Adolescentes embarazadas: tenemos que hacer más

Adolescentes embarazadas: tenemos que hacer más
Adolescentes embarazadas: tenemos que hacer más / Amalia Aguilar Nicolau
Amalia Aguilar Nicolau
17 de agosto 2015 - 11:56

El problema de las adolescentes embarazadas se empieza a considerar como un tema de salud pública. Todos nos tenemos que involucrar en la solución para encontrar una salida integral a la situación que enfrentan los jóvenes adolescentes.

En el corazón de Felipillo, en Panamá Este, está el centro Las Claras #lasclaras. Voces Vitales www.vocesvitalespanama.org y APLAFA www.aplafa.org.pa han habilitado este espacio para atender a 20 jóvenes madres y sus bebés de las áreas de Tocumen, 24 de diciembre, Pacora y Las mañanitas. Se trata de un programa piloto y la idea es replicarlo en las áreas del país donde más se necesita.

Visité el centro por primera vez en julio cuando empecé a investigar sobre el embarazo en adolescentes. Todavía estaba en proceso de equipamiento, así que además de conocer las instalaciones visité la casa de tres de las jóvenes beneficiadas con el programa.

Regresé varias semanas después para presenciar su puesta en marcha. Además, pasé un rato con el resto de las chicas. Me dio gusto comprobar que son como cualquier otra joven de esa edad. Con sus bebés en el regazo, me hablaron de sus sueños y de cómo esperan aprovechar las nuevas oportunidades que se les presentan para salir adelante, sobre todo para darles una mejor vida a sus pequeños.

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Nada nuevo

Como hemos visto en las últimas semanas los medios de comunicación se han hecho eco de la problemática del embarazo en adolescentes. El Ministerio de Salud reportó 4,323 jóvenes en gestación de enero a mayo de este año, lo que ha generado que se hable ya de un problema de salud pública.

La historia es la misma. Desintegración familiar para empezar, violencia doméstica, abuso sexual, deserción escolar, marginación y desigualdad. Es el círculo de la pobreza. En casi todas las historias hay antecedentes, tanto la madre como las hermanas también fueron madres adolescentes.

“yo le dije a mi novio que no quería quedar embarazada, me contestó que no me preocupara, que él sabía lo que hacía”.

Cumpliendo su destino, estas jóvenes inician su vida sexual con poquísima información sobre evitar embarazos o protegerse de infecciones de transmisión sexual. Una me dijo: “yo le dije a mi novio que no quería quedar embarazada, me contestó que no me preocupara, que él sabía lo que hacía”. Ahora no sólo tiene que preocuparse por la niña, sino está en un proceso de paternidad porque el joven, mayor de edad, no quiere reconocer a la criatura.

Aunque la mayoría inicia relaciones sexuales con jóvenes también menores de edad, vemos un incremento alarmante de abuso sexual, de parte de hombres mayores, sobre todo en niñas entre 10 y 14 años. ¿Se imaginan a una niña de 10 años embarazada? Y todo esto se da bajo la mirada cómplice de la comunidad, pues estas situaciones funcionan como estrategia de sobrevivencia no solo de la menor sino también de las familias.

Deserción escolar

Otra de las estadísticas terribles es que el 75% de estas menores deserta de la escuela para no regresar nunca más. A pesar de que existe una ley que establece que los centros escolares deben garantizar que las jóvenes se mantengan en el sistema educativo, la presión social hace que no continúen y después del nacimiento no tienen apoyo con el bebé, razón principal para que no culminen la escuela secundaria.

Esto las condena a ser dependientes y a no desarrollarse como personas productivas con capacidad para controlar su destino. Es así como en menos de un año serán madres nuevamente y así sucesivamente. Muchas a los 20 años ya tienen hasta tres y cuatro hijos de diferentes hombres, lo que las hunde cada vez más en la espiral de la pobreza.

Hay casos en los que incluso llegan a prostituirse para sobrevivir. Uno de los casos más dramáticos que conocí es el de una joven de 16 con una niña de 4 meses. Desde su infancia esta chica ha sido víctima de la violencia. Violada a las 7 años, sus padres adictos, sus hermanas también madres adolescentes y hermanos miembros de pandillas. No sabe a ciencia cierta quien es el padre de su niña. ¿Qué le queda? Pasarse de amigo en amigo a cambio de dinero para comprar pampers y leche para su bebé.

Romper el círculo

El centro Las Claras#lasclaras se propone romper con este círculo. Este proyecto piloto de Voces Vitales www.vocesvitalespanama.org ha iniciado con 20 jóvenes madres y sus hijos. Durante un año, personal capacitado las llevarán a mejorar sus habilidades sociales, terminarán la secundaria y desarrollarán capacidades técnicas que les permitirán acceder a un trabajo formal. La misma organización ya está estableciendo alianzas con el propósito de que puedan colocarse en trabajos en los cuales puedan aspirar a una carrera.

Al mismo tiempo que las jóvenes se desarrollan, también se trabaja con los infantes en su desarrollo físico, motor y social, para afianzar la relación madre e hijo. Además de las actividades individuales y en grupo que realizan, también cuentan con tiempo para alimentar e interactuar con los niños.

La clave de todo esto está en la salud sexual y reproductiva. A través de servicios de ginecología, ofrecidos por APLAFA www.aplafa.org.pa, se les proporcionará una educación que les permita llevar a cabo una planificación familiar que corresponda a su proyecto de vida. Como parte del programa, las jóvenes se comprometen a no quedar embarazadas hasta alcanzar todas las metas personales establecidas.

Ponerle el cascabel al gato

Mientras estas jóvenes tratan de salir adelante con sus hijos el Proyecto de Ley 61 por el cual se adoptan políticas públicas de educación integral, atención y promoción de la salud sigue engavetado en la Asamblea Nacional.

En el primer debate fue sometido a muchísimos cambios y se supone que debía ser discutido en segundo debate en este período de sesiones, sin embargo, no fue incluido en la agenda al parecer por las creencias religiosas de los sectores conservadores del gobierno.

Las modificaciones realizadas al proyecto, han desvirtuado el espíritu de la propuesta. Expertos señalan que aunque se haya eliminado varios artículos que permitían a los jóvenes acceso a servicios de salud amigables, estos son muy necesarios para atender las necesidades de la población adolescente.

Edilma Berrío del UNFPA opina que “con ley o sin ella es urgente desarrollar en los colegios programas que ayuden a los jóvenes a retrasar el inicio de las relaciones sexuales y a tener prácticas sexuales que les protejan no solo de los embarazos no deseados sino de infecciones de transmisión sexual”.

Edilma Berrío del UNFPA opina que “con ley o sin ella es urgente desarrollar en los colegios programas que ayuden a los jóvenes a retrasar el inicio de las relaciones sexuales y a tener prácticas sexuales que les protejan no solo de los embarazos no deseados sino de infecciones de transmisión sexual”.

Nuevo enfoque

Cuando una niña queda embarazada, su presente y futuro cambian radicalmente, y rara vez para bien. Salen del sistema educativo, se desvanecen sus perspectivas de trabajo y se multiplica su vulnerabilidad frente a la pobreza, la exclusión y la dependencia.

Las intervenciones llevan de forma implícita la creencia de que la joven es responsable de prevenir el embarazo y la presunción de que, si queda embarazada, es ella la culpable. Este abordaje no toma en cuenta las circunstancias y las presiones sociales que conspiran contra las adolescentes.

En vez de pensar que las chicas son el problema y que tienen que cambiar su comportamiento, los gobiernos, la sociedad, las familias y las escuelas deben entender que los verdaderos desafíos son la pobreza, la desigualdad de género, la discriminación y la falta de oportunidades.

Tenemos que hacer más, lo que nos hace falta es una nueva forma de pensar en el desafío del embarazo en adolescentes.

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