¿Qué impacto tiene para la salud mental tener muchos hermanos?
Estudio revela que crecer en familias numerosas puede influir negativamente en el bienestar emocional de los adolescentes.
Aunque tener hermanos ha sido históricamente relacionado con compañía, aprendizaje compartido y afecto, una nueva investigación revela que esta dinámica también puede tener un lado oscuro. Un estudio publicado en el Journal of Family Issues sugiere que los adolescentes que crecen con varios hermanos presentan mayores riesgos de tener una salud mental deteriorada, especialmente cuando las diferencias de edad entre ellos son mínimas.
El hallazgo, respaldado por el análisis de datos de casi 19.000 adolescentes de octavo grado en Estados Unidos y China, indica que la cantidad de hermanos y la cercanía en la edad son factores clave que pueden influir en el bienestar psicológico de los jóvenes.
“Los padres que tienen más hijos pueden tener menos recursos para reducir el estrés en el hogar en comparación con los padres que tienen menos hijos”, explican los autores del estudio.
El fenómeno se conoce como “dilución de recursos”: a mayor número de hijos, menor capacidad de los padres para brindar atención emocional, tiempo de calidad y recursos financieros a cada uno.
El psicólogo clínico Jeff Gardere, profesor en el Touro College of Osteopathic Medicine, lo resume con claridad: “Cuantos más hijos hay en la familia, menos atención pueden prestar los padres a cada uno de ellos y menos recursos financieros pueden destinar a ellos”.
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Y no se trata solo de dinero: la atención emocional, la escucha activa y el tiempo de calidad también se reparten entre más personas, lo que, en muchos casos, deja a los adolescentes con una sensación de abandono, inseguridad o baja autoestima.
El estudio también descubrió que los hermanos con diferencias de edad pequeñas, sobre todo de un año o menos, presentan mayores conflictos emocionales. Esto se explica por dos razones: compiten constantemente por la atención de sus padres y tienden a ser tratados como si fueran iguales, aunque sus necesidades emocionales y de desarrollo puedan ser diferentes.
“La realidad es que pueden tener edades similares, pero tienen necesidades individuales y, como padres, solemos pasarlo por alto. En otras palabras, no distinguimos sus necesidades ni perspectivas únicas”: La terapeuta Samantha Quigneaux, directora nacional de servicios de terapia familiar en Newport Healthcare, agrega otro ángulo: “Los adolescentes experimentan una mayor conciencia de los demás, lo que conduce a la competencia y la comparación”, afirma.
“Esto puede generar ansiedad y problemas de autoestima, especialmente si comparten círculos sociales o actividades extracurriculares con sus hermanos”. No todo es negativo. Los hermanos también pueden ser una fuente invaluable de apoyo emocional y protección psicológica, especialmente en hogares donde la relación entre ellos se ha cultivado conscientemente.
“Tener hermanos puede contribuir positivamente a la salud mental de los adolescentes al brindarles apoyo emocional, fomentar un sentido de compañerismo y crear una red social sólida”, afirma Quigneaux.
Gardere lo explica con una metáfora familiar: “Es como haber nacido en una banda o en un equipo deportivo. Hay más apoyo no solo de los padres, sino sobre todo de los hermanos”.
Incluso cuando los padres no pueden ofrecer toda la atención que quisieran, los hermanos pueden convertirse en aliados para sobrellevar desafíos escolares, conflictos emocionales o situaciones familiares difíciles.
La clave está en reconocer que cada hijo es único, con necesidades particulares que deben ser escuchadas y atendidas: “Lo más importante es tomarse el tiempo para escuchar a cada niño individualmente, a veces a solas, y ellos les dirán lo que quieren y necesitan de ustedes como padres”, recomienda Gardere.
Según Quigneaux, fortalecer los lazos individuales, fomentar la comunicación y promover un entorno donde cada niño se sienta escuchado son pasos esenciales: “Establecer límites personales y asegurar que cada hermano se sienta comprendido puede contribuir a una dinámica familiar más saludable”.
También sugiere que los padres no teman buscar apoyo profesional: hablar con consejeros escolares, terapeutas familiares o pediatras puede ofrecer herramientas prácticas para mejorar el bienestar emocional de cada hijo.