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En un mensaje publicado el 16 de mayo en su red social Truth Social, Donald Trump, presidente de Estados Unidos, escribió con tono burlón: “¿Alguien notó que, desde que dije ‘¡ODIO A TAYLOR SWIFT!’, ella ya no está ‘DE MODA’?”
La declaración desató una ola de reacciones tanto de sus seguidores como de los fanáticos de la cantante, quien recientemente finalizó su exitosa gira The Eras Tour, la cual recaudó más de 2.000 millones de dólares, según Forbes. Lejos de haber perdido vigencia, Swift es hoy una de las artistas más influyentes del mundo, con una fortuna estimada en 1.600 millones de dólares, y más de 284 millones de seguidores en Instagram.
La animadversión de Trump hacia Swift se intensificó en las elecciones de 2024, cuando la artista decidió expresar públicamente su apoyo a la entonces candidata vicepresidencial Kamala Harris. En una publicación que dio la vuelta al mundo, Swift escribió: “Voy a votar por @kamalaharris porque lucha por los derechos y causas que creo que necesitan una guerrera que los defienda. Creo que es una líder talentosa y firme, y que podríamos lograr mucho más si somos liderados por la calma y no por el caos.”
La respuesta de Trump no se hizo esperar. En su estilo directo, lanzó en Truth Social un mensaje contundente: “Odio a Taylor Swift”, y luego, en declaraciones a Fox News, añadió que “probablemente pagará un alto precio en el mercado por eso”, insinuando que su postura política afectaría su carrera artística.
Lo que llama la atención es el giro radical en la opinión del expresidente sobre la cantante. En el libro Apprentice in Wonderland del periodista Ramin Setoodeh, Trump la había elogiado: “Creo que es hermosa, muy hermosa. Me parece muy bella. Escuché que es muy talentosa.”
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No obstante, esa admiración quedó en el pasado. Desde su apoyo a Harris, el tono del exmandatario hacia Swift se ha tornado hostil. Incluso la artista denunció que una inteligencia artificial generó un video falso en el que una figura digital suya promovía la campaña de Trump: “Recientemente me informaron que una IA de ‘mí’ apoyando falsamente la candidatura presidencial de Donald Trump fue publicada en su sitio”, alertó Swift.
Trump, por su parte, restó importancia al hecho y responsabilizó a “otras personas” por el contenido, minimizando su difusión en sus canales. El enfrentamiento alcanzó nuevos niveles durante el Super Bowl LIX. Taylor Swift asistió al evento para apoyar a su pareja, Travis Kelce, estrella de los Kansas City Chiefs. Durante su aparición en pantalla, algunos sectores del público la abuchearon, lo que Trump aprovechó inmediatamente para atacarla:
“La única que tuvo una noche más dura que los Kansas City Chiefs fue Taylor Swift. ¡La abuchearon para que saliera del estadio! ¡MAGA no perdona!”, publicó con sorna.
Trump no solo ha recibido críticas desde el mundo de la música pop. Esta semana, dos figuras icónicas del cine y el rock se sumaron a las voces que rechazan su liderazgo. Durante el Festival de Cine de Cannes, Robert De Niro ofreció un discurso encendido al recibir la Palma de Oro a la trayectoria, en el que lanzó una crítica directa: “Trump es un presidente filisteo que le ha quitado apoyo al arte y a la educación. El arte busca la verdad. El arte abraza la diversidad, y por eso el arte es una amenaza”.
Además, De Niro denunció que Trump buscaría imponer aranceles a películas producidas fuera de Estados Unidos, en un intento por proteger la industria nacional con tintes nacionalistas.
Ese mismo día, en un concierto en Mánchester, el legendario Bruce Springsteen también se sumó a la ola de repudio contra el exmandatario: “Su gobierno fue corrupto, incompetente y traidor”, sentenció ante miles de asistentes.
Lejos de apagarse, el conflicto entre Donald Trump y Taylor Swift parece haberse convertido en uno de los símbolos más visibles de la polarización política y cultural en Estados Unidos. La artista, que se ha mantenido firme en sus ideales, representa para muchos una voz progresista e inclusiva. Trump, por el contrario, continúa atacando con un discurso combativo a figuras que desafían su visión del país.