Hallan momias con un linaje humano nunca antes visto en el antiguo Sahara
Hace miles de años, este desierto fue todo lo contrario: una sabana fértil y rebosante de vida, hogar de lagos, vegetación y animales salvajes.
Hoy es una de las regiones más áridas del planeta, símbolo de desolación, calor extremo y vastas dunas que desafían la vida. En ese escenario perdido en el tiempo, vivió una población humana cuyo rastro genético, recientemente descubierto, está reescribiendo la historia evolutiva de África.
Un equipo internacional de científicos logró secuenciar el ADN de dos mujeres que vivieron hace unos 7.000 años en el actual suroeste de Libia. Sus restos fueron hallados momificados de forma natural en el refugio rocoso de Takarkori, en lo que fue un oasis durante el llamado “Sahara Verde”, cuando el clima era cálido y húmedo. Este descubrimiento no solo representa los restos humanos momificados más antiguos conocidos hasta la fecha, sino también la primera vez que se obtiene información genética de esta misteriosa población.
“En ese momento, Takarkori era una sabana exuberante con un lago cercano, a diferencia del árido paisaje desértico de la actualidad”, explicó Johannes Krause, arqueogenetista del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva y coautor del estudio, publicado en Nature.
Los análisis genómicos revelaron algo inesperado: estas mujeres pertenecían a un linaje humano distinto y hasta ahora desconocido, que vivió aislado del resto de las poblaciones africanas y euroasiáticas durante milenios. A pesar de que ya practicaban la ganadería, una innovación cultural introducida en África desde otros continentes, no muestran señales genéticas significativas ni del sur del Sahara ni del Cercano Oriente.
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“El linaje Takarkori probablemente representa un remanente de la diversidad genética presente en el norte de África entre 50.000 y 20.000 años atrás”, detalló Krause.
Este linaje se separó de las poblaciones subsaharianas hace aproximadamente 50.000 años, justo en el mismo periodo en que otros grupos humanos modernos comenzaban a migrar fuera del continente africano hacia Asia y Europa. Sin embargo, el linaje Takarkori se mantuvo aislado, sin mezclarse significativamente con esos otros linajes, ni siquiera con los neandertales, con quienes el Homo sapiens tuvo contacto en Eurasia.
“Los habitantes del Sahara Verde solo portaban trazas de ADN neandertal, lo que demuestra que tuvieron poco contacto con poblaciones foráneas”, afirmó Krause. Los vestigios arqueológicos hallados en Takarkori son testimonio de una civilización compleja para su época. Se encontraron herramientas de piedra, cerámica decorada, cestas trenzadas y figuras talladas, además de huesos de animales domesticados, evidencia de que estos pueblos eran pastores y artesanos en una tierra que hoy parece intransitable.
Este ecosistema floreció durante un periodo conocido como el Período Húmedo Africano, entre hace 14.500 y 5.000 años. Fue una etapa climática excepcionalmente verde en el norte de África, con lluvias abundantes que transformaron el Sahara en una región habitable, rica en recursos naturales. Sin embargo, hacia el 3000 a.C., el cambio climático volvió a cerrar el telón: las lluvias cesaron, la vegetación desapareció, y el Sahara se convirtió en el desierto abrasador que conocemos hoy.
“Por razones aún desconocidas, el linaje Takarkori persistió en aislamiento durante mucho más tiempo del esperado. Dado que el Sahara solo se volvió habitable hace unos 15.000 años, su territorio original sigue siendo incierto”, advirtió Krause.
Aunque la civilización Takarkori desapareció con el regreso del desierto hace unos 5.000 años, su herencia genética no se desvaneció por completo. Según los análisis, parte de su ascendencia aún se puede rastrear en varios grupos humanos que actualmente habitan el norte de África, lo que abre una nueva ventana a la historia profunda del continente.
“Su legado genético ofrece una nueva perspectiva sobre la historia profunda de la región”, concluyó Krause. Este hallazgo no solo revela un capítulo olvidado del pasado africano, sino que también demuestra cómo el cambio climático puede transformar radicalmente paisajes y civilizaciones enteras. En el corazón del Sahara, bajo capas de arena y tiempo, se esconde una historia humana más rica y diversa de lo que jamás imaginamos.