Fuerzas Especiales de Filipinas toman la mayor prisión del país
Efectivos de las Fuerzas Especiales de la Policía (SAF) tomaron el control de la mayor cárcel de Filipinas, una medida con la que el Gobierno pretende luchar contra las drogas y la corrupción presentes en el centro penitenciario.
El ministro filipino de Justicia, Vitaliano Aguirre, explicó hoy 20 de julio, que los 320 agentes especiales sustituyen prácticamente a todos los guardas de seguridad de la prisión de Nueva Bilibid, en la localidad de Muntinlupa, en el sur del Área Metropolitana de Manila.
Aguirre explicó también en una entrevista con la emisora filipina ANC que las fuerzas especiales estarán presentes en la cárcel durante dos meses mientras los guardas reciben entrenamiento.
Dada la corrupción presente en el centro, las fuerzas especiales se encargarán de llevar a cabo un registro intensivo de la cárcel en busca de sustancias ilegales, así como otros bienes que no están permitidos en las instalaciones.
"La Oficina Correccional de Filipinas es una de las agencias más corruptas (del país)", afirmó Aguirre, que detalló que el año pasado recibieron más de 100 millones de pesos (2.12 millones de dólares o 1.93 millones de euros) en sobornos.
El ministro de Justicia también aseguró que los capos de la droga ingresados en Nueva Bilibid le han llegado a ofrecer otros 100 millones de pesos en sobornos, que él ha rechazado.
La toma de control de la principal cárcel del país por parte de las SAF forma parte de la guerra contra las drogas y la corrupción declarada por el nuevo presidente de Filipinas, Rodrigo Duterte, que prometió durante su campaña electoral que acabaría con el crimen en menos de 6 meses.
La prisión de Nueva Bilibid, donde están ingresados 36,000 reos pese a estar diseñada para 17,000, ha sido portada de los medios locales en numerosas ocasiones en los últimos años tras conocerse el tráfico constante de metanfetamina en la cárcel y el tratamiento exclusivo que reciben algunos de los narcotraficantes.
Fuentes policiales han denunciado que los líderes de bandas criminales viven en casas en la que se podrían acomodar a otros 45 prisioneros y disponen de ordenador con su conexión a internet, sistema de aire acondicionado y carrito de golf para desplazarse por las inmediaciones, entre otras comodidades.