La depresión también afecta a los niños, conozca los síntomas y tratamientos

Foto ilustrativa. Un niño con una mochila.
Foto ilustrativa. Un niño camina en un parque / Pixabay

Los estados de ánimo de una persona pueden sufrir sentimientos prolongados de tristeza o desolación en cualquier etapa de su vida. Cuando estos síntomas comienzan a afectar su forma de pensar, relacionarse y actuar, esta tristeza puede desembocar en la enfermedad conocida como depresión.

La depresión ya no es una enfermedad que afecta solamente a los adultos. Hoy día, el número de niños que son diagnosticados con depresión infantil continúa aumentando. Esto puede definirse, como un trastorno del estado de ánimo que se manifiesta en un niño al enfrentar una situación de tristeza que tenga gran intensidad y duración.

Con respecto a este tema, Abigail Velásquez, psicólogo clínico de la Caja de Seguro Social, explica que la depresión en los niños suele aparecer cuando estos enfrentan presiones de estudio muy estricto, pérdida de uno de sus padres, antecedentes de abuso físico, sexual o maltrato psicológico, y por defectos físicos; sin embargo, la principal causa es que no se sienten queridos por su familia.

Trastornos

Según Velásquez, los trastornos depresivos más comunes en niños son:

  • Trastorno depresivo mayor: Surge por una combinación de diversos síntomas que interfieren con la capacidad de estudiar, dormir, comer y disfrutar de las actividades que antes eran placenteras. El inicio típico de este trastorno puede ser entre los 10 y 11 años.
  • Trastorno distímico o Distimia: Es un tipo de depresión menos grave. Incluye síntomas de largo plazo que no incapacitan, pero sí pueden interferir con el bienestar del niño. Suele presentarse por igual en ambos sexos y provoca un desajuste en el rendimiento escolar y las capacidades de interacción social del niño.

“Los menores con Distimia presentan con mayor frecuencia signos neurológicos leves y generalmente presentan más ansiedad, quejas somáticas, alucinaciones auditivas, rabietas y problemas de conducta.”, afirmó el psicólogo.

Síntomas

Los síntomas producidos por la depresión en niños pueden ser muy distintos a aquellos que se presentan en adultos. Cada uno de ellos, varía según su personalidad y la etapa de desarrollo en la que se encuentra.

Velásquez agrega, que la depresión infantil puede aparecer en niños muy pequeños, pero en los niños de 6 a 12 años es muy importante tratarla. Durante esta edad en específico, suelen presentarse síntomas como la tristeza profunda, baja autoestima, agitación autocritica, pérdida de interés, sentimiento de culpa, problemas de atención e incluso, intento de suicidio.

Tratamiento

En los casos de depresión mayor, el tratamiento que se recomienda aplicar es la terapia cognitiva conductual. Durante este tratamiento, se analiza la conducta y pensamiento del paciente; se aplican estrategias para identificar los pensamientos distorsionados y de este modo buscar la forma de que esa conducta no sea de aislamiento. La familia es una pieza importante durante la terapia.

Para los casos más complicados, además de la terapia psicológica, se pueden prescribir diversos medicamentos. Estos, deben ser utilizados únicamente cuando los síntomas van de moderado a grave y sobre todo cuando hay ideas suicidas, acotó el especialista.

Un consejo que el psicólogo Velásquez da a los padres que tengan un niño con problemas de depresión, es que refuercen el tratamiento que le esté ofreciendo el especialista que lo trata.

Elogiar al pequeño con sinceridad, acentuando lo positivo de una manera comprensiva, no dejándose influenciar por las críticas que el niño haga hacia sí mismo, y señalar sus pensamientos negativos cuando aparezcan, son algunas maneras de ayudarlo a sentir mejor.

Si el niño pierde el interés y siente mucha tristeza, se deben realizar actividades interesantes durante el día y hablarle sobre temas agradables.

Cuando el menor presente dificultad para pensar y concentrase, es recomendable animarlo a participar en juegos, competencias y trabajar con los profesores, para promover su aprendizaje.

Ante la falta de apetito, prepararle su comida favorita y no obligarlo a comer. Además, intentar que el miedo disminuya, consolándolo y dándole cariño, que se sienta protegido y amado.

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