Carrera contrarreloj en Colombia para enviar flores en San Valentín
En la finca El Redil, como en muchas dedicadas a la floricultura en la sabana de Bogotá, todo es trajín estos días con un único objetivo: cumplir con los pedidos para San Valentín, principal temporada anual del sector en Colombia, segundo exportador mundial de flores.
"Si a uno no le va bien en San Valentín, perdió el año", dice el gerente Fernando Arenas durante un recorrido con la AFP por los plantíos de rosas en Nemocón, pueblo famoso por su mina de sal y escenario de la película de Antonio Banderas sobre los 33 mineros atrapados en Chile.
"Aspiramos a sacar 3 millones de tallos de esta finca", agrega Arenas, veterano en estas lides, mientras avanza por los invernaderos a unos 45 km de Bogotá, donde mujeres con guantes de carnaza cortan rosas de todos los colores.
San Valentín y el Día de la Madre, en mayo, son las fechas fuertes de la floricultura en Colombia, primer renglón de las exportaciones agrícolas no tradicionales del país, rubro en el que compite con el líder mundial Holanda pero también con Ecuador y Kenia.
Estos últimos, como Colombia, tienen a favor su geografía. En el trópico no hay estaciones, explica Arenas, lo cual permite producir todo el año para fechas tan diversas como el Día de la Mujer en Rusia, el Sant Jordi catalán o las fiestas religiosas japonesas.
Pero la exportación de flores en Colombia, que este año celebra su 50 aniversario, tiene un cliente estrella: Estados Unidos, destino del 75% de los envíos, seguido por Rusia, Japón, Reino Unido, Canadá, otros países europeos, Medio Oriente y Australia, según Asocolflores, el gremio que reúne a la mayoría de las empresas.
Y aunque la oferta es variadísima -Colombia vende hasta 1.000 especies, incluyendo exóticas orquídeas-, la rosa es la reina indiscutida.
"Esto es un tema de modas", dice Arenas. Y cuenta que gracias a la diva de la TV estadounidense Oprah Winfrey se vendieron miles y miles de la variedad Esperance, una delicada rosa que hizo furor tras salir en la portada de su revista.
La rosa roja, la favorita de Cupido
Rosas amarillas, populares entre los jóvenes, lilas, preferidas por los japoneses, pero sobre todo rojas, las favoritas en la fiesta de Cupido, son trasladadas cuidadosamente en cable vías, típicas de las bananeras, hasta el edificio de la poscosecha.
Allí, cual pabellón industrial, decenas de mujeres, en general jefas de hogar, les quitan las espinas, las clasifican y preparan los ramos.
"El último despacho es el 9 de febrero", comenta Arenas, que aún recuerda la helada que arruinó la cosecha en 2010, un año negro para los floricultores.
Edelmira Camacho, quien lleva 17 de sus 41 años trabajando con flores, conoce bien esta carrera contrarreloj, pero paradójicamente no recibirá rosas este 14 de febrero ya que en Colombia el día del "Amor y Amistad" se celebra en septiembre.
Para que las flores lleguen frescas y radiantes a los consumidores a miles de kilómetros, se debe mantener la cadena de frío. "Ahí está la ciencia", afirma Arenas, y explica que camiones refrigerados las llevan al aeropuerto, desde donde parten a Miami y a Ámsterdam, los grandes centros de distribución.
Además de los 1.335 millones de dólares que movió el sector en 2013, según las últimas estadísticas, los fletes aéreos suman 400 millones de dólares anuales, dijo a la AFP Augusto Solano, presidente de Asocolflores.
Esta agroindustria, que genera unos 130.000 empleos directos e indirectos -15 por hectárea, unas siete veces más que el café o la palma- enfrenta dificultades para captar recursos humanos. "Ya nadie quiere trabajar en el campo", apuntó Solano.
Otros retos son la competencia de África -donde la mano de obra es más barata-, la evolución tecnológica y el cambio climático.
"La escasez de agua, la falta de sol, las nevadas que impiden que la producción llegue a tiempo, todo eso afecta al sector", dijo Solano al señalar que los márgenes de ganancia son menores que hace cinco décadas.
"¡Ojalá fuera el mes de San Valentín, no solo el día!", exclamó.