Noticiero A.M.
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Fue detenido, esposado, procesado y encerrado más de una vez. A fines de los años 90, su talento precoz quedó sepultado por titulares de arrestos, adicciones y estancias carcelarias. Pero su historia no se detuvo allí: es, quizá, el relato más impactante de resurrección personal y profesional en la historia reciente de Hollywood.
Todo comenzó mucho antes de la fama mundial, en un entorno familiar atravesado por la adicción. Fue su propio padre, el cineasta independiente Robert Downey Sr., quien le ofreció su primera droga a los seis años. “Alterábamos nuestra conciencia con sustancias”, confesó el actor en el documental de Netflix que produjo en homenaje a su progenitor. Ese vínculo temprano con las drogas se convirtió en una espiral destructiva que lo alejó de los sets de rodaje y lo llevó directo a una celda.
Según Europa FM, el primer episodio policial grave se registró en abril de 1996, cuando fue arrestado en Sunset Boulevard en posesión de heroína, cocaína y un revólver Magnum .357. Solo un mes más tarde, irrumpió bajo los efectos de estupefacientes en la casa de su vecino. El sistema judicial respondió con tres años de libertad condicional y pruebas antidrogas obligatorias. Pero Downey Jr. no las cumplió.
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Ese incumplimiento lo llevó a la cárcel del condado de Los Ángeles, donde pasó casi cuatro meses. El ciclo se repitió: en 1999, volvió a desobedecer una orden de control de drogas y fue condenado a tres años en la penitenciaría de Corcoran. Cumplió 15 meses en una de las cárceles más duras del estado de California. Su vida personal también se derrumbaba: la relación con Sarah Jessica Parker, que había comenzado en 1984, se volvió insostenible. Luego, su matrimonio con Deborah Falconer terminó en 2001, presionado por sus constantes recaídas. Para ese momento, Downey Jr. había estado preso en tres cárceles distintas.
Y aún no tocaba fondo. En el Día de Acción de Gracias, a solo cuatro meses de haber sido liberado, fue arrestado otra vez por estar bajo los efectos de las drogas, con supuesta posesión de cocaína y valium. En abril del 2000 fue hallado desorientado, vagando por un callejón de Los Ángeles. Había perdido la confianza de los productores. En 2003, The New York Times lo catalogó como “no asegurable”, una sentencia fatal en la industria del cine.
Sin embargo, algo cambió. Como si finalmente se hartara de sí mismo, decidió acabar con el ciclo. “Arrojé todas las drogas al océano”, reveló tiempo después. Dejó atrás ese pasado con una convicción brutal. Ayudado por un proceso de rehabilitación, madurez personal y el apoyo incondicional de Susan Levin, quien luego se convertiría en su esposa y socia en la productora Team Downey, inició su reconstrucción.
La industria lo vio renacer en 2007, cuando Marvel apostó por él para dar vida a Tony Stark en Iron Man. Fue el comienzo de una nueva era. Encabezó las listas de actores mejor pagos del mundo, se convirtió en uno de los rostros más rentables de Hollywood y, finalmente, logró lo impensado: obtener un perdón oficial del gobernador de California, según informó The New York Times.
En 2024, de pie sobre el escenario del Teatro Dolby, Robert Downey Jr. cerró el círculo al recibir el Oscar al Mejor Actor de Reparto por Oppenheimer. Con su característico humor ácido, dijo: “Quiero agradecer a mi terrible infancia y a la Academia, en ese orden”. También dedicó el premio a su abogado: “La mitad de los años se pasó tratando de sacarme de la cárcel. Gracias, hermano”.
Pero fue en una entrevista con Vanity Fair donde ofreció una mirada más íntima sobre su infierno personal: “No todos cambian. Lo importante es salir y reconocer la significancia de esa negación agresiva del destino”. También habló de su hijo Indio, quien también enfrentó problemas con las drogas: “Es el hijo de su madre y mío, y salió del pozo más rápido que nosotros. Pero eso es típico en la era de la información; las cosas se aceleran”.
Robert Downey Jr. no solo volvió. Se superó. Convirtió su tragedia en triunfo, su historia en lección. Su vida ya no es una crónica policial, sino un ejemplo de resiliencia feroz. De la oscuridad a la alfombra roja, de la adicción al Oscar, Robert Downey Jr. es hoy el testimonio viviente de que, incluso en Hollywood, las segundas oportunidades pueden brillar más que el pasado.