El espectacular robo que convirtió a la Mona Lisa en el cuadro más famoso del mundo
Historia del arte
El 4 de enero de 1914 regresó a París la Mona Lisa después de dos años y ciento once días desaparecida.
En la mañana del martes 21 de agosto de 1911, el pintor Louis Béroud alertó al personal del museo de Louvre de que la Mona Lisa había desaparecido. En un principio el hueco vacío no alarmó a nadie ya que las obras solían moverse para ser fotográficas.
Al día siguiente, la noticia de que el cuadro había sido sustraído estaba en boca de medio mundo. El robo del retrato de Leonardo apareció en la portada de los periódicos de todo el mundo.
La policía empezó la investigación y el centro permaneció cerrado durante una semana en medio del escándalo.
Las indagaciones arrojaron que, aprovechando que el lunes el centro se encontraba cerrado, el carpintero italiano Vicenzo Peruggia, quien había realizado trabajos para el museo, vestido con su blusón de trabajo como los utilizados por el personal de mantenimiento descolgó el cuadro, separó la tabla de su marco, abandonándolo en una escalera y salió con el cuadro escondido bajo su ropa, que escondió posteriormente en su maleta.
Nace un ícono
Empieza así la notoriedad de la obra. La pared vacía del centro parisino se convirtió en una atracción turística. Al reabrir el Louvre el 29, luego de una semana cerrado batió récord de visitas. Según cuenta la escritora Rita A. Scotti en el libro El robo de la sonrisa: ¿quién se llevó la Gioconda del Louvre?, “los curiosos hacían cola para visitar el espacio vacío que antes ocupaba el retrato de Leonardo”.
“Hasta ahora han resultado infructuosas las pesquisas de la Policía para encontrar a los ladrones y sus cómplices, si los hubiese. El marco ha sido hallado en una escalera interior del edificio. No se explica que el ladrón haya podido salir con un lienzo de 80 centímetros de anchura y 70 de longitud sin llamar la atención de los vigilantes”, reportaban medios de comunicación.
Al principio, los investigadores pensaron que podría tratarse de un chantaje y que el ladrón pediría un rescate. También se sugirió que era una llamada de atención ante las escasas medidas de seguridad del museo.
Entre los sospechosos del hurto se encontraban Guillaume Apollinaire y Pablo Picasso, por aquella época jóvenes artistas de vanguardia y a quienes se les detuvo para interrogarlos, pues ciertamente habían estado implicados en la sustracción de alguna pieza del museo, pero se comprobó que no estaban involucrados.
Todo este escándalo hizo que la Mona Lisa adquiriera la popularidad universal de la que goza. Como señala Scotti en su libro, "la Mona Lisa abandonó el Louvre siendo una obra de arte y volvió convertida en un icono".
La pintura fue reproducida por todas partes. Ocupaba las páginas de la prensa –que seguía la crónica del robo casi a diario–, se usaba como reclamo publicitario y hasta dio lugar a películas sobre el robo.
El regreso de la Gioconda
Después de casi dos años se había perdido toda esperanza de encontrar el cuadro, ya ni siquiera aparecía en el catálogo del Museo del Louvre.
Sin embargo, a finales de noviembre, un rocambolesco suceso daría un vuelco a toda la historia del robo: el director de la Galería de los Uffizi Alfredo Geri y un marchante de arte fueron citados en un hotel de Florencia por un tal "Leonardo", que afirmaba tener en sus manos el retrato robado en París. Tras examinar el cuadro y comprobar su autenticidad, dieron parte a las autoridades y el ladrón fue detenido.
Enseguida se desveló que "Leonardo" no era otro que Vincenzo Peruggia, antiguo trabajador del Louvre, que argumentó una razón política para el crimen: quería devolver el cuadro a Italia, su verdadero hogar, pues creía que formaba parte de las obras de arte que Napoleón se había llevado a Francia a principios del siglo XIX.
Sin embargo, siempre existió la duda sobre si existía un autor intelectual del robo. En 1932, el periodista estadounidense Karl Decker afirmó haber conocido en Casablanca en 1914 a un misterioso marqués argentino llamado Eduardo de Valfierno, que le habría contado el verdadero trasfondo del robo más famoso del siglo: vender seis falsificaciones a varios coleccionistas incautos. La historia nunca pudo ser probada, por lo que el misterio perdura.
Antes de volver a Francia, la obra se expuso en Florencia, Roma y Milán, captando la atención de numeroso público. Finalmente, el 4 de enero de 1914 regresó a París.