Sylvester Stallone vs. Bruce Willis: el millonario conflicto que destruyó una amistad legendaria
Durante décadas, los actores fueron más que leyendas del cine de acción: eran amigos, colegas y hasta socios comerciales.
Junto a Arnold Schwarzenegger, fundaron el icónico restaurante Planet Hollywood, y compartieron pantalla en las dos primeras entregas de Los Mercenarios (The Expendables), una saga concebida como homenaje a las estrellas del cine de acción de los años 80 y 90.
Pero en 2013, esta alianza forjada entre explosiones, sudor y camaradería se desmoronó públicamente debido a un conflicto millonario que reveló tensiones acumuladas y diferencias irreconciliables.
Todo parecía encaminado para una tercera entrega épica de Los Mercenarios, con el mismo elenco cargado de nostalgia y testosterona. Pero cuando Stallone intentó renegociar con Willis su participación, la amistad estalló como una granada en cámara lenta.
Bruce Willis exigía 4 millones de dólares por cuatro días de rodaje. La producción, en cambio, solo estaba dispuesta a pagar 3 millones. El actor de Duro de matar no cedió, y la negociación se rompió. En respuesta, Stallone decidió eliminarlo del reparto y fichar a Harrison Ford.
Y lo anunció sin rodeos ni diplomacia: “WILLIS FUERA… HARRISON FORD DENTRO!!!! GRANDES NOTICIAS!!!!! Llevaba años esperando esto!!!!”, escribió Stallone en X el 6 de agosto de 2013.
Pero no se quedó ahí. En un segundo mensaje, fue directo al ataque personal: “Codicioso y perezoso. Una fórmula segura para el fracaso profesional”.
La ironía, como en toda buena historia de Hollywood, no tardó en aparecer: Harrison Ford terminó cobrando más que Willis por su participación. Según rumores, se le pagaron cerca de 7 millones de dólares.
Para Stallone, sin embargo, el dinero no era el verdadero problema. En declaraciones posteriores, subrayó que lo que realmente le molestó fue la falta de compromiso por parte de Willis.
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Pese al revuelo mediático, Los Mercenarios 3 no alcanzó el éxito esperado. Recaudó 214 millones de dólares en todo el mundo, una cifra inferior a la de sus predecesoras. Y aunque la franquicia intentó seguir adelante, Los Mercenarios 4, lanzada en 2023, fracasó estrepitosamente. Fue calificada por la crítica como una de las peores películas del año, marcando un cierre amargo para lo que alguna vez fue una oda al cine de acción clásico.
Años después, el conflicto entre Stallone y Willis quedó en segundo plano ante una noticia devastadora: en 2022, se hizo público que Bruce Willis fue diagnosticado con afasia, una enfermedad neurológica que afecta el lenguaje y la comunicación. Posteriormente, su familia reveló que padecía demencia frontotemporal.
La noticia tocó profundamente a Stallone, quien decidió dejar atrás viejas rencillas. En Instagram, compartió un mensaje sincero: “Nos conocemos de un largo camino, orando por lo mejor para ti y tu maravillosa familia”.
Además, en una entrevista, se mostró visiblemente conmovido: “Bruce está atravesando un momento muy, muy difícil. Me mata que estemos incomunicados, me duele, es muy triste”, confesó.
La historia de Willis con las decisiones erróneas no termina con Los Mercenarios. En los años 90, el actor tuvo la oportunidad de protagonizar Ghost, el éxito romántico que luego encabezaron Patrick Swayze y Demi Moore —quien era su esposa en ese momento.
En una entrevista con The New York Times en 1996, Willis explicó por qué rechazó el papel: “Simplemente no lo entendí. Dije: ‘Oye, el tipo está muerto. ¿Cómo vas a tener un romance?’”.
No fue el único. Harrison Ford, Michael J. Fox, Tom Hanks, Kevin Bacon y Tom Cruise también dijeron no al guion por parecerles inverosímil. Pero fue Fox quien luego se arrepintió públicamente: “Yo dije que nunca iba a funcionar. Dije: ‘Whoopi es genial pero nunca funcionará’. Y luego fue genial, un gran éxito, y yo soy un maldito idiota”.
La historia entre Stallone y Willis resume todo lo que el cine de acción representa: egos fuertes, decisiones impulsivas, lealtades rotas y, al final, humanidad compartida. Si bien el conflicto entre ambos fue público y doloroso, su desenlace, marcado por la compasión frente a la enfermedad, muestra que incluso en los mundos más duros, la empatía puede volver a unir lo que el dinero y el orgullo separaron.