¿Lo interrumpen al hablar? Esto dicen los psicólogos sobre las personas que tienen ese hábito

Interrumpir reiteradamente no siempre refleja una mala educación, sino que puede estar vinculado a diversos factores psicológicos, neurológicos o culturales.

La interrupciones también son una oportunidad para analizar qué dinámicas subyacen en los intercambios cotidianos / IA - META

Interrumpir constantemente durante una conversación es una conducta comúnmente considerada como una falta de cortesía.

Sin embargo, la psicología sugiere que detrás de este hábito pueden esconderse razones más complejas que van desde rasgos de personalidad y patrones culturales, hasta condiciones clínicas como el trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) o estados elevados de ansiedad.

La psicóloga Isabel Reoyo, en declaraciones para el medio CuídatePlus, explica que en algunos casos, este tipo de comportamiento no se debe a una intención deliberada de desvalorizar al interlocutor, sino al deseo genuino de participar activamente en el diálogo. “A veces, cuando un tema resulta especialmente interesante o emocionante, la persona siente una necesidad urgente de expresar su opinión o compartir una idea”, sostiene Reoyo.

Este tipo de interrupciones puede surgir con frecuencia cuando el tema tratado genera una conexión emocional fuerte o despierta experiencias personales. “Esto no proviene de la intención de dominar el diálogo o menospreciar a los demás, sino del entusiasmo y la conexión que siente con el tema”, agrega la especialista.

El problema se agrava cuando la persona carece de herramientas para regular su impulsividad. La incapacidad de esperar el turno para hablar puede ser un reflejo de una regulación emocional deficiente, más que de una actitud irrespetuosa.

La impulsividad excesiva también está vinculada a trastornos neuropsicológicos como el TDAH. Las personas que lo padecen suelen presentar dificultades para mantener la atención sostenida y controlar sus impulsos. “Su mente tiende a moverse rápidamente de una idea a otra, lo que hace que controlar la impulsividad sea especialmente desafiante”, puntualiza Reoyo. En estos casos, la interrupción no es voluntaria, sino un reflejo del modo en que funciona su sistema cognitivo.

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Otro de los factores desencadenantes más habituales es la ansiedad. Cuando una persona atraviesa estados elevados de tensión, su actividad mental puede ir por delante de la conversación. La psicóloga indica que, en estos contextos, surge un temor a olvidar lo que se desea decir si no se expresa de inmediato.

El estrés crónico, por su parte, deteriora la capacidad de escuchar activamente y genera un tipo de participación donde el foco está más puesto en formular respuestas que en comprender al otro. Esta desconexión puede dar lugar a interrupciones constantes, que son percibidas por el entorno como una falta de interés o empatía.

Además de los aspectos clínicos o emocionales, el temperamento y la cultura también desempeñan un papel fundamental. Las personas con una personalidad extrovertida o muy expresiva suelen adoptar un estilo de comunicación más espontáneo y directo, en el que hablar simultáneamente no necesariamente representa una transgresión, sino una forma de conectar con otros.

En ciertos contextos sociales, especialmente en culturas donde la interacción verbal es rápida y energética, este comportamiento puede ser incluso valorado como señal de entusiasmo y compromiso. No obstante, en otros entornos donde se privilegia el respeto estricto por los turnos de palabra, se percibe como una actitud invasiva.

En definitiva, interrumpir reiteradamente no siempre refleja una mala educación, sino que puede estar vinculado a diversos factores psicológicos, neurológicos o culturales. Abordar esta conducta desde una perspectiva empática y con información basada en evidencia permite no solo comprender mejor al interlocutor, sino fomentar ambientes comunicativos más saludables.

Las interrupciones, si bien pueden generar malestar, también son una oportunidad para analizar qué dinámicas subyacen en los intercambios cotidianos y cómo mejorar la calidad del diálogo interpersonal.

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