Kim Kardashian compra una de las joyas favoritas de la princesa Diana por más de 197 mil dólares

Princesa Diana de Gales y Kim Kardashian
Princesa Diana de Gales y Kim Kardashian

No hay duda que a partir de ahora, la colección de joyas de Kim Kardashian será mucho más majestuosa, pues la socialité de 42 años compró el colgante de cruz Attallah de amatista con diamantes incrustados que perteneció a la fallecida princesa Diana de Gales

La estrella de reality show participó de la subasta anual de Royal & Noble de Sotheby's en la que se presentó la icónica joya de amatistas de 5,25 quilates, única por su tamaño, color y estilo; además se dice que fue una de las favoritas de la princesa Diana.

No obstante, la puja no fue nada fácil para Kardashian, pues se encontró con la oposición de cuatro personas que también luchaban por conseguir el preciado tesoro. A falta de cinco minutos para finalizar la venta, Kim ofreció 197,453 dólares, más del doble de lo estimado para quedarse con la joya.

Esta reliquia es especial por su composición, pero también por las memorias que le preceden: se dice que fue una de las joyas favoritas de la princesa de Gales, junto a otras que permanecen en la memoria de todos, como el anillo de zafiro azul con el que el príncipe Carlos le pidió matrimonio o los clásicos y atemporales collares de perlas con los que irradiaba la elegancia y sencillez que le caracterizaban.

Fue en 1987 cuando Diana de Gales escogió por primera vez este impresionante collar que le prestaron desde la ilustre casa de joyería Garrard, con quienes tenía muy buena relación y a los que eligió para su anillo de compromiso en 1981, para lucirlo en una gala benéfica en apoyo de Birthright, una organización sin ánimo de lucro que trabaja para la protección de los derechos humanos durante el embarazo y el parto.

Princesa Diana de Gales portando la cruz de amatista
Princesa Diana de Gales portando la cruz de amatista / Fototeca de Tim Graham/Getty Images

Para aquel compromiso, que tuvo lugar en Londres, eligió un vestido de Catherine Walker en color púrpura apagado y negro que otorgaba todo el protagonismo a la joya que colgaba de su cuello y cuya cadena era tan larga que la cruz, del tamaño de la palma de una mano, le cubría buena parte del abdomen. Fue una de sus elecciones más atrevidas en las que se distanció de su habitual estilo romántico y sobrio.

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