Pobreza frena aspiraciones de los jóvenes
Los barrios populares de Panamá se han convertido en escuelas para las más de 250 pandillas que operan en el país. Los especialistas consideran que el entorno en el que viven los niños tiene mucho que ver con su desarrollo.
Es el caso del barrio de San Joaquín, en Pedregal, un área en donde hay 55 edificios multifamiliares de 20 apartamentos cada uno. La mayoría de las familias de este barrio son pobres y han sido marginados por la sociedad. Lo mismo sucede en barrios como El Chorrillo, Curundú y Barraza.
Juan Jované, profesor universitario excandidato presidencial, afirma que en los "barrios sienten que no tienen oportunidades laborales y la juventud siente ese bloqueo, pero la sociedad los obliga a consumir.
¿Cuánto influye el hecho de vivir en un área marginada para que las pandillas logren cautivar a gran parte de los jóvenes que vienen creciendo? Antoni Welch, un expandillero, es el encargado de un comedor infantil que busca evitar que niños tengan que cometer actos delictivos para poder alimentarse.
"La comunidad también impide que se les atienda mucha veces", sostiene Welch.
Los edificios sin pintar tienen un efecto psicológico sobre las mentes de los niños, ya que baja su autoestima y frena sus aspiraciones profesionales. El desempleo de las primeras generaciones aún se ve reflejado en la actualidad.
¿Cuál es la solución? Educación o represión
Cifras revelan que entre 2010 y 2014 se invirtieron 135 millones de dólares en reparaciones de 344 escuelas del país. Mientras que solo en el año 2013, el estado asignó 637 millones de dólares para el Ministerio de Seguridad.
La mala distribución de la riqueza es la que mayormente promueve la delincuencia. "El 10% del país, que es la más rica, controla el 40% de los ingresos", explicó Jované.
Muchas veces, los jóvenes de los barrios prefieren buscar una salida en el deporte. Por ejemplo, en San Joaquín, ya han surgido importantes figuras del deporte.