El “eco” llegó a una final de la LPF, no solo es para la selección mayor
Ya mi mente se había acostumbrado a ese sonido cuando provenía de una final de la Liga MX, Liga BBVA o Copa Libertadores; se trata de un eco que solo se vive en un estadio lleno, con ningún puesto desocupado, pero este viernes pasó algo que no esperaba en el Rommel Fernández, y, por supuesto, me callaron la boca los fanáticos que fueron al coloso de Juan Díaz.
¿Cuál es ese sonido? Pues podría resumirlo de esta manera: ¡Ohhhhhhhhh! ¡Árbitro… de tu madre! ¡Aquí, aquí está el campeón! Eso fue lo que escuché en el Rommel y mi mente pensó que estaba frente al televisor – como siempre – viendo una final europea o suramericana, pero se trataba de la final de la LPF, donde tanto el Chorrillo como el Río Abajo llevaron a su público y le pusieron lo que durante toda la temporada faltó: el PICANTE.
Con esto queda demostrado que los cánticos y la euforia del fútbol panameño también se puede vivir en una final de la LPF, no solo tiene que ser con la selección de fútbol. Ellos por derecho lo merecen, pero en la LPF es donde se pone a prueba a todos estos jugadores que quieren algún día salir de sus barrios de alto riesgo o quieren darle otra vida a su hijos y familia. Es entonces cuando decimos que el fútbol panameño tiene que ser más apoyado, no solo por los medios de comunicación (que hacen muy bien su trabajo) también los clubes tienen que hacer el suyo.
Ver a una fanaticada saltando a la vez, con pancartas grandes y agitándola no tiene precio, pues nos hemos acostumbrado a ser fanáticos online.¿ A qué me refiero? A esos que en el Instagram, Tuiter y Facebook dan la vida por el equipo, y hasta pelean, pero a la hora de ir a apoyarlos en la cancha (que es lo que importa), BIEN Y USTED…
Felicidades al Chorrillo por este su segundo título en un torneo que todos critican, todos aman (por redes sociales), todos viven, pero no todos tienen tiempo para sacar de sus difíciles agendas –arrancarse los fines de semana, parquear en las barbacoas, etc - y llegar a darle ese apoyo al jugador, que cuando ve para la barra y mira a alguien con el sueter de su equipo, le dan más ganas de dejarlo todo en el campo.
Por: Laureano Barría M.