Corrupción, retrasos y problemas amenazan el Mundial de Rusia 2018

A menos de 600 días de la inauguración de la Copa del Mundo el primer objetivo de  los rusos es apuntalar las infraestructuras de las cuatro ciudades -Moscú, San Petersburgo, Kazan y Sochi.
A menos de 600 días de la inauguración de la Copa del Mundo el primer objetivo de los rusos es apuntalar las infraestructuras de las cuatro ciudades -Moscú, San Petersburgo, Kazan y Sochi. / Alexey Nasyrov/Anadolu Agency/Getty Image
Afp
24 de noviembre 2016 - 22:05

Rusia/Terrenos impracticables, escándalos de corrupción y retrasos en la construcción de los estadios. Para Rusia, que organizará el Mundial de fútbol 2018 y la Copa Confederaciones 2017, los problemas se acumulan, pero no han borrado el optimismo de las autoridades del país.

A menos de 600 días de la inauguración de la Copa del Mundo el primer objetivo de los rusos es apuntalar las infraestructuras de las cuatro ciudades -Moscú, San Petersburgo, Kazan y Sochi- que recibirán la Copa Confederaciones, ensayo general del Mundial que llegará un año después.

La décima edición del 'Mini-Mundial', cuyo sorteo se celebrará el sábado en Kazan, reunirá entre el 17 de junio y el 2 de julio de 2017 a ocho equipos nacionales, entre ellos Alemania, vigente campeón mundial, Rusia como anfitrión, Portugal, campeón europeo y Chile, campeón de la Copa América.

El presidente ruso Vladimir Putin asegura que todos los estadios estarán finalizados en el tiempo previsto a pesar de los riesgos que suponen los conflictos sociales con los trabajadores y los problemas técnicos.

Putin se entrevistará este viernes con el presidente de la FIFA, Gianni Infantino, que ha viajado a Rusia para estar presente el sábado en el sorteo de la Copa Confederaciones-2017, anunció el Kremlin.

El estadio de San Petersburgo y sus 68.000 plazas resumen los desafíos para las autoridades rusas.

- Optimismo en las autoridades -

Su construcción, que comenzó en 2007, ha estado marcada por los atrasos. El terreno, que debe disponer de una tecnolocía que permita su retirada en el caso de que el recinto no se utilice para el fútbol, todavía no está disponible.

"El terreno se retira de manera inestable. Debe ser reforzado", afirmó el viceprimer ministro y exministro de Deportes Vitali Moutko, asegurando que iban a encontrar "soluciones técnicas".

La semana pasada el antiguo vicegobernador de San Petersburgo Marat Oganesyan fue arrestado por fraude en un caso que implicaba a la empresa encargada del estadio.

Además el gobierno anunció el mes pasado que los nuevos estadios en construcción en Nijni Novgorod y Volgogrado, que deberían estar terminados de aquí a diciembre de 2017, no estarán listos hasta el primer trimestre de 2018.

A pesar de estos inconvenientes las autoridades rusas permanecen optimistas sobre su capacidad de organizar un Mundial con éxito.

"El proceso de construcción es complicado y difícil. Pero nunca ha habido proyectos fáciles y sin problemas", señaló a la AFP Dmitri Svichtchev, miembro del comité de deportes de la Duma.

Con respecto a las infraestructuras, los aeropuertos de algunas sedes están siendo renovados. Por ejemplo, el aeródromo de Cheremetievo, en Moscú, anunció el mes de pasado que había invertido 865 millones de dólares en la construcción de una nueva terminal con vistas al Mundial.

- Hacer el país accesible -

El aeropuerto de Khrabrovo, en Kaliningrado, que está en reconstrucción, sigue en "un estado catastrófico", según el diario económico Vedomosti.

Sin duda el gran desafío de organizar un evento deportivo internacional en 12 estadios de 11 ciudades de un país-continente del tamaño de Rusia es hacer lo más accesible posible el terreno a los millones de aficionados que se espera en 2018.

En este sentido las autoridades han prometido generalizar el uso del inglés en la señalización para ayudar a los extranjeros.

La policía de Moscú, por ejemplo, recibirá lecciones básicas de inglés para "ayudar a los extranjeros a moverse en el metro, ir a los estadios y poder atender una urgencia".

Otro frente para las autoridades es la violencia de los ultras rusos, tristes protagonistas en la pasada Eurocopa de Francia, especialmente en Marsella, donde se enfrentaron con grupos de 'hooligans' ingleses.

En julio, Putin aprobó una ley que refuerza los controles antes de los partidos y que introduce una lista negra de los aficionados que no pueden entrar en los estadios.

El ministro del Interior Vladimir Kolokoltsev indicó que Rusia trabaja con agencias de seguridad extranjeras en un sistema que permita la identificación de los aficionados que puedan causar problemas.

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