Brasil: Todos pendientes de Neymar mientras resuelve Coutinho

Las cosas para la 'canarinha' han sido difíciles

Brasil: Todos pendientes de Neymar mientras resuelve Coutinho
Brasil: Todos pendientes de Neymar mientras resuelve Coutinho / EFE
Afp
23 de junio 2018 - 14:49

Brasil estaba de los nervios. Llevaba 90 minutos dándose cabezazos contra el muro de Costa Rica, con Neymar ofuscado y la sombra del fracaso atormentándole de nuevo. Hasta que llegó Philippe Coutinho, le coló el balón entre las piernas a Keylor Navas y volvió a salvar a la Seleçao del precipicio.

Normal que, tras el gol, a Tite le euforia le hiciera perder el equilibrio y acabara rodando por el suelo lesionándose una pierna. Daba igual.

Solo segundos antes, una tormenta descomunal amenazaba a su Canarinha, que con un segundo empate se ponía a las puertas de marcharse de una Copa en la fase de grupos por primera vez en más de 50 años.

La Seleçao lo había intentado todo, pero Navas era de acero y Neymar todavía un manojo de nervios que ya se había llevado una amarilla y un supuesto penal desmontado por el VAR.

"Lo que pasaba en el segundo tiempo no era posible, todo lo que estábamos haciendo y no lográbamos marcar gol. Navas lo sacaba todo, ¡era increíble!", confesó después Tite.

Hasta que llegó el medido Coutinho, ese tímido centrocampista al que a los 26 años no se le conocen más excesos que sus gritos tras los goles.

"En las celebraciones a veces no puedes contenerte, te desbordas un poco", había contado el martes.

Tampoco se contiene él en el campo, por suerte para este Brasil que ha encontrado en él al "ritmista" que Tite confesaba hace unos meses que aún le faltaba.

Con diez disparos y dos goles decisivos en dos partidos, Coutinho ha sido el salvavidas de esta Canarinha que llegó lanzada a Rusia, pero a la que la solemnidad de la competición le ha bajado un poco el vuelo.

Socios

Ya había sido el mejor ante Suiza (1-1), cuando tiró de repertorio para adelantar a Brasil con uno de sus espectaculares tantos de media distancia.

Pero, pese a haber crecido rodeado de las atenciones de ser uno de los últimos prodigios del Vasco da Gama, 'Philippinho' no está cómodo bajo los focos.

"No me gusta hablar de mí mismo. Lo que tengo que hacer siempre es prepararme, aprender, evolucionar. Sobre ser el mejor del mundo, eso lo dejo para que lo digan los demás", afirmó la semana pasada en Sochi.

Coutinho siempre estuvo feliz a la sombra de Neymar, su amigo y compañero de la talentosa generación de 1992, a la que también pertenecen Casemiro, Alisson o Lucas Moura.

Ambos se conocieron en la selección Sub-15 y vencieron en la prestigiosa Copa Internacional del Mediterráneo en 2008, que se celebraba en la Costa Brava catalana. De allí son aquellas fotos ya icónicas de un Neymar espigado, adolescente y con ortodoncia celebrando el título junto a un Coutinho de frondoso pelo rizado.

"Neymar es muy habilidoso, rápido, técnico y hace goles. Me va muy bien con él. Hacemos muchas paredes, estamos haciendo muchos goles", decía entonces el joven Philippe, de 16 años, a las cámaras de Canal+ España.

Cruce

Tampoco ha cambiado mucho su opinión ahora, una década después. Preguntado de nuevo por su amigo esta semana, lo tuvo claro: 'Ney' es el mejor por lo que hace, pero también por toda la energía que absorbe del rival.

"Cuando él está en campo es una ayuda impresionante porque es un jugador de gran carácter, un tipo valiente que siempre encara a los adversarios y procura crear jugadas, creando muchos espacios para nosotros", explicó.

Y él los ha aprovechado. Con toda la atención de los defensas volcada en el jugador más caro del mundo, Coutinho ha tomado la batuta.

Su gran desempeño le ha valido ser elegido dos veces el mejor del partido -igualándose a otros 'cracks' de la Copa como Cristiano Ronaldo o Luka Modric- y las reverencias de un país que le disfrutó poco en la cancha.

A diferencia de Neymar, Coutinho aceptó la propuesta del fútbol europeo demasiado pronto y se fue en 2010 al Inter de Milán, donde pasó una época complicada. Solo comenzaría a despuntar cuando fue cedido unos meses al Espanyol en 2012, antes de pasar al Liverpool al año siguiente.

En Inglaterra explotó finalmente su talento, estuvo cinco temporadas y acabó llamando la atención del Barcelona, que en diciembre le convirtió en el fichaje más caro de su historia tras pagar por él 160 millones de euros, 40 de ellos en variables.

Aunque, por el camino, volvió a cruzarse con su amigo Ney, quien solo meses antes había salido del club rumbo al Paris Saint-Germain.

Ahora, como en los viejos tiempos, vuelven a estar juntos y con una obsesión en mente: repetir aquella foto de hace 10 años, pero con la Copa del Mundo entre los brazos.

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