Debate entre Clinton y Sanders se centra en migración y deportaciones

Clinton y Sanders participan en un debate en medio de la campaña a la candidatura presidencial de EEUU. / AFP
Afp
10 2016 - 10:10

Hillary Clinton y Bernie Sanders compitieron ayer miércoles por demostrar cuál de los dos sería más amigable con los inmigrantes de llegar a la Casa Blanca, en un duro debate en la carrera hacia la nominación demócrata para las presidenciales de noviembre en Estados Unidos.

Ambos candidatos dedicaron gran parte del tiempo a discutir el tema migratorio durante un debate televisado al mismo tiempo en inglés, por la cadena CNN, y en español, por Univisión, que se realizó en Miami, Florida (sureste de EEUU), una ciudad donde dos tercios de la población son de origen hispano.

Tanto Clinton como Sanders garantizaron que no deportarán niños indocumentados ni adultos sin papeles que no hayan cometido crímenes, una promesa que marcó un paso más hacia la izquierda de estos dos candidatos que apoyan reformas migratorias que incluyan la regularización de los más de 11 millones de indocumentados, en su mayoría latinoamericanos.

La exsecretaria de Estado de 68 años aseguró que sus posturas son más progresistas que las del presidente Barack Obama, sobre todo porque un gobierno suyo pondría fin a la expulsión "de personas que viven su vida y trabajan" en el país.

"No deportaré niños. Tampoco quiero deportar a miembros de una familia", dijo Clinton, ante insistentes preguntas sobre si pararía la deportación de menores, muchos de los cuales han huido de la violencia en América Central. La prioridad será "deportar criminales violentos, terroristas y cualquiera que sea una amenaza para nuestra seguridad", aseveró.

El senador de Vermont de 74 años adoptó la misma posición.

Pero los candidatos también se reprocharon haber tenido en el pasado posturas menos favorables a los inmigrantes, dentro de la lucha por ganarse la simpatía del clave electorado hispano.

Cuba y Puerto Rico

Otro momento de consenso entre los candidatos llegó cuando coincidieron en que continuarían avanzando la política de acercamiento con Cuba iniciada en diciembre de 2014 por Obama, que visitará la isla en dos semanas.

"Los cubanos merecen que se respeten sus derechos humanos e ir hacia una democracia en la que elijan a sus líderes. Ambos hermanos Castro deben ser considerados autoritarios y dictatoriales", dijo Clinton, que aboga por desmontar el embargo contra la isla.

Sanders matizó su respuesta. "Espero que pronto sea un país democrático, pero por otro lado, sería errado obviar que Cuba ha hecho avances en materia de salud pública", dijo el senador que se autodenomina socialista, en palabras que podrían no sentar bien en Miami, donde reside una buena parte de los exiliados cubanos anticastristas.

En cuanto a Puerto Rico, Clinton y Sanders dijeron que de ganar la presidencia ayudarían al estado libre asociado de Estados Unidos, ahogado por una enorme deuda de 70.000 millones de dólares.

Clinton y Trump, favoritos

Al igual que en ediciones anteriores, en este octavo debate demócrata los candidatos chocaron en ásperos temas sobre diversos temas, desde la relación de Clinton con Wall Street y el financiamiento de las campañas, hasta la ley de salud y el cambio climático.

Sanders había llegado a este debate envalentonado por la sorpresiva victoria que logró el martes en Michigan, pese a que los sondeos previos le auguraban una derrota.

Su campaña estima que si Sanders ganó Michigan, podrá hacerlo también en estados similares o vecinos como Ohio, Illinois y Missouri, que votarán en las primarias el martes próximo, cuando también lo hará Florida.

Pero la campaña de Clinton, calculadora en mano, señala que la investidura se gana acumulando delegados y no victorias simbólicas. Con 13 triunfos en 22 primarias, Clinton amasa más de la mitad de los delegados necesarios para adjudicarse la nominación en la convención partidista de Filadelfia en julio, según un conteo de CNN.

En el campo republicano, Donald Trump confirmó su posición de favorito en las primarias de su partido con una triple victoria el martes (Mississippi, Michigan y Hawai), que representó un duro golpe para las fuerzas "antiTrump" que congregan a altas figuras del Partido Republicano y dedican millones de dólares en propaganda.

El grandilocuente multimillonario tiene los ojos puestos en Florida y Ohio, que podrían terminar de dar al traste con las aspiraciones de sus rivales, sobre todo el senador de Florida de origen cubano Marco Rubio y el gobernador de Ohio, John Kasich, que se jugarán la vida en las primarias del martes próximo.

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