Duterte, acusado de ser cerebro de los 'escuadrones de la muerte' de Davao
El presidente de Filipinas, Rodrigo Duterte, fue acusado hoy por un expolicía de ser el cerebro de los asesinatos cometidos por los "escuadrones de la muerte" durante sus más de dos décadas como alcalde de la ciudad sureña de Davao.
Arturo Lascañas, quien se presentó como antigua mano derecha de Duterte y que hasta ahora había negado las ejecuciones extrajudiciales en la ciudad más importante de la isla de Mindanao, se derrumbó hoy ante el Senado de Manila en una confesión que ha caído como una bomba política en el país.
"Todos los asesinatos que cometimos en la ciudad de Davao, no importa si les enterráramos o lanzáramos al mar, eran pagados por el alcalde Rody Duterte", aseguró Lascañas en una rueda de prensa en la cámara alta, al identificarse como el antiguo líder operativo de los "escuadrones de la muerte".
Allí compareció para confirmar que estos grupos paramilitares que supuestamente actuaban en Davao bajo el mando de Duterte "son reales", a pesar de que el propio Senado archivó la causa el año pasado al no encontrar pruebas que justificaran su existencia.
En respuesta, la oficina presidencial de Manila rechazó las nuevas acusaciones y calificó la rueda de prensa en el Senado como "parte de un prolongado drama político para destruir al presidente y derrocar a su administración", según el portavoz del Palacio de Malacañang, Martín Andanar.
Duterte fue alcalde de la ciudad de Davao, con una población de 1,5 millones de habitantes, durante 22 años durante varios periodos entre 1988 y 2016.
Bajo su mando la ciudad experimentó una rápida modernización y un descenso de la criminalidad, al tiempo que se produjeron más de un millar de ejecuciones extrajudiciales de presuntos delincuentes y opositores al alcalde, según datos de organizaciones de defensa de los derechos humanos.
"Por cada muerte, el alcalde Duterte nos pagaba 20.000 pesos (375 euros o 400 dólares) y a veces 50.000 (935 euros o 995 dólares) o 100.000 (1.875 euros o 1.990 dólares)", declaró hoy el exlíder de los
"escuadrones de la muerte" a los que se atribuyen estos asesinatos.
El expolicía especificó que Duterte le dio 3 millones de pesos (56.025 euros o 59.670 dólares) para contratar al sicario que tras dos intentos fallidos acabó en 2003 con la vida de Jun Pala, un comentarista de radio local crítico con la gestión del entonces alcalde.
En el caso del líder religioso Jun Barsabal, asesinado en 1993 por presunta ocupación ilegal de tierras, Lascañas confesó que el entonces alcalde le dio la orden directa de "matarlo".
Lascañas también acusó hoy a Duterte de haber sido el cerebro del asesinato de la familia entera de un presunto secuestrador en Davao y de los ataques armados a mezquitas en 1993 como represalia por el atentado islamista a la catedral de la ciudad.
El expolicía, que acompañó su confesión con una declaración jurada, compareció voluntariamente en el Senado a instancias del senador Antonio Trillanes, uno de los más fervientes opositores al presidente, y el Grupo de Asistencia Legal Gratuita que actúa bajo el paraguas de la ONU.
Este grupo instó hoy a más exmiembros de los "escuadrones de la muerte" de Davao a revelar su testimonio y prometió hacer "todo lo posible para asegurar que todos, desde el puesto más alto hasta el más bajo, rindan cuentas" por los presuntos crímenes, según su director, Jose Manuel Diokno.
Asimismo, confió en que la confesión de Lascañas sirva para que el Senado abra una nueva investigación de los hechos.
La cámara alta ya investigó el asunto de los "escuadrones de la muerte de Davao" pero a finales del año pasado archivó el caso al no hallar suficientes pruebas para demostrar su existencia.
El propio Lascañas, que el pasado octubre había negado en el Senado la existencia de los "escuadrones de la muerte", hoy se retractó de su primera declaración y la calificó como "todo mentiras".
La confesión del exagente se produce después de que a finales del año pasado un antiguo miembro arrepentido de los escuadrones, Edgar Matobato, acusara a Rodrigo Duterte de asesinatos y otros crímenes ante los senadores y el defensor del pueblo.
El propio Duterte se ha jactado en varias ocasiones de matar personalmente a drogadictos y traficantes de drogas en Davao y afirmado que la muerte de criminales sirvió para reducir la delincuencia, si bien no ha reconocido abiertamente la existencia de los "escuadrones de la muerte".