Líderes del mundo lamentan la muerte de Shinzo Abe tras ataque con arma de fuego

Shinzo Abe

El ex primer ministro de Japón Shinzo Abe / EFE
Afp
08 2022 - 06:07

El presidente ruso Vladimir Putin lamentó el viernes una "pérdida irreparable" tras la muerte del ex primer ministro japonés Shinzo Abe, fallecido tras un ataque con arma de fuego.

"Les deseo (...) valor ante esta gran pérdida irreparable", declaró Putin en un telegrama de pésame dirigido a la madre y a la viuda de Shinzo Abe, según un comunicado del Kremlin.

El asesinato del ex primer ministro japonés Shinzo Abe es una "tragedia para Japón y todos los que lo conocieron", lamentó este viernes el presidente de Estados Unidos, Joe Biden.

Biden, que dijo estar "atónito, conmocionado y profundamente entristecido" por la noticia, rindió homenaje en un comunicado a un hombre que había "dedicado su vida" a servir al pueblo japonés.

El secretario de Estado de Estados Unidos Antony Blinken también lamentó la muerte del ex primer ministro.

El secretario general de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), Jens Stoltenberg, afirmó este viernes sentirse "profundamente entristecido" por la muerte del ex primer ministro de Japón Shinzo Abe, a quien se refirió como un "amigo".

"Estoy profundamente entristecido por la muerte odiosa de Shinzo Abe, un defensor de la democracia y mi amigo y colega durante muchos años", apuntó Stoltenberg en Twitter, donde también expresó sus "profundas condolencias" a la familia y a los japoneses.

"Como señal de nuestro respeto por el pueblo japonés, de reconocimiento de la amistad de Shinzo Abe con Brasil y de solidaridad frente a una crueldad injustificable, decreté luto oficial en todo el país durante tres días", dijo Jair Bolsonaro, presidente de Brasil, que pidió que su asesinato "sea castigado con rigor".

Marcó la vida política de Japón

Shinzo Abe marcó profundamente la vida política de Japón y batió récords como el primer ministro más longevo de su país, resistiendo a varios escándalos políticos y financieros.

Casi dos años después de que problemas de salud le obligaran a dejar el cargo, Abe, de 67 años, murió en el hospital de Kashihara horas después de ser alcanzado por bala durante un mitin electoral en plena calle en Nara, en el oeste de Japón.

Abe tenía 52 años cuando asumió como primer ministro en 2006, convirtiéndose en la persona más joven en ocupar el cargo.

Era considerado un símbolo de cambio y juventud, pero también aportaba el pedigrí de un político de tercera generación, preparado desde muy joven para ejercer el poder en el seno de una familia conservadora de élite.

Su primer período fue turbulento, acosado por escándalos y disputas, y terminó con su abrupta renuncia un año después.

Inicialmente dijo que dimitía por motivos políticos, pero posteriormente admitió que sufría de un problema de salud, que fue diagnosticado como colitis ulcerosa.

La era de las "Abenomics"

La dolencia requirió meses de tratamiento, y la superó gracias a un nuevo medicamento, dijo Abe.

Se postuló nuevamente, y volvió a la jefatura de gobierno como un salvador en diciembre de 2012. Con ello puso fin a un período turbulento en el que los primeros ministros se sucedían a un ritmo de hasta uno por año.

Golpeado por los efectos del tsunami en 2011 y el posterior desastre nuclear de Fukushima, Japón encontró en Abe una mano confiable.

Abe se hizo conocer en el extranjero por su estrategia de reactivación económica, conocida como los "abenomics", lanzada a partir de 2012, en la que mezclaba flexibilización monetaria, masiva reactivación presupuestaria y reformas estructurales.

Registró algunos logros, como un alza de la tasa de actividad de las mujeres y las personas de mayor edad. También recurrió de manera más importante a la inmigración para enfrentar la escasez de mano de obra.

Sin embargo, a falta de reformas realmente ambiciosas, este programa solo tuvo éxitos parciales, hoy en día claramente eclipsados por la crisis económica causada por la pandemia del coronavirus.

Tormentas políticas

La gran ambición de Abe era revisar la Constitución pacifista japonesa de 1947, escrita por el ocupante estadounidense, y jamás enmendada.

En el escenario internacional, Abe adoptó una línea dura con Corea del Norte, pero asumió un papel de pacificador entre Estados Unidos e Irán.

Priorizó una relación personal cercana con el expresidente estadounidense Donald Trump para proteger la relación entre los dos países del nacionalismo de Trump, y buscó enmendar los vínculos con Rusia y China.

Pero los resultados fueron mixtos: Trump insistió en obligar a Japón a pagar más por los soldados estadounidenses basados en el país; y, por otro lado, Abe no logró concretar un acuerdo con Rusia sobre unas islas disputadas. Lo mismo ocurrió con su plan de invitar al presidente chino, Xi Jinping, para una visita de Estado.

Abe, a menudo salpicado por escándalos que afectaron a su entorno, supo aprovechar acontecimientos externos -- disparos de misiles norcoreanos, catástrofes naturales -- para desviar la atención y presentarse como un jefe indispensable ante la adversidad.

También se benefició de la falta de un rival de envergadura en el seno de su partido, el PLD, y de la fragilidad de la oposición, aún no recuperada de su desastroso paso por el poder entre 2009 y 2012.

Pero su popularidad declinó desde el inicio de la pandemia del coronavirus, ya que la política de su gobierno fue considerada demasiado lenta y confusa.

Durante mucho tiempo se aferró a la esperanza de mantener los Juegos Olímpicos de Tokio en el verano boreal de 2020, que iban a ser el punto culminante de su mandato. Los Juegos Olímpicos se celebraron finalmente un año más tarde, a puerta cerrada.

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