Técnicos diferentes, resultados similares
Por: Jaime Osvaldo
La Copa Centroamericana terminó hace cuatro días. Si bien no fue un fracaso, esta quedará en la mente de la mayoría de los panameños como una de las más accesibles de la historia, no tanto en papel, pero por cómo se fueron dando las cosas.
Como todos sabemos, Panamá compartió grupo con Costa Rica y Nicaragua. Los rivales en la primera ronda se encuentran en dimensiones opuestas en lo que al fútbol de América Central se refiere.
Por una parte, Costa Rica es históricamente la selección más exitosa y la mejor representante del fútbol de la región, habiendo ganado ocho de las 13 ediciones de esta copa. También cabe destacar que han participado en cuatro copas mundiales, avanzando a la siguiente fase en dos ocasiones: su debut en 1990 y en esta última que jugaron los cuartos de final.
Nicaragua, por otro lado, es históricamente junto a Belice y hasta hace unos años Panamá, una de las selecciones más débiles de la región. Jamás han quedado entre los cuatro mejores de la Copa Centroamericana y la Copa Oro la han jugado una sola vez.
Al fin y al cabo, Panamá terminó donde se esperaba que lo hiciera en papel y de una manera similar a como se esperaba que se diera en cuanto a los resultados. Previo al partido contra Costa Rica y dado el presente de ambas selecciones, hasta el panameño más fanático hubiese firmado el empate. Contra Nicaragua cualquier resultado que no fuese una victoria era inaceptable.
¿Por ende, uno debería estar contento con y satisfecho con la participación de la selección panameña en esta Copa Centroamericana, no? Después de todo se clasificó a la Copa Oro, logrando así uno de los tres objetivos en mente. Como todos sabemos, las cosas no se dan siempre como dice el papel.
La selección nacional cuenta con una buena fortuna increíble. Quizás eso sea difícil de creer dada la cantidad de veces que nos ha roto el corazón. Pero hay que verlo de otra forma. Panamá constantemente se posiciona en situaciones que le otorgan la oportunidad de lograr hazañas impensables hace tan solo 15 años. El primer ejemplo es haber estado a 90 segundos de clasificar al repechaje con la OFC dejando a México, el eterno gigante del área en el camino.
El ejemplo más reciente sin embargo, es el partido contra Costa Rica de esta Copa Centroamericana. Contra todo pronóstico, Panamá se encontró con una merecida ventaja de 2-0 ante su eterno verdugo faltando solo 10 minutos para el final del partido. Lo que ocurrió después es historia repetida.
Como en aquel partido del 6 de febrero de 2013, los ticos lograron igualar el partido sobre el final, pero esta vez con el añadido de que Panamá erró un penal sobre el final del cotejo. Al fin y al cabo, Panamá no disputó la final del torneo y no peleó la clasificación directa a la Copa América Centenario por el simple hecho de que Costa Rica le hizo un gol más que nosotros a Nicaragua.
Desde ya se ven críticas dirigidas al nuevo Director Técnico, Hernán “Bolillo” Gómez por parte de la fanaticada. Hay pruebas fuertes, sin embargo, de que la culpa de que todo esto ocurra, no es exclusivamente del técnico. Es más, el técnico no tiene ni la mayor parte de la culpa. Los culpables principales son los jugadores. No solo porque son ellos y no el director los que entran a la cancha, sino porque al fin y al cabo, los técnicos van y vienen, varios jugadores se quedan y las mismas cosas pasando.
Solo hay que ver las similitudes entre ambos partidos contra Costa Rica mencionados anteriormente. Los dos se desarrollaron de la misma forma, con Panamá tomando una ventaja de dos goles para luego tener que conformarse con un empate. Cada partido fue dirigido por un técnico diferente. El primero por Julio Dely y el más reciente por Gómez, pero terminaron de igual forma. El factor en común son los jugadores.
Es imposible de descifrar si es un problema de actitud, falta de suerte, o saber cómo manejarse bajo situaciones de alta presión como son los minutos finales de partidos definitorios. Lo que sí se puede echar a un lado es la excusa de falta de experiencia.
Ambas selecciones contaban con jugadores experimentados con larga trayectoria en la selección y en clubes del exterior, incluyendo a varios que vivieron el partido del 22 de junio de 2008 en San Salvador, el antecesor a la debacle contra los Estados Unidos en octubre del año pasado.
Ya estamos hablando de tres procesos diferentes viviendo la misma historia. En procesos anteriores se encuentran quizás momentos aislados pero de menor estatura. Esto se debe a que antes Panamá simplemente no tenía el talento para ponerse en situaciones ideales para cosechar hazañas.
Hoy en día el talento está ahí. Ahora les toca a los jugadores creérselo. Tienen que dejar a un lado las excusas, como declaró Jaime Penedo hace unos días y empezar a trabajar en cambiar el chip de una vez por todas. Lo único que puede hacer el director técnico es transmitirles a los jugadores la confianza de que todo objetivo se puede lograr y que todo obstáculo se puede superar. Ahora recae en los jugadores la responsabilidad de hacer valer esa confianza no con lo dicho fuera de la cancha, sino con acciones dentro de la cancha.