Cubano Mike Pérez peleará contra camerunés Takam
La vida y la muerte están más presentes para el peso completo Mike Pérez que para la mayoría de los boxeadores. Pérez escapó de Cuba hace casi siete años, aferrado a una embarcación que podía naufragar en cualquier momento en una peligrosa travesía por la soledad del océano. Cuando el más reciente rival de Pérez, el ruso Magomed Abdusalamov, casi pierde la vida en la pelea que ambos disputaron en noviembre en el Madison Square Garden, el púgil cubano lloró y hacía reflexiones sobre sí mismo. Sin embargo, el ascendente peso pesado jamás perdió su determinación de continuar su lucha por todo lo que buscaba cuando salió de Cuba. "Fue muy difícil cuando se me informó de lo ocurrido", declaró Pérez recientemente en inglés, idioma que habla cada vez mejor. "Pero tenía que seguir adelante. Debo entrenar y concentrarme en lo que mejor sé hacer", apuntó. Pérez se mantuvo serio cuando obtuvo la victoria más importante de su carrera pugilística. En lugar de festejar su triunfo tenaz y brutal por decisión unánime en Nueva York, uno de los escenarios más importantes del boxeo, Pérez aguardó con ansiedad mientras su oponente ruso se debatía entre la vida y la muerte. Abdusalamov fue llevado al hospital para que le revisaran una mano, pero fue sometido a una cirugía de emergencia porque tenía un coágulo de sangre en el cerebro. El púgil ruso sobrevivió al derrame cerebral subsiguiente y salió del coma inducido que le aplicaron los médicos, pero afronta una recuperación larga e incierta. Aunque Pérez puede hacer poco por Abdusalamov, siempre lo tiene presente. "(Mike Pérez) lloró porque estaba herido, porque estaba triste", dijo Abel Sánchez, el entrenador del boxeador cubano. "Estaba muy sentimental. `Entrenador, ¿cómo pudo ocurrir esto?". Sabe que pudo sucederle a él. Pero también sabe que es su trabajo y lo que debe hacer para proveer a su familia. Los sentimientos ayudan un poco", afirmó. Pérez regresa el sábado al cuadrilátero en Montreal por primera vez desde aquella noche, cuando se enfrentará al camerunés Carlos Takam (29-1, 23 nocauts) en una pelea que antecederá al combate estelar entre el rumano-canadiense Lucian Bute y el haitiano Jean Pascal. Con lentes negros para el sol y grandes broches de diamantes en cada oreja, Pérez asistió a un almuerzo cerca del aeropuerto de Los Angeles, pero eso no es lo único que ha adoptado. A Pérez no le interesa mucho el sello distintivo del boxeo tradicional cubano, especialmente la técnica esquiva y defensiva que da puntos a nivel amateur, pero que no es atractiva para la mayoría de los aficionados. Los púgiles cubanos Guillermo Rigondeaux y Erislandy Lara tienen poco en común con Pérez, quien siempre ha sido un fajador; incluso fue excluido de ciertos equipos nacionales antes de que desertara por sus inclinaciones. Pérez no se disculpa por su estilo feroz, ni siquiera después de lo que pasó con Abdusalamov. "Es lo que hago", expresó Pérez. "Desde que era joven, aprendí a pelear de esa manera. Hacía lo mismo allá en Cuba", afirmó.