El poderoso ministro del Interior de Libia escapa a un atentado
El poderoso ministro del Interior de Libia, Fathi Bachagha, escapó este domingo a un intento de asesinato cerca de Trípoli, lo que despertó temores a un repunte de la violencia en un país devastado por las luchas de influencia y las milicias.
Bachagha forma parte del Gobierno de Unidad Nacional (GNA) saliente de Fayez al Sarraj, radicado en Trípoli y reconocido por Naciones Unidas. Fue nombrado para el puesto en 2018.
El político, de 58 años, sonaba fuertemente para ocupar el puesto de primer ministro interino, que finalmente recayó a principios de febrero en Abdel Hamid Dbeibah, en el marco de un proceso patrocinado por la ONU.
Además de hacer de la lucha contra la corrupción su caballo de batalla, ha orquestado una campaña para reducir la influencia de las milicias, que se siguen resistiendo a la autoridad del Estado, ofreciendo pasantías a los milicianos que acepten incorporarse a las fuerzas de seguridad.
"El ministro del Interior del GNA, Fathi Bachagha, fue objeto de un intento de asesinato el domingo a las 15H00 cuando regresaba a su residencia, en Janzur", a unos diez kilómetros de Trípoli, indicó el ministerio en un comunicado.
"Un vehículo blindado [...] abrió fuego contra el convoy con metralletas y la escolta del ministerio respondió abriendo fuego", explicó la institución.
Uno de los escoltas resultó herido pero el ministro está "sano y salvo", según la fuente.
Un allegado del ministro afirmó que "dos atacantes fueron detenidos, el tercero [...] falleció".
Hacia las 15H00 (13H00 GMT), un periodista de la AFP que se encontraba cerca de allí escuchó un intenso tiroteo que duró varios minutos en la carretera costera de Janzur, que fue cortada por las fuerzas de seguridad durante una hora.
Fathi Bachagha, un peso pesado de la política local, regresaba de una visita de rutina a la sede de una nueva unidad de seguridad que depende su ministerio.
El embajador de Estados Unidos, Richard Norland, expresó su "indignación" y recalcó, durante una conversación telefónica con el ministro libio, el "apoyo completo" de su país a los esfuerzos de Bachagha para "poner fin a la influencia de las milicias", explicó la legación diplomática en un comunicado.
Seguridad precaria
Diez años después de la caída de Muamar Gadafi en 2011, Libia sigue sumida en una crisis política, con dos adversarios hasta ahora: en el oeste, el GNA -apoyado por Turquía-, y en el este, el mariscal Jalifa Haftar, respaldado por Rusia, Emiratos Árabes Unidos y Egipto.
El 23 de octubre, las dos partes rivales firmaron un acuerdo de cese el fuego permanente con "efecto inmediato", tras cinco días de discusiones en Ginebra bajo los auspicios de la ONU.
El 5 de febrero, Abdel Hamid Dbeibah, ingeniero de formación y rico empresario, y otros tres miembros de un consejo presidencial fueron designados para asegurar la transición hasta las elecciones nacionales de diciembre.
Pero el intento de asesinato puso de manifiesto, una vez más, que la seguridad continúa siendo precaria, mientras que las injerencias extranjeras no han hecho más que atizar las hostilidades y la violencia.
En los últimos años, la población se ha empobrecido enormemente, al no poder contar con los ingresos de las mayores reservas de petróleo de África. Su día a día está empañado por la escasez de liquidez y de carburante, los cortes de electricidad y una inflación galopante.