Marihuana y salud mental: estudios revelan impacto en la memoria y riesgo psicótico

Aunque el cannabis ha ganado terreno como sustancia terapéutica en diversos países y es popular en su uso recreativo, la ciencia aún debate sus verdaderos efectos sobre la mente humana.

Marihuana / IA - META

Tres estudios recientes publicados en The Journal of Psychopharmacology, Neuropsychopharmacology y el International Journal of Neuropsychopharmacology ofrecen nuevas pistas sobre cómo el cannabis altera la función cerebral, especialmente en adultos jóvenes.

Según la Oficina de las Naciones Unidascontra la Droga y el Delito (UNODC), aproximadamente 192 millones de personas entre los 15 y los 64 años consumen cannabis de forma recreativa. La cifra refleja no solo la popularidad de la sustancia, sino también una creciente exposición de cerebros en desarrollo a sus posibles efectos a largo plazo.

El principal compuesto psicoactivo del cannabis es el tetrahidrocannabinol (THC), que actúa directamente sobre el sistema endocannabinoide del cerebro. Este sistema regula funciones clave como la memoria, la motivación, la recompensa y el aprendizaje, y tiene una alta concentración de receptores en áreas como la corteza prefrontal y el sistema límbico.

El THC interfiere en la comunicación entre neurotransmisores como la dopamina (vinculada a la motivación y la recompensa), el glutamato y el ácido gamma-aminobutírico (GABA), que son cruciales en los procesos cognitivos. Esa alteración, según los investigadores, explica los cambios en la forma de pensar, decidir y recordar en quienes consumen marihuana con frecuencia.

Los estudios coinciden en que el consumo prolongado de cannabis, sobre todo en personas con trastorno por uso (uso compulsivo que interfiere con la vida cotidiana), deteriora significativamente la memoria y otras funciones ejecutivas como la flexibilidad mental, la toma de decisiones y la planificación.

En una muestra comparativa entre 39 personas con trastorno por uso de cannabis y 20 personas no consumidoras, los primeros obtuvieron peores resultados en pruebas de memoria desarrolladas por el Cambridge Neuropsychological Test Automated Battery, que mide la capacidad del cerebro para retener y procesar información.

Además, los consumidores frecuentes suelen tomar decisiones más impulsivas y asumir mayores riesgos, incluso si se trata de usuarios moderados. El inicio temprano del consumo (adolescencia o adultez joven) parece agravar este efecto, al coincidir con la etapa de mayor plasticidad cerebral.

Los efectos del cannabis varían según el sexo. Según los investigadores, mientras que los hombres consumidores tienden a sufrir mayor deterioro de la memoria y dificultad para reconocer objetos, las mujeres muestran más problemas de atención y fallas en funciones ejecutivas como el autocontrol o la organización.

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Estas diferencias se mantienen incluso al controlar factores como edad, coeficiente intelectual, consumo de otras sustancias, estado de ánimo, ansiedad y estabilidad emocional.

Uno de los mitos más persistentes en torno al cannabis es el del “síndrome amotivacional”, que describe a personas que, tras consumir regularmente, pierden interés por metas laborales, académicas o personales.

Aunque no todos los estudios lo confirman con claridad, la nueva evidencia sí apunta a que el sistema de recompensa del cerebro se ve afectado. En una investigación con escáner cerebral, los participantes que consumían cannabis moderadamente mostraron una menor activación del cuerpo estriado ventral, zona clave en la respuesta al placer, al imaginar situaciones asociadas con una recompensa monetaria.

“Los efectos eran sutiles, pero reflejan una alteración en cómo el cerebro responde a las recompensas, incluso en consumidores no crónicos”, explican los autores.

Esto podría traducirse en una sensación reducida de satisfacción al lograr objetivos, así como una menor motivación para alcanzarlos.

El impacto más preocupante del cannabis, según los expertos, es su asociación con síntomas psicóticos, especialmente en adolescentes. En jóvenes con predisposición genética a la psicosis, medida por una escala de ideas paranoides y rasgos psicóticos, el consumo de marihuana incrementó el riesgo de desarrollar síntomas del 25% al 51%.

Incluso en adolescentes sin esa predisposición, el riesgo subió del 15% al 21%. Estos hallazgos refuerzan la hipótesis de que el cannabis puede actuar como un disparador de trastornos mentales graves en personas vulnerables.

La anhedonia, incapacidad para sentir placer, también aparece con más frecuencia en adolescentes consumidores. Esto podría explicar en parte la relación entre cannabis, depresión y baja motivación.

En otro estudio con 780 adolescentes, los efectos psicóticos se asociaron con cambios estructurales en una región cerebral llamada “uncus”, ubicada en el parahipocampo, una zona involucrada en la memoria y con una alta densidad de receptores cannabinoides.

Aunque los efectos negativos son claros, aún no hay consenso sobre su duración. Algunos estudios sugieren que los daños cognitivos podrían disminuir con el tiempo si se interrumpe el consumo. Pero eso no garantiza que todos los usuarios se recuperen por completo.

“Aun si los efectos se debilitan con la abstinencia, no podemos ignorar el impacto acumulado del consumo frecuente, especialmente en jóvenes cuyo cerebro aún se está desarrollando”, advierten los expertos.

El debate sobre el cannabis continúa, y los estudios más recientes advierten que no es una sustancia tan inocua como a veces se presenta. La memoria, la motivación, el aprendizaje y la salud mental pueden verse comprometidos, sobre todo cuando el consumo es regular y comienza a edades tempranas.

Mientras la legalización avanza en muchos países, los expertos insisten en la necesidad de una educación clara sobre los riesgos asociados y en más investigaciones que ayuden a entender los efectos a largo plazo de esta planta milenaria sobre el cerebro humano.

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