Contenido Exclusivo: Atrapadas por la adicción

La adicción a distintas drogas en mujeres preocupa a todo el país. En Panamá, de cada tres casos detectados, uno corresponde a ellas. Algo impensable años atrás, pero que se disparó tras la pandemia.

Muchas mujeres terminan viviendo en la calle al estar presas de las drogas / TVN Noticias
Fabio Caballero - Periodista
03 2025 - 19:52

Ciudad de Panamá, Panamá/El informe mundial de drogas revela que 64 millones de personas en el planeta consumen estupefacientes, ya sean legales o ilegales. De esas personas, solo uno de cada once recibe tratamiento. En cuanto a las mujeres, la realidad es aún más dura: apenas una de cada 18 logra atención.

Es el caso de quien llamaremos Berta; cuando la conocimos, se secaba las lágrimas tras compartir su testimonio en un centro de autoayuda. Detrás del maquillaje y la apariencia bien arreglada con que llegó a la entrevista, hay una mujer que ahora tiene lo que por muchos años le faltó: dignidad.

64 millones consumen drogas en el planeta / TVN Noticias

“El amor de Dios fue el que me llevó a los grupos y no quedar en la calle. Ahora me veo al espejo y me siento feliz, antes era infeliz”.

Para conocer a Berta hay que viajar a Colombia, donde todo empezó. ¿Por qué allá y no en Panamá? La respuesta está en el estigma porque ese fue el muro con el que chocamos aquí, cuando muchas mujeres panameñas se rehusaron a hablar por miedo a ser señaladas, juzgadas y discriminadas.

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Volvamos a Berta. Nacida en Medellín, criada entre ocho hermanastros después de ser abandonada por su madre. El rechazo fue su primer veneno y eso la empujó a probar la primera gota de alcohol a los 13 años.

Berta habla de su dura historia / TVN Noticias

“Yo me acuerdo que cada vez que bebía lloraba y quedaba como libre. Libre de saber que era abandonada, que yo era la recogida y la bastarda. Empecé a consumir alcohol cada 8 días y así quedé consumiendo todos los días.”

Pero la desgracia nunca viaja sola. Como ella misma cuenta, un intento de violación terminó de quebrar su inocencia. Desde entonces, su vida giró en torno al alcohol: cualquier día, cualquier hora. Lo único importante era olvidar.

"Un hermano de crianza siempre trataba de tocarme, pero nunca me dejé. Yo ya estaba grandecita”.

Su destino cambió con la llegada de su primer hijo y, seis años después, el segundo. Pero el maltrato ya no venía de su familia, sino de su marido.

Berta se aferra a la fe y la esperanza / TVN Noticias

“Yo me fui a vivir con él porque quería salir de mi casa y alguien que me diera un apoyo, pero fue peor. El me amenazaba, me quebró los dientes y mi nariz. Un día pedí ayuda y tomé valor y lo demandé a la fiscalía y nunca me hicieron caso”.

El peso de esos problemas la llevó a dejar a sus hijos en Colombia y emigrar a Panamá. Pero la historia se repitió… hasta que su hijo mayor, ya adolescente, la vio como nunca hubiera querido.

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“Él me dijo que todas las escenas que había visto de su madre le dio muy duro porque me vio como indigente, como si hubiera estado muerta”.

Esa palabra —dura, vulgar, descarnada— la atravesó como un cuchillo. Y fue ese dolor, multiplicado por la fe que ahora guarda en un rosario, lo que la llevó a buscar ayuda.

"Para mí estar en los grupos de autoayuda es ver cómo se dan los milagros y un milagro soy yo”.

El peso del qué dirán: el estigma que silencia a las mujeres adictas

Cuando hablamos de la mujer latinoamericana, y en particular de la panameña, la carga social que se le impone es muchas veces el detonante: la presión de cumplir, de sostener, de callar. Y al mismo tiempo, ese peso la aleja de pedir ayuda.

"De cada 3 hospitalizaciones con diagnóstico de abuso de sustancias, 1 es mujer, o sea, un 33%. El daño en cuanto al aspecto social es el estigma, porque la sociedad tiene el constructo de que la mujer no puede fallar porque es la que da vida, la que debe cuidar la descendencia y debe ser casi inmaculada, y al verse involucrada en el consumo, se le estigmatiza como dañada, sucia y que no puede funcionar en el rol que se le ha impuesto históricamente”, Carlos Saavedra, subdirector del Instituto de Salud Mental.

Cicatrices que llevan al consumo

“Puede tener que ver con muchas cosas, como cambios hormonales, situaciones personales, en el trabajo, en la familia. Es multicausal. Ellas piensan mucho en acceder a tratamiento por el estigma o pensar con quién dejarán a los hijos. Las encuestas dan cuenta que las drogas más consumidas son marihuana, cocaína y crispi”,Jissel Maitín, Secretaria Ejecutiva del Consejo Nacional para la Prevención de Drogas.

El vicio no se rompe con un chasquido de dedos. Y en cuanto a las mujeres se refiere, ignorarlo sería doblemente cruel. Para cerrar esa brecha hace falta más que voluntad: se necesita un trabajo interinstitucional sostenido y una política nacional de drogas que acompañe antes, durante y después para que mujeres como Berta no queden atrapadas en el vicio.

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