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09 2018

Un beso inesperado, en el Camino de Santiago

Fachada de casas de Castrillo de los Polvozares.
Cerré los ojos y sentí la historia. Eran los disparos de una guerra civil que dejó profundas cicatrices. puertas y ventanas perforadas. Marcas de pólvora en las paredes... ecos silenciosos de grito añejos. De pronto, un aire helado hizo que levantara la mirada. Al fondo, una cruz de madera y el celaje de un niño corriendo. Antes de aquella visión era un pueblo fantasma, las únicas almas que se paseaban entre sus callejuelas eran las dos Marías, Fernando y el extranjero en esta excursión.
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29 2017

La historia que juntos escribimos

Me dijeron:  Deja de Guatemala te enseñe... y aparecieron estos maravillosos maestros.
El reloj se adelantó seis horas. El tiempo se robó las sonrisas y la memoria guardó sus rostros. Fueron minutos donde no hubo manera de definir los sentimientos. El corazón latía rápido. Era por miedo y felicidad. Estaban juntas en el mismo lugar. Era algo inexplicable; antagónico y armonioso. Luego de un rato el libro de viaje se abrió y un hombre de acento alemán y ojos de Mona Lisa puso el sello de bienvenida. Fue la última aventura del 2017, la de historias todavía no contadas.
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01 2017

Los muertos del Mediterráneo

En el piso del Palacio de Cristal están grabado el nombre de emigrantes que han muerto.
Ella no conoce sus rostros, jamás los vio; pero quiso saber sus nombres. No hay registros de su identidad, son muertos anónimos. Nadie los llora. Huyeron de África en busca de comida y el Mediterráneo los devoró. Ella conoce el dolor; durante décadas, al otro lado del mundo, su pueblo ha sido desplazado. Buscan salvar sus vidas de la muerte. Son visiones distintas, pero un mismo sufrimiento. Son los muertos del Mediterráneo dibujados por una colombiana.
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23 2017

Corazón de emigrante (un relato en primera persona)

Corazón de inmigrante (un relato en primera persona)
El sol ya se había escondido y hacía mucho frío. El aeropuerto era gigantesco, en pocos segundos la brújula había cambiado de dirección. Llegaron las inseguridades, los miedos y las maletas que pesaban un mundo. Pero la ilusión estaba allí, permanente. Era el inicio de un viaje que llegó de forma inesperada,y que no ha dejado de dar sorpresas a cada segundo. Esta es una historia contada en primera persona. Es la más íntima que he compartido. Aquí exploro mis más profundos sentimientos y los comparto de forma inédita. Es mi corazón de emigrante.
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19 2017

La Habana y sus melancolías

Teatro Alicia Alonso, hogar del gran Ballet Nacional de Cuba
La mirada perdida de Micaela es una de las tantas fotografías que no logro sacar de mi mente. La conocí en el legendario Café Hanoi de la Vieja Habana. Era mi última tarde en Cuba. Ella cantaba un bolero, de esos que aunque no te sabes la letra, lo disfrutas como si hubieras nacido escuchando esa melodía. Estaba embarazada, por el tamaño de la panza y el hinchor de sus pies podría tener, quizá, seis o siete meses. Se notaba cansada. La delató su mirada, porque su voz estaba tan viva como la criatura que tenía dentro de sí.
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09 2017

Las reliquias del campanario de Natá

Parque central de Natá de Los Caballeros
El paso al campanario estaba prohibido, pero no habría viajado más de 150 kilómetros, desde la Ciudad de Panamá para sólo verlo por fuera. ¡Tenía que entrar!. Hallar una estrategia iba a ser complicado. La iglesia estaba llena de feligreses. Si uno me descubría, sería tan terrible como ir a un juicio papal, o algo parecido.
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02 2017

Las historias que no se cuentan en Changuinola

Terminal de transporte de Changuinola, un domingo por la mañana.
El sonido de una avioneta aterrizando interrumpió el sueño aquella mañana. Era el primer domingo de septiembre. Hacía más frío de lo habitual. Las ganas de dejar las sábanas se habían extinguido, pero había que ponerse en marcha. Terminaba la visita de tres días en Changuinola; un viaje que me mostró el rostro de un pueblo que no les indiferente a nada, y una tierra donde florecen los sueños en medio de temibles leyendas.
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25 2017

Tortillas y Aguacate (Un relato de cocina en Guatemala)

La cocina de Marta.
No presume de nada, pero lo tiene todo. Le di dos vueltas al pueblo antes de sentarme en su mesa. Su sonrisa me llamó mucho la atención, además que su colorido vestido, bordado casi a la perfección y su falda de de colores no puede pasar desapercibida. Es chaparrita, gordita y en sus manos hay mucho amor. Lo demuestra su cocina. Se llama Marta y me la topé en Guatemala.
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18 2017

Zona de guerra: El Papa en Colombia

Zona de guerra: El Papa en Colombia
Eran cientos. Iban y venían de todas partes. Era muy de madrugada, ni siquiera había salido el sol y llovía; aunque eso le interesaba a pocos. Habían personas en sillas de ruedas, con muletas o bastones, jóvenes, muy jóvenes, ancianos, gente descalza. Era realmente impresionante. Parecía como si todos se hubieran puesto de acuerdo para abandonar la ciudad. Iban vestidos de blanco y caminaban de prisa. Se saludan unos a otros. Conocidos y desconocidos. Había alegría, pero estaba en zona de guerra.
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