El "rey de la bachata" invade con su furor latino al gran público de EEUU

Romeo Santos durante un concierto en el Barclays Center en Brooklyn en Nueva York en 12 de julio 2015.
Romeo Santos durante un concierto en el Barclays Center en Brooklyn en Nueva York en 12 de julio 2015. / AFP
Afp
13 de julio 2015 - 16:00

Romeo Santos no necesita pegar un éxito en inglés. Gracias a su conexión con la comunidad latina, el cantante nacido en Nueva York ya ha triunfado de una manera que muchos artistas estadounidenses envidiarían.

Con sus movimientos de cadera y su prodigiosa habilidad para encantar al público, el nuevo símbolo sexual de 33 años creó una audiencia enorme para la bachata, un género bailable aunque a menudo melancólico que antes se asociaba más a República Dominicana que a un artista neoyorquino.

El domingo, el "rey de la bachata" concluyó una gira de conciertos con tres noches vendidas a toda capacidad --18.000 personas-- en el Barclays Center de Brooklyn.

Los conciertos tuvieron lugar un año después de que Santos sorprendiera a los no iniciados con dos shows llenos en el estadio de los Yankees, de 50.000 lugares, en su Bronx natal.

El fenomenal tamaño de su base de fans se puede apreciar en YouTube, donde Santos ha acumulado cerca de 4.500 millones de visitas en sus videos oficiales o subidos por los fans. A modo de comparación, la superestrella del pop Taylor Swift suma poco menos de 4.000 millones y Katy Perry 2.800 millones.

El éxito de Santos en YouTube es extraordinario para un artista cuyo nombre dejó con la mente en blanco a los dueños no latinos de un bar "hipster" a sólo unos pasos del Barclays Center.

Hijo de un obrero dominicano y una ama de casa puertorriqueña, Santos creció en un ambiente bilingüe, pero canta casi exclusivamente en español.

Y, en lugar de buscar entrar al mercado de la música en inglés, ha atraído a algunas estrellas estadounidenses para que canten con él sus temas. Su último álbum tiene colaboraciones de dos conocidos raperos: Drake y Nicki Minaj.

Sexo y Donald Trump

Cientos de fanáticos de Santos --que se conocen entre sí cariñosamente como "romeístas"-- ovacionaron al galán ondeando banderas dominicanas y puertorriqueñas, muchas vendidas por negociantes en la entrada del Barclays Center.

Santos se dijo orgulloso de que una audiencia predominantemente latina llenara de nuevo uno de los centros de espectáculos más grandes de Nueva York.

Pero su tono se volvió desafiante cuando mencionó a Donald Trump, el magnate inmobiliario y candidato republicano a la presidencia estadounidense que hizo enfurecer a los latinos cuando describió a los mexicanos indocumentados como violadores y narcotraficantes.

"Normalmente no me meto en política ni religión, pero tengo que decir una cosa: que se joda Donald Trump", dijo Santos bajo el estruendoso aplauso de la multitud.

"¿Tienes un problema con los mexicanos? Pues ellos construyeron tus malditos edificios, hijo de puta", dijo Santos en inglés en su show del viernes.

También mostró su conciencia social cuando cantó contra la homofobia en "No Tiene La Culpa", una canción sobre un joven gay que es rechazado por su padre machista.

Pero el cantante atrae al público menos por política que por su "sex-appeal". En su actuación de cerca de tres horas, Santos montó al micrófono, así como a una mujer de la audiencia, y en repetidas ocasiones dio la espalda al público para ostentar los cortos y refinados movimientos de su trasero.

Su tema más conocido es el sugerente "Propuesta Indecente", que se convirtió recientemente en la primera canción que dura 100 semanas en la lista de éxitos latinos de la revista de la industria Billboard.

Para acompañar sus canciones más románticas, Santos invitó a mujeres del escenario. A una la besó apasionadamente en la boca; a otra la metió en una cama bajo sábanas rosa de satén. Otra mujer que se subió al escenario consiguió no sólo un beso sino incluso una rápida manoteada en la entrepierna.

En una reciente entrevista con Billboard, Santos comparó sus espectáculos con una película en la que el sexo es sólo uno de los elementos de la trama.

"Pero el sexo es una herramienta muy poderosa y es lo que le queda a la gente en la mente", dijo.

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