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Pixbae, un alimento en riesgo de desaparecer en Panamá

Agricultura en Panamá

El pixbae se cultiva usualmente en fincas familiares pequeñas.
El pixbae se cultiva usualmente en fincas familiares pequeñas. / TVN Noticias

Ciudad de Panamá, Panamá/La falta de relevo generacional entre los productores de pixbae (Bactris gasipaes Kunth ), o pifá, aunado a la incidencia cada vez más frecuente de las plagas y la inexistencia de canales adecuados para la comercialización, amenazan con dar al traste con este cultivo en el país.

Por ser un cultivo de traspatio, sembrado en la mayoría de los casos por los abuelos o los padres, este fruto no recibe los cuidados agronómicos necesarios para su pleno desarrollo, dejándolo a merced de las plagas, lo que atenta directamente contra su productividad.

En Panamá, el pifá es vendido cocido o crudo por revendedores, ya sea de manera ambulante, en los mercados o a orillas de carretera, y su uso va desde la preparación de vinagre, harina, conservas, tamales, cremas, ensaladas, ceviches, panes y como alimento para animales domésticos, de acuerdo con datos del Instituto de Mercadeo Agropecuario (IMA).

La semilla de este fruto, que recibe el nombre de coquito, se muele, transformándola en harina para alimentar el ganado, puercos y gallinas, en tanto que la madera y el follaje son empleados para confeccionar artesanías y construcciones rurales; las espinas sirven para fabricar arpones de pesca.

Con su forma ovoide, sus llamativos colores rojo, naranja y amarillo, localmente el pifá se siembra durante la temporada de lluvias, de mayo a octubre, en su mayoría en las provincias de Bocas del Toro, Panamá Oeste, las montañas de Coclé -en Cañaveral, San Miguel, Coclesito y Toabré-, al igual que en la provincia de Chiriquí.

En las tierras bajas del también llamado Valle de la Luna, el pifá se cultiva en las regiones de Portón, Gómez, Alto Jacú, San Pedro, Bugabita, La Estrella, Sioguí Arriba y El Santo.

Un estudio liderado por Rubén Collantes, investigador del Instituto de Innovación Agropecuaria de Panamá (Idiap), da cuenta de la necesidad del relevo generación entre los productores chiricanos, toda vez que las edades de 20 propietarios de fincas en donde se produce la fruta oscila entre 61 a 75 años, mientras que las palmeras que poseen superan los 25 años, cuando la vida útil de estas es precisamente esa cantidad de años.

Del total de productores contactados en Chiriquí, el 40% dijo no haber obtenido cosecha alguna durante el año agrícola 2019-2020, y en los casos en que hubo alguna producción la misma no superó los cinco racimos por palmera.

El 65% de los entrevistados, siempre de acuerdo al estudio de Collantes, atribuyó el daño de los frutos a la presencia de insectos, 35% a casangas y ardillas, mientras que un 25% dijo que la muerte de las palmeras fue causada por hongos.

Respecto a participar en actividades de capacitación, el 10% mencionó haber recibido conocimientos en otros rubros, lo que indica que el cultivo de pifá en esa provincia requiere de un reforzamiento agrotecnológico, orientado a la recuperación de las áreas con vocación para este frutal, el aprovechamiento diversificado y sostenible del agroecosistema.

Esto, se indica, deberá ir acompañado de inversión en investigación, innovación e infraestructuras, que contribuyan con la competitividad y el desarrollo de oportunidades de empleo a nivel local, provincial y nacional. además de fomentar el empoderamiento de dichas innovaciones por parte de los usuarios y contar con una logística adecuada.

Los productores chiricanos encuestados, que tienen desde una hasta 800 palmeras por finca, dijeron que en finca logran vender el racimo de la fruta a 5 dólares, pero que en la ciudad de David obtienen 15 dólares por racimo, siempre y cuando haya demanda, y en la ciudad de Panamá el precio puede llegar hasta los 35 dólares por racimo.

En su catálogo de rubros 2021, el IMA coloca un precio por racimo de 9.53 dólares.

La fruta, cuyos aportes nutricionales la convierten en un alimento completo y fortificado, es atacada principalmente por el picudo del pifá (Palmelampius heinrichi), que en el año agrícola 2018-2019 solo permitió una producción de  34 mil 562 quintales, cuando la proyección del Ministerio de Desarrollo Agropecuario era de 55 mil quintales.

Randy Atencio, Melvin Jaén y Vidal A. Aguilera, investigadores del Idiap, aportan en otro estudio que análisis realizados en esa entidad determinaron que el fruto del pifá presenta un potencial nutricional para las familias campesinas en Panamá, por constituir una fuente directa de alimento y por el potencial uso de excedentes de cosecha en la elaboración de harina para panaderías y reposterías.

La grasa de este fruto es una fuente natural de ácidos grasos poliinsaturados, como el omega 6 y el omega 3, básicos para una dieta balanceada, para el desarrollo hormonal, el crecimiento y para reducir el colesterol.

De no ser atendido a tiempo, el pifá puede correr la misma suerte del marañón, que aún no se recupera de los efectos de una plaga que diezmo su producción y amenazó con su desaparición.

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