¿Sabía que existen cinco formas de amar? Así las definieron los antiguos griegos

Amor

Antes de que el amor se redujera a un concepto único y casi inabarcable, los filósofos de la Antigua Grecia ya habían identificado sus múltiples manifestaciones.

Los antiguos griegos entendían el amor no como un único sentimiento, sino como una serie de experiencias diversas, todas necesarias para una vida plena / IA - META

Para ellos, no existía un solo tipo de amor, sino al menos cinco formas distintas de experimentarlo y nombrarlo: Eros, Philia, Agápē, Storge y Philautía. Estas categorías, lejos de ser reliquias del pasado, siguen resonando hoy más que nunca en la forma en que entendemos nuestras relaciones.

La sabiduría de los antiguos griegos no surgió de la nada. Durante siglos, explicaron los fenómenos de la vida, como la muerte, el viento o el amor, a través de dioses y mitos. Pero con el tiempo, aquellos relatos fueron insuficientes para saciar su sed de conocimiento. Así, dejaron atrás la mitología para abrazar el razonamiento lógico, dando origen a la filosofía. Este paso crucial, conocido como el tránsito “del mito al logos”, sentó las bases del pensamiento occidental, y con él, nuevas preguntas sobre el amor y sus múltiples formas.

Te puede interesar: La Agencia Espacial Europea ofrece 5,000 euros por quedarse acostado para un estudio espacial

Te puede interesar: Lluvia de estrellas Líridas 2025: cuándo, cómo y desde dónde ver hasta 15 meteoros en abril

Veamos cómo los grandes pensadores griegos explicaban esta compleja emoción:

Eros, la pasión que arde como el primer fuego

El amor romántico y sensual, el que empuja a los corazones a latir más rápido, fue denominado Eros. Inspirado en el dios que disparaba flechas al azar provocando deseo y confusión, este amor es el protagonista central de El Banquete de Platón. Allí, Aristófanes describe que los seres humanos originalmente eran criaturas completas y redondas que, tras ser divididas por los dioses como castigo, viven buscando desesperadamente a su otra mitad para recuperar su plenitud perdida.

Así, Eros representa la fuerza impulsora que lleva a las personas a buscar su “media naranja”, una idea que aún persiste, aunque a menudo la consideremos una metáfora pasada de moda.

Philia, el arte de la amistad verdadera

En su obra Ética a Nicómaco, Aristóteles define Philia como el amor fraternal, ese vínculo que nace de la amistad y la confianza. No cualquier amistad, sino aquella que promueve el crecimiento mutuo y la virtud. Aristóteles también menciona el pragma (amistad por conveniencia) y distingue entre amistades por placer y amistades virtuosas, considerando estas últimas las más elevadas.

Sócrates, en El Banquete, amplía la idea de Philia como una conexión profunda que va más allá del placer o la conveniencia: busca el desarrollo del otro y la búsqueda conjunta de la sabiduría.

Agápē, amar sin esperar nada a cambio

Aunque hoy el término se asocia principalmente al cristianismo, Agápē ya formaba parte del pensamiento griego. Este amor desinteresado y compasivo se dirige hacia el bienestar del otro, sin esperar reciprocidad.

En El Banquete, Diotima de Mantinea, maestra de Sócrates, introduce la idea de un amor orientado hacia lo eterno, un amor que trasciende lo físico. Agápē es el amor que acepta al otro en su totalidad, similar al que Jennifer Connelly interpreta hacia Russell Crowe en Una mente maravillosa (2001): una entrega que no depende de las circunstancias.

Storge, el amor que se da en familia

Storge es el amor natural que existe entre padres e hijos, hermanos o familiares. Aunque menos discutido en profundidad por los filósofos, Aristóteles lo menciona en Ética a Nicómaco como un sentimiento vital para la vida ética. Poetas como Sófocles y Safo también exploraron este amor en sus obras.

Un ejemplo claro de Storge contemporáneo se puede ver en la novela Mujercitas de Louisa May Alcott: las relaciones entre las hermanas March retratan perfectamente esta forma de amor natural, incondicional y entrañable.

Philautía, la importancia de amarse a uno mismo

Lejos de ser egoísmo, la Philautía en su sentido positivo es amor propio equilibrado. Aristóteles reflexiona sobre ella en Ética a Nicómaco, y Platón la menciona en Fedro, donde habla de cómo el cuidado del alma y el autoconocimiento son esenciales para vivir una vida virtuosa.

Sin embargo, los griegos también advirtieron que este amor puede corromperse si se convierte en narcisismo desmedido. En nuestros días, el amor propio es fundamental para sostener relaciones sanas y evitar la dependencia emocional. Como enseñaron los filósofos, no se puede amar genuinamente a otros sin primero reconocerse y valorarse a uno mismo.

En conclusión, los antiguos griegos entendían el amor no como un único sentimiento, sino como una serie de experiencias diversas, todas necesarias para una vida plena. Comprenderlas nos invita a reflexionar sobre nuestras propias relaciones y nos enseña que amar, en todas sus formas, es uno de los actos más ricos y complejos de la existencia humana.

Temas relacionados

Si te lo perdiste
Lo último