Catorce años de división palestina, un desastre que no acaba
Hace catorce años, tras semanas de lucha feroz entre familias gazatíes partidarias de los rivales Fatah y Hamás, el movimiento islamista se hizo con el control de la franja, partiendo la sociedad palestina en dos e iniciando un desastre político y humano que no acaba.
La toma del poder de Hamás y la expulsión de las fuerzas leales a Mahmud Abás -que desde entonces gobierna solo en parte de Cisjordania- dio comienzo también al inicio del férreo bloqueo israelí sobre el enclave, que, en casi tres lustros y junto a la división, ha destrozado económicamente el hogar de dos millones de habitantes y una de las zonas del mundo con mayor densidad de población.
Aquel junio de 2007, la tensión en Gaza entre los milicianos de Hamás y las fuerzas de seguridad oficiales, en manos de Fatah, tocaron techo: las calles de ciudades, pueblos y campos de refugiados permanecieron prácticamente vacías durante días, excepto por las patrullas armadas de uno y otro lado que controlaban los edificios y todo movimiento, y apenas se oía el sonido del paso de vehículos e intercambios de fuego.
La lucha dejó 116 muertos y 550 heridos, según cifras del Comité Internacional de la Cruz Roja. Las relaciones entre ambos bandos y entre las familias que perdieron miembros aún no se han restaurado.
"Fue un día abominable", recuerda a Efe entristecido y enfadado Abdelkarim Ellouh, de 67 años y padre de Nooh, un joven muerto aquellos días por las fuerzas de Hamás.
"Si a mi hijo lo hubiesen matado los judíos, no estaría triste, porque sería considerado un mártir y un héroe. Pero que le matase otro palestino armado, me enfada y me vuelve loco. No se qué le hizo mi hijo a Hamás ni por qué le mataron", explica.
A Ellouh todavía le cuesta creer la pérdida, que modificó para siempre su vida. "Desde que murió mi hijo, me siento a la entrada de la casa y cuando veo que viene alguien pienso que es Nooh, que está regresando", relata.
Hamás ganó las elecciones de enero de 2006 y se hizo con el gobierno palestino, una victoria que Fatah no quiso aceptar. Ambos acordaron un Ejecutivo de unidad en 2007, que no gozó de reconocimiento internacional y duró semanas.
La familia de Ali Shakshak, del barrio de Sheikh Radwan, en Gaza capital, también recuerda la muerte de uno de sus hijos, Ali, en junio de 2006 a manos de fuerzas de Hamás, pero aseguran estar preparados para la reconciliación.
"Fue muy doloroso para todos en la familia y en el barrio, y aún le echamos de menos", dice a Efe el hermano mayor, Hasan Shakshak, antes de manifestar su esperanza de que Hamás y Fatah logren sentarse a la mesa de negociación y acuerden volver a la unidad.
Dimitry Diliani, líder del movimiento reformista de Fatah, encabezado por el expulsado Mohammad Dahlan, rival de Abás, señaló a Efe que "la reconciliación con Hamás es la piedra fundacional de la reconstrucción de la unidad nacional" palestina.
Para él, "reforzar el frente interno" es fundamental para "enfrentarse a todos los riesgos inminentes que rodean la cuestión palestina. Es lo más importante en las circunstancias actuales", cuando Israel se prepara para anexionar parte del territorio palestino ocupado de Cisjordania.
Los riesgos para los palestinos, asegura, "aumentaron tras la división a que dio lugar el golpe de Estado de Hamás contra la autoridad palestina en Gaza".
En la última década se han llevado a cabo varios procesos de diálogo, mediados por países árabes, como Egipto y Catar, además de por la ONU, y se ha llegado a firmar algún acuerdo, que sin embargo no se ha traducido en hechos sobre el terreno, donde el movimiento islamista sigue manteniendo el control de la seguridad y las instituciones en Gaza y Fatah, en Cisjordania.
Representantes de Hamás rechazaron hablar con Efe sobre los logros y la división de los últimos catorce años y se limitaron a asegurar que el movimiento está preparado para iniciar conversaciones de reconciliación con Abás.
"La división interna entre Fatah y Hamás ha creado dos territorios, dos gobiernos y dos entidades aisladas", indicó a Efe el analista independiente Asad Kamal, que considera que cada año la brecha se hace más profunda porque todos los intentos de acabar con ella fracasan.
En estos momentos, ni siquiera hay un intento de diálogo en marcha, cada movimiento gobierna su territorio y la Autoridad Nacional Palestina (ANP) está ocupada en Cisjordania con una fuerte crisis financiera y la declaración del fin de todos los acuerdos firmados con Israel ante el plan de anexión. Hamás, mientras, continúa gobernando en Gaza, donde impone un rígido control de seguridad y mantiene una agenda islamista.
Mustafa al Sawaf, analista político cercano a Hamás, reconoce también que la división "es un desastre que daña a todos y cada uno de los palestinos, en todos los niveles: social, político y económico". Y lamenta que "además de sufrir por la ocupación (israelí) el pueblo sufre ahora por la división interna".
La escisión, sentencia, "ha animado a la ocupación israelí a violar los derechos legítimos de los palestinos, a perseguir un plan de anexión de partes de Cisjordania y a evacuar a Jerusalén de sus ciudadanos palestinos".
Ambas partes reconocen que la ruptura es un desastre, cuyo final sigue sin verse cerca.