile son aguerridas, hasta el punto de llegar a los golpes entre los fanáticos del mismo equipo. Incluso, cuando vas a una calle o territorio de Colo Colo o del contrario te pueden hasta matar. Este es un ejemplo de regionalismo al límite, pero por lo menos la gente ama de forma errada la camiseta de su equipo, pero la AMA.
Yéndonos a Panamá, son dos equipos de barrios fuertes los que estarán en la final: Chorrillo FC y Río Abajo. Lo que me dice que pondremos en evidencia cuánto ama cada uno de los fanáticos su equipo predilecto. Ojalá se despierten esas barras y lleguen con ganas al estadio, que dejen de ser pasivos como siempre. Van al estadio a sentarse y “pintear”, pero ni ven para el engramado.
De la forma que sea, este sábado es la final de la LPF y me gustaría ver gente con ganas de apoyar a su equipo, con la fuerza y energía necesaria para demostrarle al contrario que son capaces de lo que sea porque el grito de su barra supere a la contraria y se escuche en todo el Rommel Fernández.
No incentivo a la violencia, sino a que las personas muestren sus emociones de una manera física bien enérgica.
Por: Laureano Barría M.