Huérfanas
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“Panamá juega mejor de visitante”. Esta frase la escuché un montón de veces en la pasada eliminatoria y todo indica que será la bandera de los panameños, sepa Dios por cuánto tiempo. Digo esto porque anoche pasó que no se esperaba, pero que estaba dentro de los pronósticos en el juego donde el Árabe Unido de Colón se quedó corto frente a un equipo “tico” que no hizo nada fuera de lo común, solo jugar al fútbol básico.
Me llama mucho la atención que cuando fuimos a Costa Rica – que era donde debíamos perder – con un garra sorprendente para sacar un valioso empate y en suelo patrio, en su casa, vinieron unos alajuelenses y nos bailaron como si fuera tango. Eso explica por qué muchos colegas dicen: “Panamá es bueno de visitante”.
¿Qué pasa por la mente de los jugadores cuando están en casa? Será que no aguantan el olor de la grama del Rommel o que cuando tienen a su vecino, esposa, tío o hermano en la gradas les entra el “frulo”. Pienso y soy fiel creyente de que tanto como preocuparnos por el estado físico de los futbolistas, también deberíamos preocuparnos por darles un apoyo sicológico. Como hacen en países futbolizados, donde la importancia del entrenador es igual o casi igual que la del sicólogo del equipo. Digo esto porque no es posible echarme a morir cuando me meten un gol al minuto seis y tengo 84 minutos más para cambiar el marcador.
¿Hasta cuándo seguiremos siendo buenos visitantes? ¿Por qué tenemos que hacer el “show” en el extranjero y a los nuestros solo le traemos penas? Las respuestas a estas preguntas me la dará el tiempo, porque creo que todavía nos hace falta mucho en el largo camino que tiene tropiezos, caídas libres y desaciertos como lo es el fútbol.
Por: Laureano Barría M.