El joven que le dijo a su papá que no tenía trabajo, pero era un megavendedor de armas

Municiones decomisadas al nini español.
Municiones decomisadas al nini español. / Guardia Civil española

Un español de 24 años, sin oficio ni beneficio, compró un velero de ocho metros de eslora y lo atracó en el Puerto Olímpico de Barcelona. Su padre tenía dudas de cómo obtuvo el dinero, si no trabajaba: “hago negocios por Internet”, le dijo.

Y era cierto. O casi cierto. El hombre, detenido este jueves por la Guardia Civil española, vendía armas en la Internet oscura. Y estaba entre los más reputados comerciantes de armas en Europa.

Esa misma Internet es utilizada por plataformas de pornografía infantil.

“El detenido adquiría (las armas) inutilizadas y las manipulaba para que efectuaran fuego real”, dijo la Guardia Civil en un comunicado citado por el diario El Confidencial.

Después de manipularlas, las compraba en un establecimiento de Eslovaquia “de donde salieron las armas utilizadas en los atentados terroristas de París de 2015”, agregó el rotativo.

Armas halladas al joven traficante.
Armas halladas al joven traficante. / Guardia Civil española

Los investigadores españoles dicen que el nini criminal es “inteligente y autodidacta”.

¿Por qué? Tenía toda una estructura para sus negocios ilegítimos, que incluían identidades falsas, paraísos fiscales y monedas virtuales.

Veamos: el joven montó un taller en el garaje de una anciana impedida, que se lo prestaba a cambio de que le ayudase con tareas domésticas, reporta El País.

Una vez vendía las armas reparadas, cobraba en bitcoins el equivalente de entre 1,200 y 1,500 euros.

El dinero iba a parar a una cuenta en un paraíso fiscal, aunque la justicia no reveló cuál.

Cuando necesitaba dinero hacía pedidos de entre 20 y 30 armas en Eslovaquia, con identidad y dirección falsa, agrega El País.

El problema vino cuando los correos postales de Navarra –comunidad autónoma española donde nació- revisaron uno de los paquetes con armas que reenviaba a sus compradores, en marzo. La Policía tenía cinco meses tras su pista y la de sus compradores.

Este, dice la policía española, es "uno de los mayores golpes a nivel internacional a esta actividad ilegal que se mueve al amparo del anonimato y aparente impunidad de la Internet más profunda y sus cryptomercados".

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