Agroexportadores se enfrentan a un futuro incierto
Ciudad de Panamá, Panamá/Retroceso. Sin el otrora acompañamiento gubernamental, con incentivos pagados de manera atrasada y un clima impredecible, los pocos agroexportadores que aún insisten en sembrar sandía, melón y zapallo se enfrentan a un futuro incierto.
De unos mil productores entre grandes y pequeños que en 2019 se dedicaban a esta actividad, cultivando unas 12 mil hectáreas, hoy día apenas 300 insisten en continuar sembrando, aunque en la mitad de aquel hectareaje.
Esto, a pesar de que el seguro agrícola es prácticamente nulo, por lo que la banca estatal y privada se muestra cautelosa al momento de otorgar créditos para la siembra de cucurbitáceas, indicó Francisco Antúnez, expresidente de la Gremial de Agroexportadores No Tradicionales de Panamá (Gantrap).
Para este año agrícola, cuya cosecha se dio entre febrero y abril, los agroexportadores enviaron cerca de 1,300 contenedores de cucurbitáceas a los mercados internacionales, cifra alejada de las 5 mil que lograron en el 2019.
“Panamá tiene las condiciones requeridas para colocar estos productos en el exterior, pues hay mercados, pero sin el apoyo gubernamental la situación se hace más difícil”, sostuvo Antúnez.
El apoyo gubernamental es básico, toda vez que mediante las gestiones de las embajadas, por ejemplo, se abren muchas oportunidades de negocios, señaló por su parte un agroexportador que por razones obvias prefirió el anonimato.
Antúnez lamentó que se esté perdiendo la oportunidad de incentivar la agroexportación, sobre todo ahora que los fletes han disminuido en cerca de un 20%, con tendencia a seguir bajando.
Explicó que en el país se siembra más sandía, aunque el mercado internacional demanda una mayor cantidad de melón, cultivo que es más riesgoso y con altos gastos de producción.
En opinión del expresidente de la Gantrap, una posible salida al cambiante clima que está afectando la actividad agroexportadora sería buscar lugares donde el recurso hídrico aún es óptimo, como San Juan, en la provincia de Chiriquí, Mariato, Calobre y el sur de la provincia de Veraguas, así como la región de Tabasará y Tonosí, esta última en la provincia de Los Santos.
En tanto, mientras que el ministro de Desarrollo Agropecuario, Augusto Valderrama, despertó el repudio de gran parte de los panameños al instarlos a no quejarse por el alto costo de los alimentos, en la provincia de Darién el productor Edwin Cruz señala que la siembra de raíces y tubérculos, sobre todo de yuca y ñame, es cada vez más “difícil”.
Esta situación, en opinión de productores consultados en la provincia de Herrera, es atribuible a la escasez de semillas saneadas, libres de plagas, lo que puede dejar al país a merced de tubérculos importados, con el consiguiente aumento de precio, “y habrá más quejas”.
Cifras oficiales revelan que en los últimos años la siembra de yuca, por ejemplo, se ha reducido en un 32%, mientras que su costo de producción, al igual que el del ñame, es de aproximadamente 3 mil 268 dólares y 5 mil 350 dólares por hectárea, respectivamente.
Las provincias de Darién, Herrera, Chiriquí, Veraguas y Colón siembran un total aproximado de 2,104 hectáreas de estos tubérculos, que en años anteriores lograban comercializar anualmente unas 21 mil 976 toneladas, de las cuales el 95% estaban destinadas para el consumo fresco y un 5% para la agroindustria, según informes del Ministerio de Desarrollo Agropecuario (MIDA).
Al cierre agrícola correspondiente al 2020-2021 la superficie sembrada de raíces y tubérculos -yuca, otoe, ñame y ñampí- representaba solo el 2% de la superficie total sembrada en el país, unas 242 mil 122 hectáreas, detalla la Unidad de Planificación de la Dirección de Agricultura del MIDA.
Con más de 30 años en esta actividad, el productor Cruz afirma que al parecer para la gestión de Valderrama las únicas actividades agrícolas que requieren de apoyo son la arrocera y la ganadera, por lo que sostiene que urge una política que en realidad mire hacia todos los sectores agropecuarios.
Dijo que es tal la indiferencia, que ante cualquier eventualidad en la provincia de Darién los productores se ven obligados a acudir a las oficinas de esta entidad, pues es “difícil” ver a los funcionarios en los campos.
Aseguró que cuando se dio con mayor prevalencia una afectación en el cultivo de ñame se tuvo que traer viveros desde Costa Rica, pues aquí el Instituto de Innovación Agropecuaria de Panamá (IDIAP) “está atrasado”. Fuentes de esta entidad declinaron confirmar o negar esta afirmación.
En el país la yuca y el ñame son atacadas por el chinche Cyrtomenus bergi (Froeschner) y por la enfermedad antracnosis o quemazón, respectivamente.
El chinche daña la raíz de la yuca, dándole un aspecto de viruela, afectando la calidad y disminuyendo hasta el 100% de la comercialización, mientras que la antracnosis afecta hojas, tallo y tubérculos, causando pérdidas a los productores por el orden del 70 al 100%.
Cruz no duda en afirmar que si la falta de atención a todo el sector agrícola continúa, “en el campo solo se quedarán los productores de subsistencia, pues cuando un agricultor abandona la actividad, es muy difícil que regrese”.