Los habitantes de Rangún huyen tras el 'baño de sangre' de los últimos días en Birmania

Ciudadanos huyen de Birmania debido a la situación generada tras el golpe de Estado / AFP
Afp
16 2021 - 06:40

Numerosos habitantes de la ciudad birmana de Rangún huyeron el martes de un distrito inmerso en violentos enfrentamientos en los últimos días, mientras las familias de los manifestantes prodemocráticos se preparaban para enterrar a sus muertos tras un "baño de sangre" de las fuerzas de seguridad.

Más de 180 civiles murieron desde el golpe de Estado del 1 de febrero contra Aung San Suu Kyi, según la Asociación de Ayuda a los Presos Políticos (AAPP). El balance aumentó considerablemente en los últimos tres días.

La junta parece más decidida que nunca a reprimir las protestas pese a las condenas internacionales.

"En Birmania, los militares intentan anular los resultados de unas elecciones democráticas y reprimen brutalmente a los manifestantes pacíficos", dijo este martes el jefe de la diplomacia estadounidense, Antony Blinken, desde Tokio.

En Hlaing Tharyar, un suburbio industrial de Rangún, la capital económica del país, donde viven trabajadores pobres empleados en fábricas textiles, muchos abandonaron la zona a toda prisa el martes.

Algunos pusieron sus pertenencias y mascotas en camiones, tuk-tuks o vehículos de dos ruedas, según imágenes de un medio local. "Se podía ver gente en las carreteras hasta donde alcanzaba la vista que huían para regresar a sus zonas de origen", según otra publicación.

El domingo se declaró la ley marcial en el suburbio después de que grupos de asaltantes incendiaran varias fábricas chinas. Las fuerzas de seguridad se desplegaron en gran número, abriendo fuego y matando a decenas de manifestantes.

Todas las personas detenidas en el distrito y en los otros cinco distritos de Rangún donde se impuso la ley marcial se arriesgan a comparecer ante un tribunal militar y se enfrentan a una pena mínima de tres años de trabajos forzados.

"Mártires"

Birmania se preparaba también este martes para enterrar a sus muertos.

Al menos 20 manifestantes murieron el día anterior, según la AAPP. El domingo fue el día más sangriento de la represión, con 74 civiles muertos por disparos, y la junta informó de la muerte de un agente de policía.

"Muchos adolescentes fueron asesinados y el uso de munición real se está intensificando incluso por la noche", dijo la AAPP.

El ejército no respondió a las demandas de información de la AFP.

Los funerales de varios manifestantes se celebrarán el martes en todo el país, incluso en Rangún.

Durante la noche se celebraron vigilias en toda Birmania, según imágenes publicadas en redes sociales.

"R.I.P." (Descanse en Paz), escribieron con velas los residentes de Mandalay, la segunda ciudad más grande del país. "Apoyamos a nuestros mártires", "Lucharemos hasta el final", se podía leer en otros mensajes en redes sociales.

Pequeños grupos dispersos de manifestantes se concentraron el martes en Rangún, pero fueron pocos por temor a las represalias, constataron periodistas de la AFP.

Desde el domingo la Junta cortó las conexiones de internet móvil, lo que dificulta la coordinación de los manifestantes. A última hora de la mañana del martes todavía no se habían restablecido.

La violencia de los últimos días ha provocado una nueva ola de protestas internacionales.

El secretario general de la ONU, Antonio Guterres, a través de su portavoz Stephane Dujarric, denunció un "baño de sangre". También pidió a la comunidad internacional, "incluidos los actores regionales, que se unan en solidaridad con el pueblo birmano y sus aspiraciones democráticas".

Tras la violencia del domingo, cuando fueron atacadas 30 fábricas chinas, según medios estatales, Pekín dijo estar "muy preocupado" por la seguridad de sus ciudadanos en Birmania.

El portavoz del ministerio de Exteriores, Zhao Lijian, pidió a las autoridades que tomen medidas para "evitar resueltamente que se repitan estos incidentes".

El resentimiento contra China ha crecido en las últimas semanas en Birmania porque algunos creen que su postura contra los generales birmanos no es lo suficientemente fuerte.

2,200 detenciones

El ejército también responde a las protestas en el frente judicial.

Según la AAPP, desde el 1 de febrero fueron detenidas casi 2.200 personas, entre ellas Aung San Suu Kyi, de 75 años, que sigue incomunicada, así como políticos, responsables locales, activistas, artistas y funcionarios en huelga.

La exjefa de facto del gobierno civil debía comparecer por videoconferencia el lunes, pero la audiencia se aplazó por falta de acceso a internet.

La Premio Nobel de la Paz 1991 está acusada de cuatro infracciones. También se la acusa de corrupción, ya que según el régimen aceptó 600.000 dólares en sobornos y más de 11 kilos de oro.

La próxima audiencia está prevista para el 24 de marzo.

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