Las voces encapuchadas y armadas ganan terreno en Venezuela

Las voces encapuchadas y armadas ganan terreno en Venezuela La crisis venezolana ha parido unos nuevos actores. Grupos de encapuchados que portan armas de guerra se paran frente a una cámara, hacen llamamientos a radicalizar las protestas contra el Gobierno de Nicolás Maduro y sus mensajes se hacen virales en las redes sociales.
Las voces encapuchadas y armadas ganan terreno en Venezuela La crisis venezolana ha parido unos nuevos actores. Grupos de encapuchados que portan armas de guerra se paran frente a una cámara, hacen llamamientos a radicalizar las protestas contra el Gobierno de Nicolás Maduro y sus mensajes se hacen virales en las redes sociales. / EFE
10 de agosto 2017 - 16:45

La crisis venezolana ha parido unos nuevos actores. Grupos de encapuchados que portan armas de guerra se paran frente a una cámara, hacen llamamientos a radicalizar las protestas contra el Gobierno de Nicolás Maduro y sus mensajes se hacen virales en las redes sociales.

Este fenómeno gana terreno en una Venezuela que viene de cuatro meses de protestas callejeras que dejaron más de 120 muertos y no lograron el fin de la llamada revolución bolivariana ni detener la instauración de una Asamblea Nacional Constituyente (ANC), vista por sus detractores como un órgano dictatorial.

También surge días después de que una veintena de personas, usando trajes de campaña, asaltara un Fuerte militar en el estado Carabobo (centro-norte) y robara armas de una unidad blindada sin que hasta ahora hayan sido capturados los líderes de esta operación.

Ese hecho, visto como una "hazaña" por los opositores más radicales, llevó el nombre de Operación David y estuvo comandado por un excapitán de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB), de nombre Juan Caguaripano, que llamó a los uniformados a declararse en "rebeldía" contra la "tiranía asesina" de Nicolás Maduro.

Solo 24 horas después, un encapuchado solitario protagonizó un nuevo audiovisual contra la "dictadura" desde un lugar en el que abundaban las armas largas y estaban escritas varias de las consignas generalmente usadas por la "resistencia" antichavista durante las protestas antigubernamentales.

Era entonces el turno de la "Operación Ninja" que, según se escucha en la voz distorsionada del declarante, actuaría la noche de ese 7 de agosto para "capturar a todos los miembros de la cúpula narcotraficante".

Hasta ahora, sin embargo, se desconocen los alcances de este plan si es que hubo alguno. Ahora una decena de confesos insurrectos, que aseguran pertenecer al grupo que asaltó el Fuerte y logró huir con armas, ha acaparado la atención del país al llamar a civiles y militares a responder "balas con balas" pues, remarca el portavoz, "ya el tiempo de diálogo pasó, así como el electoral".

El vídeo fue publicado la noche del miércoles y ha sido ampliamente compartido y reproducido a través de las redes sociales donde los internautas venezolanos se dividen entre el rechazo y el apoyo a sus promesas.

"Por razones operativas", sus protagonistas aparecen con los rostros cubiertos y se definen como un "grupo de profesionales militares y policiales" y, en este sentido, dicen a los oficiales activos que es "la hora de actuar" y llaman a los retirados a que se "organicen en grupos de extrema confianza y planifiquen golpes a las fuerzas represoras".

Además, cuestionan la decisión de la coalición opositora Mesa de la Unidad Democrática (MUD) de participar en las elecciones de gobernadores, previstas para el 10 de diciembre y organizadas por el mismo Consejo Nacional Electoral (CNE) que tildan de fraudulento por avalar la elección de la Asamblea Constituyente.

"A los políticos, basta de engañar al pueblo solo por mantener cuotas de poder que no nos librarán de esta dictadura castro comunista", dice el aparente líder de este grupo sin dejar de reiterar que "esto no es un golpe de Estado, sino un acto legítimo para recuperar la democracia".

Entretanto, el más icónico de los agentes rebeldes que han surgido en medio de la crisis política actual lleva más de 40 días prófugo de la justicia y con eventuales declaraciones difundidas en internet, con un tono parecido al del resto de insurrectos pero siempre con el rostro descubierto.

El inspector de la policía científica Oscar Pérez, que el pasado 27 de junio atacó con granadas y desde un helicóptero las sedes del Ministerio de Interior y del Tribunal Supremo de Justicia en Caracas, es de algún modo el paciente cero dentro de este reciente virus de insubordinación que el Gobierno no ha logrado detener.

Con vehemencia, en cada una de sus intervenciones Pérez asegura que las mencionadas operaciones y exhibiciones de fuerza armamentística corresponden a una misma "estrategia juiciosa y efectiva" cuyo objetivo es deponer del poder al chavismo gobernante desde 1999.

"Estamos adiestrando a los muchachos de la resistencia en diferentes técnicas de combate, porque nos estamos haciendo cada vez más. Todos somos un mismo equipo, estamos luchando por una Venezuela libre (...) Nadie va a evitar el derrotamiento del régimen", dijo el policía rebelde en una entrevista difundida esta semana en la red.

El alto mando militar ha cerrado filas en torno a Maduro y junto a cientos de subordinados ha jurado lealtad al presidente al tiempo que promete castigar a los "traidores".

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