La lucha contra la violencia machista en España pone a los niños en el centro

Desempleo sube en España.
Desempleo sube en España. / TVN Noticias
AFP
07 de febrero 2024 - 06:51

La protección de los niños se ha convertido en un pilar en la lucha contra la violencia machista en España, un país frecuentemente tomado como modelo en la lucha por los derechos de las mujeres.

José Antonio A. fue condenado la semana pasada a cadena perpetua por haber asesinado en abril de 2022 a su hijo Jordi, de 11 años, con 27 cuchilladas y por la violencia psicológica que con ello provocó a la madre.

Jordi, a quien el padre permitió atender una llamada de la madre antes de morir, era lo que María Dolores "más quería en el mundo", y los hechos no se hubieran producido si ella no se hubiera marchado, afirmó el agresor en el tribunal.

Este crimen, de gran interés mediático, fue presentado como un caso de manual de la llamada violencia vicaria.

Una expresión que se ha vuelto común en este país y que usó el presidente del gobierno, Pedro Sánchez, para referirse a un asesinato en 2021 de dos niñas en Canarias que conmocionó a España.

Su madre dijo entonces que sus muertes no fueron "en vano" ya que "gracias a ellas se conoce el significado de la violencia vicaria".

Más de 1.400 niños en riesgo

La psicóloga argentina Sonia Vaccaro acuñó el término: "Es una forma de violencia que utiliza el maltratador de la mujer cuando ya no tiene acceso a ella" y "tiene que utilizar un intermediario para dañarla" tras la separación.

La violencia vicaria puede ser extrema, como en el caso del infanticidio, pero también puede adoptar formas más cotidianas, como negarle al niño el tratamiento médico prescrito, no llevarlo a las actividades deportivas que le gustan o devolverlo a la madre con la ropa sucia, explica Vaccaro a la AFP.

Al igual que en el caso de los feminicidios, el gobierno lleva estadísticas de la violencia vicaria.

Según estas, desde 2013 han sido asesinados 52 niños por su padre o el compañero o excompañero de la madre.

Y 1.444 enfrentaron un riesgo de violencia vicaria solo en enero, una cifra que aumentó un 39,4% en un año.

Por mucho tiempo, no se consideró que esta violencia estuviera directamente ligada a la de género.

Pero en 2011, la muerte de dos niños de 2 y 6 años cambió esta situación. Su padre, José Bretón, que acababa de ser abandonado por la madre, dijo que los había perdido en un parque, pero los restos quemados de los niños fueron encontrados al año siguiente en un terreno de la familia del hombre.

Fue condenado por el doble infanticidio, pero absuelto en 2014 del delito de violencia psicológica contra la madre.

Perder la custodia

La justicia le dijo a la mujer "usted no es víctima de nada", estima Marisa Soleto, directora de la fundación Mujeres, una de las principales organizaciones feministas en España.

"No había ningún mecanismo de carácter judicial que vinculase el asesinato de los niños con el maltrato a la madre", señala Soleto.

Un defecto corregido con la adopción en 2017, con el apoyo de todos los partidos, de un Pacto de Estado sobre la violencia de género, que prevé suspender la custodia o las visitas si el niño ha sido testigo de violencia de género o si el progenitor está en prisión por dicha violencia, detalla Teresa Peramato, fiscal general a cargo de la violencia contra las mujeres.

El principio fue ratificado en 2021 en una ley de protección infantil, a partir de la cual se disparó el número de suspensiones de custodia por casos de violencia de género, que aumentó un 329% en el trimestre siguiente, según datos del ministerio de Justicia.

La ley prohibió utilizar ante un juez la llamada alienación parental, un argumento usado en otros países por padres para acusar a sus exparejas de manipular a los niños para impedir que los vean.

A pesar del refuerzo del arsenal jurídico, algunos jueces se muestran reacios a echar mano de él y siguen dejando a los niños "a los pies de los caballos", lamenta Peramato.

"Necesitamos normas que se salgan del estereotipo de la sacrosanta familia napoleónica, en el sentido del Código Civil napoleónico que colocaba el 'pater familias' en el centro", dice Soleto. 

Porque "un maltratador no es un buen padre", agrega Soleto, haciéndose eco del eslogan de las feministas españolas.

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