La guerra sigue en la RD Congo, 30 años después del genocidio en Ruanda

Refugio en RD de Congo
Refugio en RD de Congo / AFP
AFP
03 de abril 2024 - 06:30

Sentada en su casa en Goma, en el conflictivo este de la República Democrática del Congo, Rachel Sematumba afirma sentirse como una "hija de la guerra".

Al acercarse el 30º aniversario del genocidio en Ruanda, Rachel reflexiona sobre cómo la paz sigue siendo un objetivo difícil en la ciudad de Goma, al igual que cuando nació.

"Desde mi nacimiento, en el momento del genocidio en Ruanda, hasta hoy, con el M23 (milicia rebelde), en Goma sólo hubo guerra", lamenta Sematumba.

En el verano de 1994, casi un millón de refugiados ruandeses de etnia hutu cruzaron la frontera a Goma, capital de la provincia de Kivu del Norte, en la RD Congo.

Temerosos de represalias de las nuevas autoridades de Kigali, abandonaron un país traumatizado por el genocidio.

Rachel nació en agosto de ese año, cuando "todos los hospitales de la ciudad estaban llenos de cadáveres", recordó su padre, Onesphore Sematumba.

El cólera abundaba y cobraba la vida de decenas de miles de refugiados y habitantes.

Ahora, a pocos meses de cumplir 30 años, Rachel está por dar a luz a su hijo, esperado el 5 de abril, dos días antes del inicio de las conmemoraciones del genocidio en Ruanda.

En solo 100 días entre abril y julio de 1994 murieron unos 800.000 miembros de la minoría tutsi e integrantes moderados de la mayoría hutu, en masacres orquestadas y promovidas por las autoridades.

Con unos 30 años de edad en ese momento, Onesphore era profesor de literatura francesa en Ruanda cuando fue derribado el avión del presidente Juvenal Habyarimana, el 6 de abril.

En respuesta, extremistas hutus desataron el último genocidio del siglo XX.

"Estábamos celebrando la Pascua en el Congo", recuerda Onesphore. "El año escolar fue suspendido abruptamente, de un día al otro quedé desempleado en Goma", añade con amargura.

Incursiones armadas

Onesphore evoca una "marea humana" que tres meses después pasó de Ruanda a Goma.

"Niños, ancianos, ganado, tanques de guerra, camiones, todo el ejército, el gobierno (...) medio país se fue a la ciudad sin instalaciones ni supervisión. Sin nada", dice.

Goma tenía menos de 300.000 habitantes y "parecía una aldea grande", recuerda.

Espacios abiertos como canchas de fútbol, iglesias, escuelas y glorietas se llenaron rápidamente, contó.

Con la epidemia del cólera, "comenzamos a ver cadáveres que se apilaban".

"Los refugiados cocinaban al lado de gente que moría ante la indiferencia general. Incluso vimos bebés que amamantaban del cadáver de su madre", dice.

Aparecieron "enormes fosas comunes" detrás del aeropuerto y los campos de refugiados "se volvieron como pueblos" alrededor de Goma, explica.

Onesphore se encontraría con exalumnos que hablaban de retomar el poder en Kigali y realizar incursiones armadas en Ruanda.

Pero fue Paul Kagame y su Frente Patriótico Ruandés quienes frenaron a los extremistas hutu, ingresaron a Kigali en julio de 1994 y tomaron el poder, que aún conservan.

Futuro incierto 

Durante 30 años, el régimen ruandés argumentó que la presencia de extremistas hutus en Kivu del Norte era una amenaza que justificaba una intervención militar en la RD Congo, ya sea directa o por grupos rebeldes.

Las guerras y conflictos se han dado desde 1996, con el M23 -de mayoría tutsi- en control de grandes extensiones en Kivu del Norte, incluyendo los alrededores de Goma, con apoyo del ejército ruandés.

Los rebeldes aseguran defender a la población tutsi de Congo.

Rachel recuerda que siendo niña corría a su casa cuando los disparos en la ciudad interrumpían sus juegos con los vecinos.

La situación comenzó al crecer, aunque consideró que su adolescencia fue "normal", antes de agregar: "Al crecer te preguntas por el motivo de todo eso".

A los 17 años se fue de Goma a Nairobi, capital de Kenia, para estudiar diplomacia, desarrollo y seguridad internacionales.

Tras su graduación, Rachel volvió a Goma a fines de 2021, se casó dos años después y se mudó a una casa pequeña cerca del centro.

En la primera semana escuchó disparos cerca de su casa. "Dijimos 'ok, bienvenidos al barrio'", bromea.

Rachel quiere ser diplomática para representar a su país y combatir la explotación y la violencia contra las mujeres. "En lugar de criar a las mujeres, aquí las matan, las violan", afirma.

En el este de la RD Congo "es difícil salir del pasado", acota su padre.

Las escenas que presenció hace 30 años en Goma están de vuelta con el conflicto del M23 que obligó a 1,5 millones de personas a emigrar de sus casas.

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