Jugadas a balón parado: el dolor de cabeza del Tata

A Gerardo Martino, técnico de la selección argentina, le preocupan las situaciones a balón parado. En el once inicial, tiene tres cabeceadores buenos como Marcos Rojo, Nicolás Otamendi y Ezequiel Garay. En el predio de Everton, que es el lugar que Argentina está usando como base en Viña del Mar, el equipo de Martino trabajó pelotas paradas de ataque y de defensa.

Paraguay, en cambio, es un equipo que se especializa en las jugadas a balón parado.

A pesar de que Javier Mascherano y Lionel Messi aseguran que no sienten problemas en lo físico, Martino se preocupa por la acumulación de minutos de sus jugadores y sabe que el cansancio les está pasando factura.

Contra Colombia, el equipo pudo sostener el ritmo los noventa minutos: "Es cierto, de todas maneras, que hubo seis días para descansar y ahora habrá muchos partidos", admite el entrenador. Pero, aún así, tal como lo pensó Elvio Paolorroso, preparador físico del cuerpo técnico, hay que dosificar las cargas y, por eso, previo al partido que se viene, los entrenamientos vienen siendo más livianos, sobre todo, porque no hay que modificar mucho de lo realizado. Pero eso permite poner el ojo en otra cosa más que complicada: el juego aereo de Paraguay.

Sabe Martino que no le sobra nada y que hay que trabajar específicamente ese tema. Teniendo un ataque tan potente como el que tiene, una opción sería dejar tres delanteros, pero él lo descarta porque cree que los jugadores bajitos, como çAgüero y como Biglia, suman para cortarle la carrera en el área a los grandes cabeceadores paraguayos. Que no son pocos: de hecho, los albirrojos son la Selección que más veces cabeceó en ataque en la Copa, con 12: Bruno Valdez ocho, Santa Cruz dos, Paulo da Silva dos, Valdez dos, Víctor Cáceres uno, Lucas Barrios uno (hizo un gol, contra Uruguay) y Marcos Cáceres el restante.

Argentina, curiosamente, es la segunda Selección que más cabeceó, con ocho cabezazos y Agüero, con tres, el que más cabeceó: de hecho, hizo el gol contra Uruguay de cabeza. Otamendi podría haber convertido también. Y hasta Messi cabeceó. Aún así, hay que entrenarlo.