EEUU y once naciones del Pacífico cierran las negociaciones del TPP
Las negociaciones para el Acuerdo de Asociación Transpacífico, el tratado comercial más ambicioso jamás creado, se cerraron hoy en Atlanta (EE.UU.), con el fin de las diferencias entre Estados Unidos y Japón y pese a que aún resta la compleja aprobación en los Parlamentos de los doce países firmantes.
El Acuerdo de Asociación Transpacífico (TTP, por su sigla en inglés) superó las reuniones maratonianas y jornadas de negociación, los últimos obstáculos para crear una zona libre de aranceles que representa alrededor del 40% del producto interior bruto (PIB) mundial.
Los últimos obstáculos de estas negociaciones, iniciadas en 2008, versaban sobre el acceso a los mercados de productos lácteos y la nueva generación de biomedicinas.
Las cuotas agrícolas, la automoción, las leyes de propiedad intelectual y los plazos de patentes farmacéuticas eran algunas de las áreas que más ha constado cerrar entre una docena de países, cuyos fundamentos económicos difieren profundamente.
Los países integrantes del TPP son, además de EE.UU. y Japón, primera y tercera economía mundial, respectivamente, Australia, Brunei, Canadá, Chile, Malasia, México, Nueva Zelanda, Perú, Singapur y Vietnam.
El ministro japonés de Política Económica y Fiscal, Akira Amari, y el representante de Comercio de Estados Unidos, Michael Froman, trabajaron hasta alta horas de la madrugada para limar las diferencias entre las dos economías más importantes de ambos lados del Pacífico.
En un comunicado, el presidente estadounidense, Barack Obama, aseguró que "esta asociación equilibra el terreno de juego para nuestros agricultores, rancheros y manufactureros, al eliminar más de 18.000 impuestos que esos países ponen a nuestros productos".
"El TPP es un acuerdo sólido, con altos estándares y moderno que refleja nuestros valores laborales, en medio ambiente y derechos humanos. Va a reforzar a los trabajadores estadounidenses y se asegura que nuestras empresas pueden competir en igualdad de condiciones en algunos de los más importante mercados", resumió la secretaria de Comercio estadounidense, Penny Pritzker.
No obstante, ahora el TPP debe superar la aprobación del Congreso de Estados Unidos, que tras la aprobación de la "vía rápida" para la tramitación de tratados comerciales esta primavera pasada, puede aprobar o rechazar pero no enmendar el acuerdo.
Un importante número de legisladores demócratas se opone al acuerdo, pese a que el Congreso cuenta con mayoría de la oposición republicana, que se inclina por dar luz verde a esta nueva área de libre comercio en las orillas del Océano Pacífico.
El presidente de la Cámara de Representantes, el republicano John Boehner, apuntó que gracias a la aprobación de la "vía rápida", que aumenta la autoridad presidencial en la negociación de acuerdos comerciales, "el pueblo estadounidense tendrá la oportunidad de revisar el acuerdo y el Congreso se asegurará de que cumple los estándares".
Obama prometió hoy que el Congreso y los ciudadanos estadounidenses tendrán "meses" para poder revisar "cada palabra" del acuerdo.
Uno de los más críticos de este acuerdo, el senador independiente y precandidato presidencial demócrata Bernie Sanders, lamentó hoy que "Wall Street y los intereses de las grandes corporaciones" hayan vuelto a ganar con este acuerdo que él considera que se ha negociado en secreto.
Richard Trumka, el presidente del mayor sindicato del país, la Federación del Trabajo y Congreso de Organizaciones Industriales (AFL-CIO), aseguró que los retrasos a la hora de clausurar las negociaciones con un acuerdo demuestran que "parece que ha habido muchas concesiones problemáticas".
"Pedimos a la Administración que publique el texto del acuerdo inmediatamente y pedimos a los legisladores que ejerciten la precaución al evaluar el TPP", añadió Trumka.
El TPP, que todavía tiene que ser ratificado por los 12 países, elimina las tarifas para la importación de vehículos extranjeros si al menos un 45% está producido en los países de la región, además de liberalizar parte de los sectores agrícolas de países altamente proteccionistas como Japón o Canadá.
El acuerdo es visto como un contrapeso ante el dominio económico de China en la región del Pacífico.
China fue invitada a ser parte integral del acuerdo, pero lo rechazó por las restricciones en sectores como el financiero.