Jim Carrey y el entrenamiento con la CIA que casi lo hace renunciar a 'El Grinch'
A más de dos décadas del estreno de El Grinch (2000), la película dirigida por Ron Howard sigue siendo un clásico navideño.
Sin embargo, detrás del éxito comercial y cultural del filme se esconde una de las experiencias más exigentes y menos conocidas de la carrera de Jim Carrey. La transformación del actor en el icónico personaje no solo implicó horas interminables de maquillaje, sino también un entrenamiento poco común vinculado a técnicas de resistencia utilizadas por la CIA.
El desafío comenzó con el proceso de caracterización. Cada jornada obligaba a Carrey a someterse a sesiones de maquillaje que podían extenderse entre tres y ocho horas. El traje, elaborado con pelo de yak, resultaba sofocante, mientras que las prótesis faciales, los dientes postizos y las lentes de contacto limitaban seriamente su comodidad y movilidad. Aquella decisión de entregarse por completo al personaje tuvo consecuencias físicas y emocionales que el propio actor reconoció años después.
En una entrevista concedida a Vulture, Carrey reflexionó sobre los costos de asumir un papel tan demandante: “Tienes que tener cuidado con lo que pides. No lo piensas cuando ves a un actor hacer un papel que implica dolor extremo o lo que sea. Pero ese actor tiene que vivir en ese sentimiento. No solo se va a casa y deja de sentirlo de repente”.
La situación se tornó crítica desde el primer día de rodaje. El nivel de incomodidad fue tal que Jim Carrey manifestó su intención de abandonar el proyecto. Así lo recordó el productor Brian Grazer, también en declaraciones a Vulture: “Estaba dispuesto a devolver los 20 millones de dólares. Quería dejar la película”.
El director Ron Howard confirmó que el sufrimiento del actor era evidente incluso fuera de cámara. “Lo veía tirado en el suelo entre tomas con una bolsa de papel. Literalmente en el suelo. Era miserable”, relató, al describir escenas en las que Carrey intentaba controlar la ansiedad provocada por el traje y el encierro físico.
Ante la posibilidad real de perder a su protagonista, la producción tomó una decisión inusual: contratar a Richard Marcinko, excomandante de los Navy SEAL y especialista en técnicas de resistencia al dolor empleadas por la CIA. Su misión era enseñarle al actor estrategias para tolerar el malestar físico y mental durante las largas jornadas de filmación.
Jim Carrey detalló parte de ese entrenamiento extremo: “Me dio una larga lista de cosas para hacer cuando empezara a perder el control. Como pegarme en la pierna tan fuerte como pudiera, tener un amigo de confianza y golpearlo en el brazo, comer todo lo que estuviera a la vista, cambiar los patrones en una habitación, apagar la televisión y encender la radio si empezaba a entrar en pánico. Fumar cigarrillos tanto como fuera posible”.
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El método tuvo consecuencias visibles. “Hay fotos mías como el Grinch sentado en la silla del director con un portacigarrillos largo. Tenía que usarlo porque el pelo de yak se incendiaba si el cigarrillo se acercaba demasiado”, añadió el actor.
Además del entrenamiento, Carrey recurrió a herramientas personales para soportar el proceso de maquillaje. “Lo que realmente me ayudó durante el proceso de maquillaje, que eventualmente lograron reducir a unas tres horas, fueron los Bee Gees”, explicó. “Escuché todo el catálogo de los Bee Gees mientras me maquillaban. Su música es muy alegre. Nunca he conocido a Barry Gibb, pero quiero darle las gracias”.
La obsesión por lograr una transformación total también fue defendida por el maquillador Rick Baker, ganador del Oscar por su trabajo en la película. Aunque el estudio propuso simplemente pintar de verde el rostro del actor, Carrey y Baker insistieron en una caracterización completa. Esa decisión implicó dificultades adicionales, como la imposibilidad de respirar con normalidad. “Me pusieron la punta de la nariz en lo alto del puente de la nariz del Grinch. No podía respirar por la nariz, tuvieron problemas para hacerme agujeros. Al final, tuve que respirar por la boca durante toda la película”, relató el actor.
Hoy, Jim Carrey asegura que solo volvería a interpretar al Grinch mediante captura de movimiento. En declaraciones a ComicBook, resumió la experiencia con claridad: “En el día a día, tenía toneladas de maquillaje y apenas podía respirar. Fue un proceso extremadamente doloroso”. Y concluyó: “Pensaba todo el tiempo en los niños. ‘Es para los niños. Es para los niños’. Ahora, con la captura de movimiento, podría hacer otras cosas. Todo es posible en este mundo”.