Oposición denuncia fraude en presidencial de Kenia
La oposición denunció un fraude en las presidenciales del martes que dan la reelección a Uhuru Kenyatta, desatando este miércoles protestas y altercados que dejaron cuatro muertos en dos incidentes separados.
Al día siguiente de los comicios, calificados como fradulentos por el candidato opositor Raila Odinga (casi 45% de votos), la policía lanzó granadas lacrimógenas contra los cientos de manifestantes reunidos en los feudos de la oposición, donde suelen producirse este tipo de altercados en periodos electorales, principalmente en Kisumu (oeste).
Pero en el suburbio de Mathare, en Nairobi, la policía también disparó balas reales, matando a al menos a dos personas.
El jefe de la policía de Nairobi aseguró que habían intentado atacar a policías "con machetes". Una fuente policial que no quiso ser identificada afirmó que los dos muertos integraban un grupo de manifestantes, en el que había ladrones que se aprovechaban de la caótica situación.
Por otro lado, en el condado de Tana River (sureste), hombres armados con cuchillos atacaron un colegio electoral donde se estaba realizando el recuento. Dos de ellos fueron abatidos por la policía. "Todavía no hemos establecido el móvil" del suceso, declaró Larri Kieng, jefe regional de la policía, al ser preguntado sobre podría tratarse de un ataque de los islamistas somalíes de Al Shabab, muy activos en esa zona.
La Comisión Electoral (IEBC) publicó este miércoles a última hora de la tarde los resultados transmitidos electrónicamente por casi el 97% de los colegios electorales, que daban al presidente saliente Uhuru Kenyatta el 54,31% de los votos, contra el 44,81% obtenido por Odinga, sobre un total de 14,7 millones de votos escrutados.
"Se trata de un fraude de una gravedad monumental, no ha habido elecciones", denunció a la prensa Odinga, candidato de la coalición de oposición Nasa.
Según Odinga, 'hackers' informáticos "manipularon" la elección en favor del presidente saliente tomando el control del sistema de recuento de votos, gracias a los códigos de acceso de un responsable informático de la Comisión electoral, asesinado poco más de una semana antes.
Unas acusaciones desmentidas, no obstante, por el IEBC. "Nuestro sistema de gestión de las elecciones es seguro. No se producen interferencias externas o internas en nuestro sistema, en ningún momento, ni antes ni durante ni después de la votación", afirmó Ezra Chiloba, director ejecutivo de la comisión.
Odinga pidió igualmente calma a los kenianos, antes de añadir: "yo no controlo al pueblo".
Disparos de advertencia
El presidente del IEBC, Wafula Chebukati, subrayó que los resultados publicados en línea no son "definitivos", pues tienen que ser validados por las actas de los colegios electorales, cuya recogida podría tomar todavía varios días, según dijo.
Durante este tiempo, en Kisumu (oeste), uno de los bastiones de la oposición, varias decenas de partidarios de Odinga se manifestaron y quemaron neumáticos. "Si Raila no es presidente, no podremos tener paz", gritó uno de ellos, mientras que la policía dispersaba a la multitud con gases lacrimógenos.
En Nairobi, la policía antidisturbios, desplegada en varios suburbios, intervino en Mathare y Huruma, en el noreste de la capital, principalmente con disparos de advertencia.
Aspirante por cuarta vez al sillón presidencial, Raila Odinga ya había cuestionado los resultados en las elecciones de 2007 y 2013.
En 2007, Kenia se sumió en dos meses de violencia político étnicas y represión policial que dejaron al menos 1,100 muertos y más de 600,000 desplazados.
En 2013, Odinga denunció fraudes tras la victoria de Kenyatta desde la primera vuelta, apoyándose en el fallo del sistema electrónico.
Temores de violencia
Antes de las elecciones, para la que las autoridades dispusieron un despliegue sin precedentes de 150,000 miembros de las fuerzas de seguridad, varios observadores kenianos e internacionales habían manifestado su temor de que se produjesen incidentes al anunciarse los resultados de la presidencial, lo que en parte se confirmó.
La campaña de 2017 fue especialmente dura, con la oposición acusando sin descanso al campo presidencial de preparar un fraude.
La votación se desarrolló sin problemas el martes en la mayoría de los 41,000 centros electorales. Los cerca de 19,6 millones de electores de esta excolonia británica de 48 millones de habitantes también debían elegir gobernadores, diputados, senadores, representantes locales y representantes de mujeres en la Asamblea.
En las urnas se enfrentaban el hijo del primer presidente de la Kenia independiente, Jomo Kenyatta, y el de Jaramogi Oginga Odinga, vicepresidente por un breve periodo de tiempo antes de ser apartado del poder por Jomo.
El voto en Kenia suele basarse en sentimientos de pertenencia étnica, más que en programas. Kenyatta, que pertenece a la etnia kikuyu, y Odinga, a la luo, establecieron dos poderosas alianzas electorales.