Lituania, también bajo tensión por la crisis de los migrantes en Bielorrusia
Crisis migratoria
Lituania/En su granja de Lituania, cerca de la frontera bielorrusa, Jadviga Mackevic, una jubilada, recuerda el día en que vio salir del bosque a tres migrantes, en una región que sufre las consecuencias de la crisis diplomática entre Bielorrusia y la Unión Europea (UE).
"Apenas los vi por mi ventana. La patrulla de guardias de fronteras los atrapó inmediatamente", recuerda esta mujer de 80 años.
Desde entonces han levantado barreras de alambradas de púas a lo largo de la frontera que pasa por la parte trasera de su jardín, en el pequeño poblado de Siliai, en el área conocida como "Dieveniskes Loop", a causa de que se trata de un enclave lituano rodeado por Bielorrusia.
Aunque la crisis migratoria tiene lugar sobre todo en la frontera entre Polonia y Bielorrusia, Lituania, miembro de la UE y de la OTAN, también enfrenta una afluencia sin precedentes de migrantes, en particular en este enclave de Dieveniskes.
Bruselas acusa al presidente bielorruso, Alexander Lukashenko, de haber orquestado esta afluencia brindando visados y conduciendo a los migrantes hacia las fronteras con Polonia y, en menor medida, con Lituania, como venganza por las sanciones occidentales contra su régimen tras la represión en 2020 del movimiento político opositor.
Esta crisis será uno de los principales asuntos a abordar durante la próxima semana en una reunión de ministros de Exteriores de la OTAN, en la que participará el secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, que tendrá lugar en Letonia, país báltico también vecino de Bielorrrusia.
"El deber sagrado de custodiar nuestras fronteras"
Lituania, que cuenta con 2,8 millones de habitantes, recibió a 4.000 migrantes este año, contra apenas 81 en 2020.
Pero, la cantidad se ha reducido drásticamente desde que se aprobó una ley que brinda a los guardias fronterizos la potestad de reenviar a los migrantes de retorno al otro lado de sus límites.
No obstante, los guardias señalan que pequeños grupos de personas aún intentan cruzar con cierta frecuencia por diferentes partes de la boscosa frontera con Bielorrusia, que tiene 580 km de largo.
"Parece que no podremos volver a la normalidad pronto", indicó a la AFP Rustamas Liubajevas, responsable de la guardia fronteriza lituana.
Dice sentir "lástima" por los migrantes que intentan atravesar la frontera, porque han sido "engañados" por el gobierno bielorruso que, supuestamente, les hizo creer que sería fácil acceder a la UE.
Pero, añade que Lituania no puede dejarlos pasar, puesto que Lukashenko cumpliría con su objetivo de "desestabilizar" al país. La línea dura adoptada por su gobierno cuenta con un fuerte apoyo popular.
Esta semana, en el marco de una visita a una base militar cercana a la frontera, el presidente Gitanas Nauseda reconoció ante la tropa que "no es fácil rechazar a civiles que buscan una vida mejor". Sin embargo, tenéis el deber sagrado de custodiar nuestra frontera", afirmó.
"Nadie los quiere aquí"
Las oenegés de ayuda humanitaria, que tienen prohibido acercarse a la zona fronteriza en virtud de la ley de estado de emergencia, indicaron que están muy preocupadas por la situación de los migrantes, bloqueados y soportando temperaturas bajo 0ºC.
Esta semana, la primera nevada en Lituania no va a disuadir a los migrantes, advirtió Liubajevas. "No se trata de una migración orgánica. Está organizada por Lukashenko, por lo cual el clima no tendrá el menor efecto", añadió.
En la aldea de Krakunai, también ubicada en el enclave de Dieveniskes, Josif, de 56 años, expresó su apoyo a la política del gobierno y no quiere que su país acoja migrantes.
"No sé cómo finalizará esto. Espero que regresen a sus países. Nadie los quiere aquí", afirmó.
"Vienen de otros países, son personas diferentes, viven de una manera diferente", apostilló.