Operación 'Salvar al asprete', el pez rumano que vivió con los dinosaurios

Vista de un ejemplar de asprete, o "Romanichthys valsanicola" en latín, un pez de agua dulce que se considera un "fósil viviente" porque existía ya en la época de los dinosaurios
Vista de un ejemplar de asprete, o "Romanichthys valsanicola" en latín, un pez de agua dulce que se considera un "fósil viviente" porque existía ya en la época de los dinosaurios / EFE
Efe
18 de noviembre 2020 - 06:01

Aunque nadie ponga en duda su existencia, los dinosaurios son para la mayoría de nosotros una especie casi mitológica, a la que nos unen casi exclusivamente los museos y el cine. 65 millones de años después de su extinción, una especie de pez de agua dulce, encontrada en el sureste de Europa, es uno de los pocos eslabones que nos conectan con tan remoto pasado.

Se trata del asprete, o "Romanichthys valsanicola" en latín, un pez de agua dulce del que se estima sobreviven apenas una quincena de ejemplares a lo largo de un kilómetro del cauce del río Valsan del centro de Rumanía, y que fue contemporáneo de los últimos dinosaurios.

Un pez difícil de ver

Debido a los hábitos nocturnos de este fósil viviente, y a que pasa la mayor parte del día escondido bajo las rocas, el asprete es un animal muy difícil de ver hasta para quienes dedican todo su tiempo a estudiarlo.

Pero, en un golpe de suerte, un grupo de científicos y activistas que trabajan para evitar su extinción dieron con un grupo de 12 ejemplares el mes pasado, e incluso pudieron grabarlos para deleite de los amantes de esta especie, que la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) califica como “críticamente amenazada”.

“Probablemente es la primera vez que se ha podido grabar a este pez en su hábitat natural desde que la especie fue descubierta”, cuenta a Efe el alpinista y conservacionista Alex Gavan, que pasó parte de su infancia a orillas del río Valsan y es el más activo embajador de la causa para salvar el asprete.

El vídeo en el que se puede ver a 12 ejemplares, explica Gavan, es un motivo para la esperanza, pues confirma la existencia del asprete y apunta a que la población podría superar la quincena de ejemplares en que se estima oficialmente.

Nombrado por su textura

Esta especie, cuyos orígenes se remontan a unos 65 millones de años, fue descubierta en 1956 por el estudiante de Biología rumano Nicolae Stoica.

Mientras trabajaba en una investigación sobre la fauna piscícola de la zona, Stoica encontró, en el mismo río Valsan, un ejemplar de pez "áspero" que no se correspondía con ninguna especie descrita previamente en los tratados de zoología disponibles.

El estudiante informó a los expertos zoólogos Margareta Dumitrescu y Petre Banarescu, que en 1957 publicaron junto a Stoica el estudio científico que acreditaba la existencia de esta nueva especie, cuyo nombre en latín significa "pez rumano del Valsan".

Su nombre popular, "asprete", hace referencia a su textura áspera ("aspra" en rumano) y en el momento de su descubrimiento existía también en al menos otros dos ríos de la zona, el Arges y el Valsan, con una población estimada de varios cientos de ejemplares.

Amenazado por una hidroeléctrica

La principal explicación del declive poblacional del asprete está en la construcción de la Presa Vidraru, ejecutada por las autoridades de la época con los fines de producir energía eléctrica, prevenir inundaciones y facilitar las labores de regadío en esta parte de Rumanía.

Gestionada por la empresa pública Hidroeléctrica, la presa ha reducido considerablemente el flujo del río, poniendo en riesgo la supervivencia del asprete.

“En ocasiones, la presa de la hidroeléctrica genera grandes cantidades de agua que arrastran masas de fango río abajo; este fango puede asfixiar al asprete al entrar en sus branquias”, cuenta Gavan.

“El Estado rumano debe respetar y hacer cumplir sus propias leyes, y esto es muy importante porque buena parte del daño que se están haciendo en el valle del río Valsan es responsabilidad del Estado rumano”, explica Gavan.

Además de la presa, la tala de árboles que dan sombra al río durante el día y regulan la temperatura y otras intervenciones humanas como los escalones artificiales creados en el curso del Vaslan para regular su flujo conspiran contra la continuidad del asprete en nuestro planeta.

“Queremos construir lo que se conoce como ‘escaleras de peces’ para que el asprete no quede atrapado en una sección determinada del río, porque esto afecta a su diversidad genética”, dice Gavan.

Crear un santuario ecológico

Además de dar respuesta a las cuestiones que afectan directamente al asprete, Gavan y sus aliados en esta lucha -entre los que hay científicos, empresarios, activistas de la sociedad civil y ciudadanos que se movilizan a título individual- quieren crear en el valle del río Vaslan un santuario ecológico capaz de atraer visitas y generar beneficios económicos en la zona.

Su objetivo es llevar a cabo una “reconstrucción ecológica del valle”, puesto que “de nada servirá salvar al asprete si no se le ofrecen las condiciones adecuadas”.

“Queremos implicar a los vecinos a través de cursos de emprendimiento, talleres de agricultura sostenible y otras iniciativas de promoción de los valores locales y la vida tradicional en un contexto contemporáneo”, cuenta Gavan.

Esta iniciativa para traer prosperidad a la región debe gravitar en torno al fluviarium, que Gavan espera poder financiar con fondos europeos y que debe convertirse en un centro de investigación científica y de actividades educativas para residentes y visitantes.

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