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La crisis política en Brasil no encuentra salida

Dilma Rousseff
Dilma Rousseff, presidenta de Brasil que se encuentra en el ojo de la tormenta. / AFP
Afp
01 de abril 2016 - 17:22

Brasil no tendrá un gobierno fuerte con impeachment o sin él, dijo el viernes a la AFP el diputado Rogerio Rosso, presidente de la comisión que evalúa si hay motivos para abrir un juicio de destitución contra la presidenta Dilma Rousseff.

La recomendación de la comisión de 65 diputados deberá ser votada luego por la Cámara de Diputados. Rousseff está acusada de haber maquillado las cuentas públicas en 2014, año en que fue reelecta, y a inicios de 2015.

Para aprobar un impeachment es necesario el voto de 342 de los 513 diputados (dos tercios del total). Los dos campos negocian voto a voto los apoyos.

Pero Rosso cree que ni la continuidad de Rousseff hasta el final de su mandato en 2018 ni su eventual reemplazo por el vicepresidente Michel Temer, convertido ahora en su rival político, ayudarán a Brasil a salir del marasmo.

"No consigo ver un gobierno fuerte, aunque la presidenta salga y entre Temer o aunque se realicen nuevas elecciones", dijo Rosso en una entrevista realizada en la sede del Congreso, en Brasilia.

"Si no hay un gobierno fuerte, con una mayoría amplia, habrá que hacer un pacto. Un pacto que nos permita superar esta fase de inestabilidad política, que permita al país recuperar su eje. Todos los partidos necesitan acordar durante un año la aprobación de leyes que ayuden al empleo y a recuperar el superávit", añadió.

En el turbulento Brasil de 2016, regado de manifestaciones, de escandalosas causas judiciales por la corrupción en Petrobras y con una fuerte recesión, Rosso no oculta que hace su trabajo con extrema cautela.

El diputado se apartó de su partido, el PSD (centro-derecha), aliado al gobierno pero dividido ante el impeachment, y repite como una letanía que la comisión solo evalúa la admisibilidad de la denuncia.

El primer paso

Con todos los ojos en este primer paso, la comisión se prepara a votar su recomendación hacia el 11 de abril y someterla luego a la consideración de los 513 diputados.

La necesidad de explicaciones o el afán de protagonismo pueden sin embargo hacer ese trámite interminable.

"Si los 65 miembros de la comisión usaran sus 15 minutos [de palabra], habrá más de 14 horas de debate. Estoy pensando en llamar a la sesión a las cinco de la mañana", apuntó el legislador.

El impeachment que en 1992 precipitó la caída del presidente Fernando Collor sirve para referenciar los posibles vaivenes de las convicciones en momentos de crisis, afirmó. "Es muy difícil prever un resultado (...) Durante el impeachment de Collor, la historia cuenta que varios diputados cambiaron de idea mientras estaban en la fila para votar".

"En un proceso legislativo normal, la Cámara tiene tendencia a aceptar las conclusiones de la instrucción, pero esta es una situación diferente: se trata de determinar la admisibilidad de un informe" sobre la presunta responsabilidad de un presidente de la República, añadió.

Rousseff, cuyo gobierno es apoyado por solo 10% de la población, afirma que el pedido de juicio de destitución en su contra es un "golpe" enmascarado y que la acusación de que cometió crímenes de responsabilidad -que le caben a funcionarios públicos- no tiene base legal.

El impeachment fue solicitado por un grupo de juristas en un texto de casi 6.000 páginas que señala que la presidenta aprobó gastos sin la autorización del Congreso y financió programas sociales usando fondos de organismos públicos.

El recrudecimiento de la crisis elevó las tensiones entre grupos oficialistas y opositores, mientras la economía se desploma y las investigaciones de multimillonarios desvíos en Petrobras salpican a casi todo el arco político.

"Tenemos que hacer un nuevo pacto, independientemente de que Dilma se quede o de que asuma Temer", propuso Rosso.

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