Corea del Sur celebrará elecciones presidenciales tras la destitución de Park Geun-hye

El candidato presidencial surcoreano Ahn Cheol-Soo (C) del Partido Popular estrecha la mano con la gente durante su campaña electoral en la calle en Seúl el 7 de mayo de 2017.
El candidato presidencial surcoreano Ahn Cheol-Soo (C) del Partido Popular estrecha la mano con la gente durante su campaña electoral en la calle en Seúl el 7 de mayo de 2017. / AFP
Afp
07 de mayo 2017 - 11:33

Los surcoreanos votarán el martes para reemplazar a la presidenta destituida Park Geun-hye, después de una campaña exprés dominada por los problemas económicos y sociales, pero ajena a la crisis norcoreana.

El avance de los programas balísticos y nuclear de Corea del Norte copan los titulares de la prensa internacional, en particular desde la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca.

Pero los surcoreanos están acostumbrados a vivir con la amenaza de su vecino del norte y en el contexto particular que ha dominado esta elección, el asunto es todo menos determinante en su voto.

Estas elecciones deben permitir a la sociedad pasar página, tras meses de turbulencias relacionadas con el escándalo de corrupción que culminó con la destitución de Park por la Asamblea Nacional. La expresidenta está en la cárcel a la espera de juicio por corrupción y abuso de poder.

Las manifestaciones en las que millones de personas pidieron la salida de Park fueron una ocasión también para protestar contra el aumento de las desigualdades y el desempleo en la que es la cuarta economía de Asia.

Según las encuestas, las elecciones a una sola vuelta que se celebran el martes darán lugar a un relevo, después de una década de poder de los conservadores.

El candidato del Partido Democrático, Moon Jae-in, de izquierda, obtendría el 42,4% de los votos, según las encuestas, muy por delante del centrista Ahn Cheol-soo y el conservador Hong Joon-pyo, en la lucha con alrededor del 18%.

'Watergate'

"La derecha surcoreana se llevará un revés comparable al que sufrieron los republicanos estadounidenses tras el Watergate", pronostica el politólogo Robert Kelly, de la Universidad Nacional de Busan.

Los responsables de la Comisión Electoral Nacional esperan además una participación muy alta.

Sin embargo, el candidato elegido tendrá mucho por hacer para combatir la desaceleración del crecimiento, las desigualdades, la subida del desempleo -de los jóvenes en especial- y el estancamiento de los salarios.

Una situación aún más insoportable para la población en un momento en el que el índice de la Bolsa surcoreana está en alza y en el que el 10% de los surcoreanos más ricos suma cerca de la mitad de los ingresos de toda la población, según una encuesta del Fondo Monetario Internacional (FMI) publicada el año pasado.

El escándalo que le costó el puesto a Park contribuyó al resentimiento general que ilustra una vez más las relaciones poco saludables entre la clase política y la patronal.

En el centro de la polémica, una confidente en la sombra de la expresidenta, Choi Soon-sil, acusada de haberse aprovechado de sus relaciones para sacar decenas de millones de dólares a las grandes corporaciones surcoreanas.

El alcance del escándalo, que implica también al heredero de Samsung y al presidente de Lotte -el quinto mayor conglomerado empresarial de Corea del Sur- obligó a todos los candidatos a las elecciones a prometer reformas por una mayor honradez.

El peso de los 'chaebols'

Pero debido a su peso en la economía, los "chaebols" -los grandes conglomerados surcoreanos- son casi intocables. Y muchos dirigentes surcoreanos, una vez son elegidos, han tenido que renunciar a poner en práctica algunas de sus promesas de campaña.

"Los problemas son tan complejos y enredados que al próximo presidente le hará falta mucho tiempo para resolverlos, si es que se pueden resolver", escribía recientemente en un ensayo el exprimer ministro Kim Hwang-shik.

El próximo ocupante de la "Casa Azul", la residencia oficial de la presidencia surcoreana, heredará al llegar el espinoso dosier norcoreano.

En un momento en que algunos temen un sexto ensayo nuclear de Pyongyang, las tensiones rara vez han sido tan fuertes en la península debido al carácter imprevisible del nuevo presidente estadounidense, que amenazó con solucionar la cuestión por la fuerza militar.

El despliegue de un escudo antimisiles estadounidense en Corea del Sur para contrarrestar la amenaza norcoreana provocó el enfado de China.

Y Trump dejó perplejos a sus aliados al pedir a Seúl que pague la factura de mil millones de dólares de este dispositivo.

Rompiendo con la línea dura en relación a Pyongyang que defendía Park, Moon debería, en caso de victoria, proponer un acercamiento menos conflictivo con Corea del Norte y una emancipación de la tutela estadounidense.

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