María Félix, la diva inmortal que desafió a Hollywood, a la moral y al tiempo
Tras 112 años de su nacimiento y 23 de su muerte, La Doña sigue viva en la memoria colectiva como una figura de poder, misterio y belleza inquebrantable.
Nació el 8 de abril de 1913 en Álamos, Sonora, y murió exactamente 88 años después, el 8 de abril de 2002, en Ciudad de México. Así comenzó la leyenda de María Félix, “La Doña”, una de las mujeres más fascinantes del siglo XX. Dueña de una personalidad avasalladora, carácter firme y una lengua afilada, María no solo rompió esquemas, los incendió con su presencia.
“No soy un mito, soy una realidad”, decía sin titubear. Y tenía razón: su nombre sigue encendiendo titulares, generaciones después de su partida.
Desde los inicios de su carrera en el cine mexicano, María Félix demostró que no estaba dispuesta a obedecer órdenes sin sentido. Cuando los productores intentaron cambiarle el nombre artístico a Diana del Mar o Marcia Maris, ella se negó en seco. “Solo acepté acortar mi nombre de María de los Ángeles Félix Güereña a María Félix”, contaba.
Y ese nombre, que no quiso que maquillaran, se volvió sinónimo de poder femenino, belleza desafiante y autonomía en una época en la que el sistema no perdonaba a las mujeres que alzaban la voz.
En torno a su figura se tejen mitos que escandalizan y fascinan por igual. Uno de los más controversiales aparece en el libro Acuérdate, María, de Sergio Almazán, quien narra que María habría tenido un romance con su hermano Pablo, dos años mayor que ella. Al parecer, sus padres, alarmados por la cercanía, enviaron a Pablo al Colegio Militar. Ahí, Pablo se suicidó de un disparo en la cabeza, una tragedia que marcó la juventud de la actriz.
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Otro de los pasajes más crudos involucra a su único hijo, Enrique Álvarez Félix. Se dice que un día María lo descubrió vestido de mujer, y en respuesta, lo golpeó hasta dejarlo inconsciente y luego lo envió fuera del país. Aunque nunca confirmó este hecho, la historia persiste como parte de los claroscuros que marcaron su vida.
En su libro autobiográfico Todas mis guerras, María confesó un hecho que dejó sin palabras a sus lectores: comió carne humana en Marruecos, durante el rodaje de la película La Corona Negra. Según relató, un jeque local ofreció un banquete que incluía carne de niños nacidos fuera del matrimonio, y por miedo a ofender, la actriz la probó. Verdadero o no, la historia ha alimentado el aura mística y temible que siempre la rodeó.
Su poder de seducción no conoció fronteras. Uno de los rumores más famosos asegura que el rey Faruk de Egipto intentó conquistarla ofreciéndole la diadema de Nefertiti. Ella, como era habitual, lo rechazó con elegancia y desdén.
“Usted tiene más tiempo en este negocio. Así que debe de saber con quién hay que acostarse para ser estrella”, respondió sin pestañear a Jorge Negrete, cuando él insinuó que había conseguido su papel en El peñón de las ánimas gracias a favores sexuales.
Negrete, a quien terminaría casándose más adelante, no fue el único hombre que cayó rendido ante su fuerza. Agustín Lara, embelesado, le compuso la inmortal María Bonita, mientras que Emilio “El Indio” Fernández la consideraba su máxima inspiración. Más allá de sus amores, su legado fue claro: “María Félix fue una mujer que predicó con el ejemplo el valor de la independencia, la belleza con carácter y la inteligencia sin sumisión”.
En pleno 2025, el eco de su figura sigue resonando en México y el mundo. A 112 años de su nacimiento y 23 de su muerte, María sigue reinando como un ícono irremplazable del Cine de Oro Mexicano. Porque hay mujeres que viven, mujeres que mueren… y Marías que se vuelven eternas.